(Primera Columna publicada el 13 de diciembre de 2012)

Vittorio Zerbbera y César Pompeyo hablaron ayer en el parque de San Juan, durante su plática de costumbre, de la distancia que separa a Yucatán de la ciudad de México. En uno de los ejemplos, don César se refirió a la conexión aérea entre ambos puntos.

—En los años 1949, Vittorio, cuando no había ferrocarril ni carretera, tenías que embarcarte en un vapor, el Emancipación o el Coahuila, para trasladarte en cuatro días al puerto de Veracruz, donde tomabas el tren más cercano. Una jornada de seis días.

—¿No había servicio aéreo, César?

—Una bimotor Douglas de la Compañía Mexicana de Aviación salía de la capital de la república a las siete de la mañana. Paraba en Veracruz, Minatitlán, Tejería, Villahermosa y Ciudad del Carmen. Llegaba a Mérida a las siete de la noche si no se registraba ningún contratiempo. Una jornada de 12 horas. Un día sí y otro no.

—Más lejos estábamos en cuestión de política. Los presidentes sólo venían una o cuando mucho dos veces al año. Cuando venían, el gobierno del estado les contaba pura mentira. Yucatán era el soldado desconocido en el gobierno federal.

—¿Cómo les va hoy, César, con los cinco vuelos diarios en jet y el progreso notable en los medios de comunicación?
—Nos va peor. Las mentiras llegan más lejos, con mayor abundancia y rapidez a Los Pinos y otros puntos neurálgicos del sistema federal. En el país, se sabe de Yucatán lo que quieren la televisión y los gobernadores. Que es lo contrario de lo que sucede. Es una opinión muy personal que, estoy seguro, no será compartida por más de cuatro. Tres convenencieros y un lamiscón.

—Dicen, César, que no hay quinto malo.

—Somos la excepción de la regla. Te pondré un ejemplo de ese abismo en que la verdad de Yucatán no remonta el vuelo al Distrito Federal. Nosotros, los yucatecos, somos el patito feo del PRI. Nos va mal en el partido cuando no nos hacen caso. Peor cuando nos toman en cuenta.

—¿Qué les pasa, César, cuando el PRI les toma en cuenta?

—Mete la pata, sin querer o a propósito. A veces el resultado del error sólo nos afecta a nosotros. En otras a todo el país. Como en el nombramiento de Ivonne Ortega Pacheco como secretaria nacional del partido.

—¿Usted es priísta, César?

—Nunca se me ha ocurrido.

—Pues entonces alégrese. Madame Ivonne es capaz de arruinar al partido. Ya vio usted lo que hizo de Yucatán: un paraíso para los ladrones, un infierno para todos los demás.
—Te equivocas, Vittorio. Yo no busco el mal del PRI, por lo contrario, me interesa que mejore, que vaya por buen camino. La razón es muy sencilla: gobierna al país y a la mayoría de los estados, incluyendo a nosotros.

—Por eso me alarma este premio a la chica descarriada que es la secretaría nacional del partido. Indica, según unos, que de Yucatán el PRI no sabe ni jota. Otros pensarán que ignora todo el abecedario.

—Un ejemplo de la ignorancia enciclopédica que tiene el PRI sobre Yucatán es la presentación de la señora Ortega que hizo la senadora Diva Hadamira Gastélum Bajo al proponerla para la secretaría. Lo lees, lo vuelves a leer y no sales del asombro.

—Hadamira afirmó que Ivonne “es un referente, un icono y un ejemplo a seguir para todas las mexicanas”. Esto te da buena idea, Vittorio, de hasta dónde puede llegar la distancia, la lejanía que media entre la realidad yucateca y el PRI. Si así lo mismo sucede con respecto a otros estados, en menudo lío se ha metido Peña Nieto. Con divas como ésta no hay concierto sino desconcierto.

—En menudo lío os habéis metido vosotros, César. Si con todo lo que hizo le va tan bien a madame Ivonne que hasta le dan un premio, la gente de monsieur Rolando va a querer hacer lo mismo o más. Ni quien los pare.

—Hay otra perspectiva, Vittorio. Que la canonización de Ivonne no sea consecuencia de la ignorancia sino fruto de la descomposición moral que se ha apoderado de la vida pública. Al hacer, en nombre de su partido, ese elogio increíble de la señora Ortega, al proponerla como icono femenino de México, la senadora Gastélum, para servir a intereses inconfesables, incurre en una burla a Yucatán, en una afrenta a las mujeres mexicanas.

—Si esta última perspectiva es la que vale, que nos asista Nuestra Señora de Guadalupe. En este imperio de la farsa en que vivimos vamos a necesitar de otro milagro para detener el auge de la mafia en el estado y, Dios no lo quiera, en el país. ¡Qué lejos, Vittorio, sigue México de Yucatán! ¡Tan lejos de la verdad, tan cerca de la mentira!— Mérida, 13 de diciembre de 2012.

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