Amaneció y el barrio de San Cristóbal se veía ayer como cualquier día ordinario. Nadie diría que en los alrededores de la iglesia, Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, desde la tarde del jueves y el viernes fluyeron ríos de gente.

“Había mucha gente. Yo escuché misa afuera”, recordó María Vargas Baas, quien todos los días pasa a la iglesia antes de ir a su trabajo. El viernes, día de la Virgen, descansó y por eso prefirió ir a la misa de las 6 de la tarde, que ofició el arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega.

Para ella no fue sorpresa encontrarse con tanta gente. Sabía que sería así, pero sí pensó que alcanzaría lugar dentro de la iglesia y dejar un ramo de flores en el altar, a los pies de la imagen.

A María, como a cientos de personas, no le quedó más remedio que depositar su ofrenda en el exterior del templo, en el lado sur donde se levantó un altar con las figuras de la Guadalupana y San Juan Diego.

Huellas

Esas flores (y también las que están frente al altar), así como las cientos de veladoras son las huellas que quedaron de la multitud que visitó la iglesia, incluyendo a miles de peregrinos y antorchistas de distintas comunidades. Algunas veladoras aún ardían, y los arreglos florales seguían despidiendo su aroma y conservando sus colores.

A las 8 de la mañana una mujer barría el costado, mientras en la banca descansaban tres personas. Una más llegó y se persignó y le tomó fotos al montón de ofrendas. “Esta bonito, verdad”, le dijo una mujer, al ver que su cámara apuntaba al montón de veladoras.

A esa hora, en el interior de la iglesia, solo había cinco personas. Una de ellas, era María, quien rió, al recordar la multitud. “Si viera como estaba lleno. Hoy parece como si nada”.

Panorama

La cotidianidad también fue palpable enfrente de la iglesia. En el parque, donde el Ayuntamiento instaló un árbol de Navidad, las primeras horas de ayer transcurrieron como si nada. La vendedora de periódicos de siempre, los taxistas de siempre…, pues los que vendían flores, estampitas, escapularios y hasta granizados y marquesitas desaparecieron, por lo menos no estaban en la mañana.

La gente que estaba sentada en las bancas, tampoco era como la de ayer o anteayer que, al no hallar lugar en el templo, descansaba un rato para luego seguir su camino.

Jorge Iván Canul Ek es licenciado en Periodismo y Ciencias de la Comunicación y actualmente reportero de la Agencia Informativa Megamedia. Tiene 22 años de trayectoria en los medios, y es colaborador de Grupo Megamedia desde 2004. Los temas de arte y cultura, comunidades, ciudadanos y espectáculos son su especialidad. Con especial gusto por la crónica para el desarrollo de sus historias.