Una persona en riesgo suicida no desea como tal la muerte. Lo que quiere es dejar de sufrir. Y eso se logra con acompañamiento, escucha, y una sociedad que valide el dolor y actúe con compasión.

Así lo afirma Edgardo Flores Herrera, promotor de la Red Nacional de Ciencia y Estudio del Riesgo Suicida (Renacers), al hablar sobre el fenómeno del suicidio que se ha recrudecido en Yucatán en los años recientes.

Como informamos, Yucatán destacó como el estado con mayor índice de suicidios por cada 100 mil habitantes a escala nacional, de acuerdo con las Estadísticas de las Defunciones Registradas en México 2025.

La entidad registró una tasa de 14.2 casos, superando a la media nacional que fue de 6.9 casos por cada 100 mil habitantes.

En entrevista, Flores Herrera destaca que el suicidio se mantiene como una de las principales causas de muerte entre jóvenes y adultos.

Según las estadísticas del Inegi, como dimos a conocer, 122 hombres de 10 a 29 años se quitaron la vida en 2024, año en que las muertes por suicidio sumaron 331, siendo la cuarta ocasión en que el estado superó las 300 muertes de este tipo.

Más allá de los trastornos mentales, explica el también psicólogo, existe una suma de factores sociales que inciden profundamente en este fenómeno.

Como ejemplos de ello establece que influyen la discriminación, el clasismo, el machismo, el abuso infantil, el acoso escolar (“bullying”), la pobreza, entre otros.

Sin embargo, expone que un factor determinante es “un entorno que, en lugar de acompañar, invalida el sufrimiento emocional”.

Asimismo, menciona que en ese tipo de entornos suelen aparecer frases como “solo quiere llamar la atención” o “no es para tanto” que, lejos de acompañar, ajenan a las personas.

Mitos del suicidio

Flores Herrera advierte que persisten mitos peligrosos sobre el suicidio, siendo uno de los más comunes la creencia de que hablar del tema lo provoca.

“Es exactamente lo contrario”, aclara. “Hablar correctamente sobre el suicidio puede tener un efecto preventivo, ya que abre espacios seguros para la escucha y la contención”.

Es un error creer que quienes se suicidan no dan señales o que solo las personas con trastornos mentales lo piensan. “Lo que tienen en común es el sufrimiento”, enfatiza.

Entre las señales de alerta más comunes se encuentran: comentarios sobre la muerte o el deseo de desaparecer.

También cambios drásticos en el comportamiento, en los hábitos alimenticios o del sueño, aislamiento social, conductas de riesgo como el abuso de sustancias o manejar a gran velocidad, así como entregar objetos personales significativos o dejar mensajes de despedida, explica el especialista.

El psicólogo resalta el impacto de las redes sociales como un factor de riesgo cuando no se usan con criterio.

“La alta exigencia emocional y el acceso sin filtros a redes sociales contribuyen a profundizar el malestar emocional”, añade. “No es que las redes sean malas, pero su uso desmedido y sin conciencia puede agravar la situación”.

En Yucatán, donde las tasas de suicidio se mantienen entre las más altas del país, Flores Herrera señala que los esfuerzos actuales, aunque valiosos, son insuficientes.

“Se requiere una intervención intersectorial: medios de comunicación, escuelas, empresas, iglesias, centros deportivos. Todos deben involucrarse. Uno de los cuatro ejes con mayor evidencia en prevención es precisamente la capacitación de los medios para construir un lenguaje responsable”, apunta.

Ante señales de alerta como cambios en la conducta o hábitos alimenticios, actitudes de despedida o ais-lamiento, el primer paso es validar el dolor emocional sin minimizarlo.