(Primera Columna publicada el 4 de abril de 2012)
¿Por qué Rolando Zapata Bello se desmide en los elogios que hace a Ivonne Ortega Pacheco y su repudiado gobierno en el discurso que pronunció al tomar posesión como candidato a la gubernatura? El Movimiento Mundial contra la Mafia, con sede en Palermo, en Sicilia, ha pedido a su representante en México, Vittorio Zerbbera, que le explique esa extraña “lambisconería”, pues no la entiende, y el señor Zerbbera, a su vez, ha solicitado a César Pompeyo, en su tertulia del parque de San Juan, que lo asesore en su respuesta.
—Lo que pasa es que ustedes, los europeos, no terminan de entender cómo ha funcionado, cómo funciona y cómo funcionará el PRI “per sécula seculórum” —aclara don César—. No es difícil comprender los motivos del chubasco de alabanzas que el señor Zapata Bello derrama sobre la señora Ortega. Las causas pueden ser varias. Vamos a ver lo que comenta el hombre de la calle:
1.— La disciplina. Dentro del partido no cabe la censura pública a los compañeros. Observa, Vittorio, que ningún priísta en ejercicio ha discrepado una sola vez de Ivonne y su equipo en los cinco años que llevan en el poder. Cuando no es ignorada con un silencio de cementerio, la crítica constante es contestada con aplausos a granel. El pecado se convierte en virtud. El mal ejemplo se vuelve fuente de inspiración
—Recuerda el triste caso del ex presidente Miguel de la Madrid, que en paz descanse, cuando declaró que la elección del presidente Salinas de Gortari fue producto de un fraude. Al día siguiente recibió la visita de Emilio Gamboa Patrón, ordenada por el señor Salinas, según se dijo entonces. Algún recado o instrucción convincentes llevaba el señor Gamboa, pues don Miguel se arrepintió y confesó que se había equivocado.
Presionar o amenazar a don Miguel, para obligarlo a desdecirse y caer en el ridículo, fue, quizá, un trago amargo para don Emilio, pues De la Madrid es considerado como el padre de la carrera política de don Emilio.
2.—La lealtad. En el redil del PRI, Vittorio, no hay libertad. Antes que el bien común, antes que su conciencia por encima de la realidad y la verdad, el priísta pone sobre todas las cosas la lealtad. La lealtad a quien te puso en el puesto donde estás, diga lo que diga. La lealtad a quien te da de comer, haga lo que haga. Ante el altar de la lealtad son sacrificadas las convicciones. Es una sumisión que se hereda de generación en generación. Es una manera de ser y hacer que no admite desafíos. Profanar esa tradición equivale a una traición a la patria. En la mente domesticada del priísta, los conceptos de patria y PRI se funden y confunden.
3.—La congruencia. Al señor Zapata se le atribuye la paternidad de la estructura del régimen de la señora Ortega. Como primer secretario de gobierno, él diseñó y armó la arquitectura política. La ingeniería económica es suya. Es natural que se solidarice con los resultados y prometa que esa misma estructura, con igual estrategia, será el cimiento y la base de su gobierno si gana las elecciones.
4.—El temor. Se dice de Ivonne Ortega que su comportamiento, errático, voluntarioso e imprevisible tiende al rencor y la venganza. Premia, obsequiosa, a quien le sirve, pero no hay perdón a quien se salga de la raya, a quien se salga del redil. Si no te unes a las ovaciones, o te quedas callado cuando el coro canta, te expones a la desgracia inmediata. Es posible que el señor Zapata le tenga miedo a Ivonne. La exageración en los elogios sería para él un seguro de vida. La magnitud de la adulación sería proporcional al temor a que la gobernadora le ponga piedras en la campaña. La abundancia de lisonjas es un antídoto contra el sabotaje.
5.—El futuro. Zapata Bello glorifica a Ivonne Ortega con la intención de que él reciba el mismo trato cuando termine su sexenio, si es que triunfa su candidatura.
—Me has dicho lo que piensa la gente César, pero tú, qué piensas, qué sientes.
—Cierta decepción, Vittorio. Dado el repudio generalizado al gobierno actual, dada la fama que tiene, bien ganada, de ser uno de los peores que ha tenido Yucatán, llegué a pensar que don Rolando sería comedido y discreto en sus referencias a Ivonne Ortega. No esperaba de Zapata Bello una crítica a Ivonne, pero tampoco que, como si fuera una diosa griega, le ciñera una corona de laurel.
—Del discurso que comentamos se desprende que don Rolando es un producto genuino de su partido. Nos parece que concentra en su persona, después de 26 años de militancia, todas las características que definen a un político del PRI. Ya empezamos a sentir una inquietud: que el señor Zapata nos gobierne como consumado priísta antes que como auténtico yucateco.— Mérida, 4 de abril de 2012.
