(Primera Columna publicada el 24 de agosto de 2010)
En la banca consabida del parque de San Juan, cuando Vittorio Zerbbera y César Pompeyo debatían sobre el liderazgo de Yucatán en la Península en materia de actos delictuosos, se presentó sin previo aviso una mujer, dijo llamarse Gabriela López, confesó que había oído sin querer, desde cercana banca, la conversación de los dos caballeros y solicitó que la entrevistaran sobre temas tocados en la charla.
—¿Qué opina usted sobre los 28,307 delitos denunciados en Yucatán durante el primer semestre? —empezó Pompeyo.
Gabriela: Suma equivocada. Falta uno: la denuncia hepática contra el reportero Hansel Vargas. En realidad son 28,308, incluyendo el comportamiento delictivo de la procuraduría.
—¿Es usted partidaria de las rectificaciones? —continuó el italiano.
Gabriela: Depende. La rectificación es un desahogo inútil de la plebe. En el gobierno la rectificación es un síntoma de debilidad que destruye la solidaridad que singulariza a las administraciones del PRI y la docilidad indispensable para la subsistencia del partido. Solidaridad y disciplina “a calzón quitado”, como diría Irma Serrano en su libro.
Una vez pregunta don Vittorio y otra don César.
—Habla usted de actrices, vicetiples y cupletistas. ¿A quién considera usted como sucesor de Cholo como primer divo de Yucatán?
Gabriela: Diva, señor. La primera diva del estado es la gobernadora. Considere usted sus triunfos en la televisión.
—¿Es cierto que esos triunfos nos han costado la cuarta parte del presupuesto?
Gabriela: Cuando el río suena, agua lleva, pero no tanta.
No niego que sus apariciones en la televisión nos cuestan un ojo de la cara, pero no los dos. Hay que reconocer sus méritos histriónicos. Si sigue por ese camino llegará lejos.
—¿Insinúa usted que le gustaría que la señora Ortega Pacheco se vaya?
Gabriela: No se me había ocurrido. Le preguntaré a Felipe.
—Cambiaré la pregunta: ¿considera usted que por el camino de la alta costura y la política Ivonne tiene menos posibilidades de éxito que en los tablados?
Gabriela: Tal vez. La experiencia que tiene en la farándula pesa. Que lo digan sus informes.
—¿Por qué Ivonne no informa en sus informes?
Gabriela: No tiene nada qué informar. Cuando la información no corresponde a la verdad es mejor omitirla.
—¿Ocultar le verdad no es una mentira?
Gabriela: La verdad es patrimonio comercial de los gobernados: por eso la pierden enseguida. La mentira es el arma predilecta de los gobernantes. Por eso estamos en Yucatán como estamos.
—¿Siempre mienten los gobernantes?
Gabriela: Excepto en los pleitos de comadres, en los que no se sabe quién está mintiendo y quién no dice la verdad.
—¿Qué tajada del presupuesto corresponde a los forasteros que mandan en Yucatán: el chiapaneco, la oaxaqueña y los norteños?
Gabriela: El oro verde de Yucatán, el henequén, sostuvo a la revolución mexicana. Los créditos que pide el gobierno de Yucatán sostienen a los candidatos del PRI aquí y allá. A los forasteros les corresponde todo lo que se invierte en las obras que se anuncian y no se hacen, más el 25 por ciento de los conciertos .
—¿Qué les queda a los yucatecos?
Gabriela: Quien fija el monto y determina los descuentos es el señor Peña Nieto.
—¿Quién o qué garantiza que lo dicho por usted es un espejo de la realidad?
Gabriela: En la política la realidad es un espejismo. Realidad es lo que queremos ver, no lo que vemos. Si nos estancamos en la realidad del gobierno de la señora Ortega, el PRI está perdido en 2012.
—¿Cómo dijo usted que se llamaba? —recalcó Zerbbera.
Gabriela: Gabriela López Bravo, para servir a usted y a Ivonne.
—Con servidoras como usted Ivonne está amolada: la van a regañar —rubricó Pompeyo.— Mérida, Yucatán, 23 de agosto de 2010.
