A manera de resumen de 2017

Filiberto Pinelo Sansores (*)

El año que termina estuvo plagado de medidas y omisiones contrarias al interés nacional, atribuibles a la mafiocracia que gobierna al país. Desde el primer día empezaron los golpes. Se abrió enero con la desmedida elevación de los precios de los combustibles hasta en 24 por ciento. Uno de los autores del atropello fue el actual candidato del PRI a la presidencia del país, José Antonio Meade. Miles de ciudadanos se movilizaron a lo largo y ancho del país, en protesta por el excesivo aumento.

Meade, que era el secretario de Hacienda y Crédito Público cuando el atraco ocurrió, en su momento no sólo justificó el zarpazo, sino que dijo haberse quedado corto en su medida: “Yo hubiese preferido —afirmó, con desparpajo— no sólo en este momento, sino muchos años atrás, que hubiésemos ya despolitizado el precio de las gasolinas para dejar que reflejara su costo real. Porque “lo que más conviene a México es que uno venda las cosas en lo que valen; quererlo administrar resulta caro”.

A ver si ahora que es candidato presidencial impulsado por la banda neoliberal y corrupta del PRI y sus aliados, a cuyo servicio está, se sostiene en su dicho cuando le pregunten sobre el tema y no trata de esconder su participación —en el duro golpe a la economía popular que su medida produjo—, como hizo cuando fingió demencia sobre los nacionalmente conocidas raterías de su compañera de partido Ivonne Ortega.

Durante 2017 continuaron los asesinatos de periodistas en el país. El último hace unos días en el interior de una escuela, en el sur de Veracruz. Gumaro Pérez Aguilando, reportero del portal de noticias “La Voz del Sur”, fue asesinado a balazos dentro de la primaria donde estudia su hijo.

Doce han sido los comunicadores muertos de esta manera este año. En esta materia, México llegó al punto de estar peor que Siria, pues aunque ahí han sido 12 también los periodistas asesinados, esto ha ocurrido en un país en guerra. Lo peor de todo es que en el nuestro no existe ni el más leve indicio de que a los gobiernos, principalmente al de Peña, le importen estas muertes, pues los crímenes hasta hoy están impunes.

En el régimen priista, la corrupción continuó, este año, su paso acelerado. Quizás los casos más notorios fueron el de los 10 millones de dólares en sobornos que la transnacional Odebrecht pagó a Emilio Lozoya —responsable de vinculación internacional de la campaña presidencial de Peña Nieto, en 2012, y poco después, director de Pemex— y el recientemente aireado de la triangulación de 250 millones de pesos que viajaron de la Secretaría de Hacienda —cuando la presidía Luis Videgaray— a la de Educación de Chihuahua, bajo el gobierno de César Duarte y de ésta a las campañas del PRI en varios estados del país, en 2016.

En el primer caso el dinero se dividió. Una parte fue a la campaña de Peña y otra, con Lozoya ya en Pemex, a los bolsillos de ambos. Y como a la corrupción en México le hace compañía la impunidad, por órdenes del presidente fue cesado el fiscal que quiso investigar el caso —Santiago Nieto, de la Fepade—, evitando así que fueran enjuiciados los corruptos.

En el segundo, se puso en práctica el numerito ya ensayado por Ivonne Ortega en Yucatán de usar empresas fantasmas para simular prestación de servicios o realización de obras y recibir a dinero público a cambio, el que se desvía hacia cuentas particulares y a los onerosos gastos del PRI. Videgaray, Manlio Fabio Beltrones y César Duarte fueron los artífices de esta trama que ha vuelto a mostrar la índole de quienes gobiernan al país.

Otro golpe propinado a los mexicanos ha sido el de la reciente aprobación y promulgación de la Ley de Seguridad Interior (LSI), que puso en manos del gobierno peñanietista el derecho a usar al Ejército para reprimir “las movilizaciones de protesta social o las que tengan un motivo político-electoral” que, a su juicio, no “se realicen de conformidad con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos” (Art. 8 de la LSI). Con esto, el gobierno priista se ha dotado de un instrumento que podrá usar si es necesario para imponer por la vía del fraude a su desabrido candidato, ahora afectado por los nuevos escándalos de corrupción.

Éstos son sólo algunos de los hechos de carácter negativo más destacados en el plano nacional. Por supuesto que hay también hechos positivos que consignar; pero éstos no tienen como protagonistas a los gobernantes sino a los ciudadanos. Corrientes de éstos se movilizan en toda la geografía para denunciar omisiones, atropellos, actos de corrupción y tratar de poner coto a los abusos de poder. Hasta hoy no cesan las manifestaciones por la desaparición de los 43 jóvenes estudiantes de Ayotzinapa. Familiares de otros miles de asesinados y desaparecidos encararon también al poder y le exigieron cesar en su indolencia criminal.

Las recientes y esforzadas movilizaciones de decenas de ONG que en la capital del país se efectuaron para evitar el atropello de la implantación de la nueva ley de seguridad han mostrado el creciente vigor de una sociedad dispuesta a poner a los autócratas y a los corruptos en su lugar.

Con menos fuerza que en otros puntos, grupos ciudadanos en nuestro estado también participan en la gran tarea de sanear la vida de México. Destacaron en el año que termina quienes se opusieron a la designación de un vicefiscal anticorrupción, amigo del gobernante en turno, impuesto, finalmente, por la partidocracia local —compuesta por el PRI, sus satélites y sus opositores de mentirijillas en el Congreso—; también, quienes salieron a la calle a señalar la responsabilidad del estado en el asesinato de Emma Gabriela Molina Canto y quienes han formado grupos como ¡Ya Basta! con el fin de documentar y denunciar la corrupción.

Todo lo anterior nos dice que ha llegado la hora de ajustarle las cuentas a quienes han llevado al país por un camino que sólo tiene una salida: cambiar a la camarilla que desgobierna al país y también al régimen en que se sustenta, por uno realmente democrático.

A quienes me leen les doy las gracias y les deseo un feliz 2018. Les permitiré descansar de mí una semana. Regresaré en la segunda de enero.— Mérida, Yucatán.

fipica@prodigy.net.mx

Maestro en Español. Especialista en política y gestión educativa

 

Todo nos dice que ha llegado la hora de ajustar cuentas a quienes han llevado al país por un camino que sólo tiene una salida: cambiar a quienes desgobiernan al país…