Óscar Rivera, mirando la portada de Deportes del Diario del 8 de agosto de 2005, con la reseña que daba cuenta de su gema perfecta, única en la historia de la postemporada de la Liga Mexicana
Óscar Rivera, mirando la portada de Deportes del Diario del 8 de agosto de 2005, con la reseña que daba cuenta de su gema perfecta, única en la historia de la postemporada de la Liga Mexicana

Hay días inolvidables en la vida y uno en que lanzas un juego perfecto.

Óscar Rivera fue tocado por la varita mágica y el 7 de agosto de 2005 labró la única gema perfecta en la historia de la postemporada de la Liga Mexicana de Béisbol.

Todo mundo recuerda la hazaña, lograda en una noche en que, confiesa su autor, “lo único que valía era ganar para pasar”.

Aspectos de la visita de Oscar Rivera a Diario de Yucatán,  a 20 años de su juego perfecto en la postemporada de la Liga Mexicana de Béisbol (Foto de Gabriel Chan Uicab)
Aspectos de la visita de Oscar Rivera a Diario de Yucatán, a 20 años de su juego perfecto en la postemporada de la Liga Mexicana de Béisbol (Foto de Gabriel Chan Uicab)

La gema de Óscar Rivera, hito de la pelota mexicana, a veinte años de labrarla en el Kukulcán

Óscar Rivera Ruiz (Magdalena, Sonora, 13 de abril de 1981) sonríe casi soltando una lágrima de emoción. Cada vez que habla de aquella noche es volver a tocar el cielo.

Es, el juego perfecto, la joya que más se puede esperar que no suceda. Lo dijo Don Larsen, autor de una gema así en la Serie Mundial de 1956 con los Yanquis: “Me enteré hasta que llegué al clubhouse y porque lo dijeron los reporteros”.

Óscar lo vivió similar: “Yo lo que pensaba era que tenía que ganar ese partido para que siguiéramos avanzando. Pero que supiera que estaba lanzando un juego perfecto… imposible”.

¡Qué cosas de esta vida!

Aspectos de la visita de Oscar Rivera a Diario de Yucatán,  a 20 años de su juego perfecto en la postemporada de la Liga Mexicana de Béisbol (Foto de Gabriel Chan Uicab)
Aspectos de la visita de Oscar Rivera a Diario de Yucatán, a 20 años de su juego perfecto en la postemporada de la Liga Mexicana de Béisbol (Foto de Gabriel Chan Uicab)
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Oscar Rivera con el periodista Gaspar Silveira. El zurdo visitó Diario de Yucatán en la conmemoración de los 20 años de su juego perfecto en la postemporada de la Liga Mexicana de Béisbol (Foto de Gabriel Chan Uicab)

A Óscar el Diario le agradece su deferencia para esta visita. Por asuntos de trabajo en una constructora, radica en Tabasco, pero desde que le contactamos dos meses atrás, ofreció:

“Llego unos días antes para estar con ustedes, seguro que sí. Iba a llegar en la noche del 6, porque el 7 es cumpleaños de mi hija. Esa no puedo fallar”.

Y puntual a la cita, estuvo en el edificio central de Grupo Megamedia para hablar de uno de los mayores acontecimientos en la historia de la Liga Mexicana.

Aspectos de la visita de Oscar Rivera a Diario de Yucatán,  a 20 años de su juego perfecto en la postemporada de la Liga Mexicana de Béisbol (Foto de Gabriel Chan Uicab)
Aspectos de la visita de Oscar Rivera a Diario de Yucatán, a 20 años de su juego perfecto en la postemporada de la Liga Mexicana de Béisbol (Foto de Gabriel Chan Uicab)

Vamos al domingo 7 de agosto de 2005. Ese día los Leones jugaban un partido decisivo ante los Guerreros de Oaxaca. Óscar se había convertido en un confiable lanzador en el equipo que dirigía Lino Rivera, junto con Salvador Arellano.

Era un jovencito de 23 años que había llegado a Mérida a fines de 1999 como prospecto en una organización que apostó por la formación de varios peloteros, en el plan de don Gustavo Ricalde Durán de crear a sus propios peloteros insignia.

“¡Te lo jurooo!”, dice detrás de cámaras. “Qué rayos iba a imaginar algo así”.

La leyenda de “Mr. Perfecto”

Los que se dieron cuenta que iba camino a la leyenda, por respeto a las “reglas no escritas del béisbol” (no decir nada, no hablar con el pítcher), pues no le dijeron nada. Nadie. Llegó la sexta con 18 retirados en fila. Luego la séptima…

“Yo estaba en la parte de abajo en el dogaut, con mi toalla y el brazo cubierto. Recuerdo una vez que, cuando iba a salir, vi a lo lejos la pizarra, desde la escalerita, puros ceros. Y fue todo. Pensé: ¡Hay que ganar!”.

Óscar Rivera: izquierda, tras sacar el último out del juego 7 ante los Guerreros de Oaxaca, en foto que, meses después, fue portada del “Quién es quién” de la Liga Mexicana

Y eso fue todo: pensar en ganar, con convicción y recursos, capacidad mental y trabajo de equipo. Había que lanzar nueve entradas y eso no lo hacía cualquiera. Pero, se insiste, de todas las maravillas que se construyan en el diamante, la más complicada de todas será lanzar el juego perfecto.

Óscar habló del equipo de entonces: “Una alineación llena de jóvenes y con mucha energía, amábamos la camiseta, todos nos apoyamos y nos sentíamos como una familia, sólo queríamos salir a jugar, divertirnos y ganar para darle muchas alegrías a los aficionados”.

