(Primera Columna publicada el 4 de marzo de 2007)

Durante la semana que termina hoy continuaron en la Plaza Grande las charlas cuaresmales de César Pompeyo y el reportero sobre el interés que despierta la moral y la importancia que se le asigna en las campañas electorales.

En la banca de costumbre prosiguió el análisis de las epístolas que los apóstoles Fernando y Hugo, doctores de la ley, dirigieron a los fieles panistas para aleccionarlos sobre las herejías de estos tiempos convulsos, marcados por las expulsiones del paraíso, e incorporaron al estudio la primera carta que uno de los precursores del cisma, Antonio Hadad Manzur, escribió el uno de marzo para denunciar el martirio que ha sufrido por órdenes que atribuyen al Sacro Colegio del partido.

Un martirio de golpes, hostigamientos, persecuciones y represión en un despliegue autoritario de cabecillas. Cabecillas que se rompen el pecho en oraciones al patriarca San Eugenio, mientras infringen su doctrina en los altares que han secuestrado para consagrarlos al culto del lucro y el poder.

Dos damas que intervinieron en estos ejercicios espirituales propusieron un alto en las meditaciones sobre la campaña y formularon una invitación a la concurrencia que rodeaba ya a la banca. La invitaron a reflexionar sobre otro martirio. El martirio colectivo que sufre cada 24 horas los enfermos que tienen el infortunio de caer en el Hospital O’Horán.

En informes sobre sendas, visitas recientes que hicieron al venerable nosocomio de la avenida Itzaes, a distintas horas, por diferentes causas, las damas conmovieron al auditorio con sus alusiones a la gente tirada ante el edificio, el asco que les produjo la sala de urgencias, la apatía en la atención y otras descripciones tétricas que inocularon de susto la plástica.

El reportero es amigo de Fernando Medina, traductor oficial de las homilías del sumo sacerdote. Recordando tal vez los lazos de amistad y otros nexos que los unen, el periodista alzó los ojos hacia Palacio, que estaba enfrente, e intervino:
—Suponiendo, sin conceder, que sea cierto el reportaje que estas dos damas nos presentan, sin corroborarlo con fotografías ni testimonios imparciales que lo apoyen, es mi deber recordarles que el O’Horán está destinado a un papel secundario en los programas y proyectos que el gobierno ha puesto en marcha para asegurar la atención suficiente y eficiente de la salud de los yucatecos.

—Lo que vimos nosotros, porque yo no estaba sola, no tenía nada de secundario. Eso ya pasó a cuaternario. Que vaya Silvia a ver si es cierto. Pero de repente, sin avisar —propuso una de las denunciantes.

—A mí me parece, reportero, que le vas a quitar la chamba al señor Medina —intervino Pompeyo—. ¿Estás en nómina? Pero ya que pareces tan bien enterado, dinos dónde nos van a dar un trato primario.

—En el Hospital de Alta Especialidad, don César. El que inauguró Vicente Fox antes de irse. Yo fui. Yo hice la nota. Han gastado un montón de dinero. Con tanto amor al detalle, con tanta precaución para que todo esté a pedir de boca, que hasta cambiaron cuatro veces los planos e hicieron dos veces los elevadores para cerciorarse de que funcionen bien. Eso no se ve en ninguna parte.

—No dudo que hayan gastado mucho dinero. Creo que ni han terminado de contarlo porque no nos han dicho el total. A mí me cuentan, además, que eso que tú llamas TODO está sólo a MEDIAS. Nos está costando un ojo de la cara, pero si te fracturas las dos piernas sólo te enyesan una. Fox sólo bendijo el cascarón. ¿Qué opina de esto el doctor Sosa?

—Nos estamos saliendo de los límites de nuestro análisis cuaresmal de la campaña, don César. Estamos violando el pacto de civilidad y neutralidad que el Consejo Electoral aprobó este sábado. Don Luis Aldana nos va a acusar de suposiciones que en tiempos electorales pueden tener efectos negativos sobre la buena fama del gobierno y perjudicar por carambola al partido oficial ya su candidato.

—No coincidimos, periodista. No nos estamos saliendo de nada. De todas maneras, las rebeliones y las apostasías, los cismas y las herejías tienen a los panistas en el hospital. Allá ellos si los están atendiendo en el O’Horán. Otra cosa te advierto. Yo fui a gobernador y sostuve entonces, como lo sostengo hoy, que la administración honrada y eficiente de los fondos públicos, que es la primera prioridad, tiene su aplicación más importante en el campo de la salud.

—Recuerda, reportero, aquella frase de Juvenal en sus “Sátiras” contra los vicios de la Roma imperial: “Mens sana in corpore sano”. Si no cuidamos la salud de nuestros cuerpos no tendremos las mentas sanas para gobernar como Dios manda. La salud y la platita, como dice la canción, que no nos las quiten. Es un tema moral que cae de clavado dentro de estas charlas cuaresmales sobre la política.

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