La mancha urbana ha estado creciendo y creciendo. En México se ha estimado que de 2001 a 2024 se tuvo una pérdida de más de 200 mil hectáreas de cobertura forestal, de bosque y selva alta, señala Alan García Lira, presidente de la sección peninsular del Instituto Mexicano de Ingenieros Químicos, A.C.
En Yucatán de 2009 a 2023 se tuvo una pérdida promedio de 71 hectáreas que no es tan alta, pero se trata de terrenos forestales, de selva alta, apunta.
Además explica que el papel de los bosques altos y las selvas es mucho más activo de lo que se creía, pues ayudan al incremento de la humedad, el paso del viento, se cargan de micropartículas y ciertos componentes químicos que ayudan a formar las microgotas o microcristales de hielo que son las semillas para que se formen las nubes y entonces se tenga la probabilidad elevada de que haya lluvias.
“La deforestación ha ido muy rápido en los últimos años y esto ha afectado notablemente el clima”, dice.
Además precisa que hay 152 mil hectáreas que se están trabajando como pastizales, pero no es la ideal, pues una parte importante era de cobertura vegetal alta que fue destruida para pastizales o la formación de tierras agrícolas.
En 2019 se reportó que casi el 22% de las tierras pasaron de un uso a otro, destruyendo la cobertura vegetal alta, es decir, los árboles de calado, de altura, que son los que reducen la temperatura, aumentan la humidificación y generan los componentes que propician la formación de lluvias.
“Y lo que sucede en este sentido a nivel estado, incluso península es importante, ya que las lluvias no se propician en el mismo lugar donde se tiene el agua, pues la formación de nubes puede ocurrir a kilómetros o incluso centenas de kilómetros más lejos, por lo que lo que sucede en la península en cuanto a la deforestación afecta a todos”, indica.
Comparte el dato de que la cobertura alta ya prácticamente disminuyó en 600 mil hectáreas, según datos de 2008. Esto aunado a la deforestación para la construcción de carreteras, caminos y vías de tren en los últimos años.
También destaca que no sólo la deforestación incrementa el calor y la falta de lluvias, sino también la am pliación de la mancha urbana.
Mancha Urbana en Mérida
En el caso de Mérida, resalta que la mancha urbana se disparó. De la década de los 70 al 2000 se mencionaba un crecimiento de 4.4% de la mancha urbana, sobrepasando que más de la mitad de los yucatecos ya ocupaban las áreas urbanas.
En 2020 se hicieron otros censos que arrojaron que el 86% de la población yucateca vive en las localidades urbanas. “Ya vamos teniendo el fenómeno típico del crecimiento industrializado, que se acumula en centros urbanos. Esto genera una fuerte concentración y demanda de servicios, electricidad, agua, de donde disponer los desechos, sean líquidos o residuos”, dice.
Puntualiza que a mediados del siglo pasado la mancha urbana era de 6,000 hectáreas, en los 70 ya era de 13,000 hectáreas.
Los datos de años más recientes arrojan que en 2019 la mancha urbana ya era de 15,000 hectáreas, y de 20 mil en 2020; y para 2023 ya era de 34,000 hectáreas, un crecimiento desmedido por el “famoso boom inmobiliario” en Mérida que hizo que la mancha urbana creciera en más del doble en un periodo muy rápido.
Con esto llega otra afectación, con la construcción de edificios altos que absorben el calor por los materiales oscuros que utilizan; y el pavimento, normalmente de color oscuro, absorbe bastante la radiación solar.
“Antes pasaba el viento en zonas muy calientes, pero luego pasaba por una zona volada, por la humidificación y por la misma sombra de los árboles bajaba de temperatura. Eso ha cambiado”, explica el dirigente.
Asegura que sembrar un árbol por casa puede hacer el gran cambio para recuperar la ciudad, para disminuir las temperaturas que hoy se sienten. “Hay que hacer conciencia ciudadana, tampoco todo es el gobierno”.
Hace una invitación a plantar árboles y cuidarlos para crezcan y perduren con los años, y a ser empáticos con los vecinos que tienen árboles, pues hay quienes se molestan porque las hojas del árbol del vecino caen en sus casas, sin tomar en cuenta que gracias a esos árboles la temperatura se regula, y que sin éstos el calor será tal que acabarán pagando el doble de electricidad por el uso de aires acondicionados.
“Es un llamado de civismo a nuestra comunidad y de sabiduría de ver bien lo que nos conviene.
El profesional destaca que para romper la isla de calor es indispensable acelerar, mínimo al triple, los procesos de remineralización de todo el municipio. Y asegura que está comprobado en otras zonas que ya tienen procesos avanzados de desertificación que esto comenzó eliminando sus zonas de árboles, por lo que hay que hacer lo opuesto, y eso es arborizar.