El rival: “Los Guerreros tenían un tremendo equipo, de muchos bateadores buenos, un poderoso line up. Bateadores que te acaban en cualquier momento”.

El resultado y un jonrón improbable: “Ganamos 1-0… y la carrera fue por jonrón del ‘Rayo’ Arredondo. ¿Te imaginas? El ‘Rayo’ bateando jonrón. O sea, algo estaba tocado ese día, o todo”.

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Oscar Rivera, hace 20 años, cuando visitó Diario de Yucatán para una entrevista sobre el único juego perfecto en la postemporada de la Liga Mexicana de Béisbol

El out 27: “Antes del ponche para el final, hubo varias jugadas clave. Una atrapada muy buena de Willie Romero en el outfield (a batazo de Erick Rodríguez en el central). Y el ponche. Muchos dicen que fue alta, que estuvo así. A veces se toman decisiones. Tú sabes, el juego perfecto que lanzó Armando Galarraga, que para nosotros es perfecto, pero el umpire marcó quieto en primera. Montenegro, raro, estaba en la banca y entró de emergente. Un gran bateador, había que tener cuidado por el juego”.

El epílogo: “No lo sabía, nunca supe que era perfecto, me abrazaron, gritaron. Yo alcé los brazos porque ganamos y avanzamos a la siguiente ronda. Estábamos todos felices porque ganamos, según yo, pero los otros más, porque había lanzado un juego perfecto. Ese día nos quitamos como a la 1 de la mañana del Kukulcán, luego de celebrar, y había gente esperándonos afuera”.

El relator de estas líneas estaba en la parte más alta de la butaca alta, en un domingo de verano con calor. Los que notaron cómo iba el desarrollo de los acontecimientos, comenzamos a hablar entre sí. ¿Más cerveza? No… o nos perdíamos la grandeza. Al llegar la novena entrada, comenzó la locura, pero entre silencios, que puede ser peor que una locura visible.

Primer out: con rola de Héctor Álvarez al campo corto, y ovaciones… Segundo out, ponche a Abraham Valencia en seis pitcheos, y más fuerza en las sensaciones… Y cuando Montenegro tomó el turno, lo dejaron pitchear. Se escuchó entonces varias veces “Óscar… Óscar”. E imperó un silencio casi total.

Se puso en cuenta de 3-2 y el drama silencioso aumentó. Con un bateador tan bueno como Montenegro, y con la presión extrema de la gema más grande para cualquier pítcher, todo fue un mar de emociones. Héctor Castañeda, con experiencia, pedía calma y calma al bisoño serpentinero. Y llegó la pitcheada, en la esquina de adentro. El umpire Salvador Viera no se tentó el corazón y señaló el tercer strike. Se desató la locura mientras Montenegro reclamaba al hombre de azul airadamente. Nadie quiere, claro, ser el último out de un juego perfecto.

“Lo marcó el umpire. Lo que digan, es parte de la historia”, narra Óscar ante las cámaras del Diario.

Y nació así la leyenda de Óscar Rivera, “Mr. Perfecto”. Los que saben de béisbol le ubican fácil, le saludan donde lo vean.

“Eso me da gusto, el cariño de la gente, nos quieren a los peloteros, pero a mí me tratan en grande en Yucatán, yo soy parte de ustedes. Todo es grandioso”.

Más que el perfecto

Ciertamente, lanzar un juego perfecto es parte de la famosa diosa Fortuna. Pero hacerlo en las circunstancias en que él lo consiguió, es de lo que “se cuece aparte”: juego siete de una serie de playoff, en el Parque Kukulcán prácticamente lleno.

Oscar Rivera cargado por sus compañeros, en foto del Diario que otros presentan como suya

“Creo que la vida de Óscar Rivera no es solamente el juego perfecto”, se sincera. “Va más allá. Porque, aunque era joven, para que te den la pelota en un juego siete, jugándose todo el equipo en ese partido, tienes que tener algo en el brazo. Y después de eso, vinieron grandes temporadas. Además, ¿pítcher mexicano que logre algo así? Y un pelotero hecho en casa, porque me forjé aquí, con el proyecto soñador de don Gustavo, igual que otros, como Salvador Arellano, Óliver Pérez, el ‘Patoncito’ Aceves, además de gente de casa como Oswaldo Morejón, Luis Borges, Said Gutiérrez”.

“Era un equipo en el que todos queríamos crecer, trascender. Amamos esa camiseta, yo la sigo amando, sigo sintiéndome parte de esta organización, voy al estadio cada que puedo, apoyo a los Leones siempre”.

Su carrera fue casi toda con los Leones (de 2005 a 2013). “Eso sí puedo decirlo: di todo mi brazo y la vida por los Leones. Mis 77 triunfos con Yucatán son algo que recordaré siempre”.

Muchos aficionados, especialmente ahora que los Leones retiraron el número de Yoanner Negrín tras una década lanzando con las fieras, han señalado que el número de Óscar, el 6, debería ser retirado también.

“Yo no sé si lo merezco o no, no soy nadie para hablar de eso. Pero el 6 que porté siempre, que me lo entregó don Dimas Calderón (el batboy) desde que llegué, lo defendí con todo mi corazón y volvería a defenderlo si volviera a nacer”.

Entre que pase o no, llegará Óscar Rivera Ruiz hoy a su celebración especial: dos décadas de una joya que, diría Larsen al reaccionar de la gema de 1956, “difícilmente se podrá emular”.

Además, la numeralia de la vida es una verdadera locura: su hija celebra, el mismo día, su onomástico. “Doble festejo en un día muy especial para nosotros. Es Dios… el Señor dispone”.

El impresionante “perfecto… perfecto…” de aquella noche será imposible de olvidar.— Gaspar Silveira