(Primera Columna publicada el 13 de septiembre de 2011)

—Los temas religiosos aburren. Están bien en la iglesia: para los interesados en oír misa, pero la moral, por afuera, está fuera de época, pasada de moda. En el fondo, es algo individual que cada quien interpreta a su manera y aplica a su vida en el lugar que quiere y a la hora que le convenga, si es que la aplica, porque en política no vale: es más, ni la conocen. No existe para los ateos.
Para tantos católicos la moral es norma infringida en la vida privada y letra muerta en la vida pública. Yo no lo digo, César: cito sólo un modo de ser cada día más extendido en vuestra sociedad y vuestro gobierno. Nuestra charla de hoy no creo que interese a los lectores que se ocupan de nosotros: pocos de ellos se ocupan de la moral.
Eso dijo Vittorio Zerbbera en la segunda plática que sostiene con César Pompeyo desde que el profesional italiano retornó de su viaje a Europa y su escala en Madrid para asistir, como observador, a la Jornada Mundial de la Juventud que presidió Benedicto XVI.
—Si les interesa o no a los lectores, Vittorio, no es problema nuestro. Están en libertad de leer o dejar de leer en el momento que quieran. En cuanto a los católicos, entiendo que desde las gradas se dude de la autenticidad de su religión. Puedes culpar, entre otros, a los católicos que se rompen el pecho en la misa del domingo, pero sientan a su mesa, colman de halagos e invitan a sus bodas y a sus inauguraciones a políticos archicorruptos que ellos mismos censuran y maldicen en privado.
Por las dos caras, por el doble discurso de tantos católicos, César, pensé en vosotros, los yucatecos, en Madrid: concretamente en la reunión del Papa con los 2,000 voluntarios que prestaron sus servicios en la Jornada. No se me olvida una frase del arzobispo local, Antonio María Rouco, en su discurso: “Sin Dios, las cuentas no cuadran”.
—¿Cree usted, Vittorio, que las cuentas de Ivonne Ortega y Angélica Araujo les salen tan mal porque Dios brilla por su ausencia en el gobierno de Yucatán?
—Creo, César, que si yo fuera yucateco preferiría que madame Ortega y madame Araujo fueran ateas. Si dicen que son católicas, si se les ve en misa, si se codean con líderes de las cámaras, si donan terrenos a los sacerdotes, ellas y sus comparsas de turiferarios que las miman, las abrazan y se fotografían con ellas les están haciendo un daño incalculable a la religión y a la Iglesia. Eso lo ven los jóvenes.
La juventud crece con la convicción de que el gobierno es un territorio donde se puede hacer de todo, ante todos, con absoluta impunidad. Donde la ambición y la conveniencia substituyen a la moral. Estáis formando generaciones de convenencieros e irresponsables. Las generaciones que os van a gobernar muy pronto.
—No sólo el arzobispo de Madrid habla de Dios y las cuentas, Vittorio, hace apenas unas horas nada menos que el pontífice budista Dalai Lama declaró en México que la falta de principios morales es la causa mayor de la corrupción. Cuatro o cinco veces mencionó a Dios para afirmar que no se puede decir que se cree en Dios, que no se puede rezar a Dios y al mismo tiempos ser corruptos.
(Tenzín Gyatso, nacido en el Tíbet en 1935, líder espiritual de este país anidado en la cordillera de los Himalaya —el techo del mundo—, es el actual Dalai Lama, XIV reencarnación viviente de Buda, del Buda de la Compasión, según las creencias religiosas que profesan sus adeptos. Por eso tuvieron muy fuerte impacto sus amplias referencias a los principios morales y a Dios, como bases del buen gobierno, en el discurso que pronunció en el Congreso Internacional de Valores que se ha celebrado en México).
Pompeyo y Zerbbera comentaron luego las palabras de Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla, en la inauguración, en Querétaro, el martes 6 de septiembre, del campus del Centro de Investigación Avanzada, institución de investigadores maestros y alumnos que desean servir a la sociedad mediante “la búsqueda apasionada de la verdad”.
—“Estamos viviendo un cambio de época en que hay una fractura y una crisis cultural que se define por el rompimiento del consenso de valores que orientan la fractura social”, dijo el señor Aguiar Retes, también presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano y el Consejo Episcopal Latinoamericano.
—En la transmisión de los valores se ha fracturado el proceso. Todos los sectores sociales pueden detectar la fractura cultural. Esta es una crisis que afecta a todas las sociedades.
—Tenemos que formar personas con perspectiva cristiana, educar personas que no tengan miedo de participar en debates públicos y puedan construir un futuro mejor de la sociedad, de cualquier sociedad, inspirados en una visión cristiana del hombre y del mundo —subrayó don Carlos Aguiar.
—Ésa es —concluyó don Vittorio— la razón de que existan gobiernos amorales como los de madame Ivonne y madame Angélica. Esas señoras no son la causa de vuestras desgracias, son el efecto de una causa. La causa es la fractura de los valores morales en una sociedad miedosa que no se guía por las perspectivas cristianas. Una sociedad que se ha hecho un Dios a la medida de sus conveniencias. Una sociedad en la que el dinero, la satisfacción y el placer han arrojado a los principios morales al rincón de los estorbos aburridos y pasados de moda. Así, César, sin Dios, así no cuadran las cuentas de Yucatán.— Mérida, 12 de septiembre de 2011.

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