Catón
Soneto para decirse el día último del año.
Gracias, Señor, por todas mis mañanas hechas de luz, y pájaros, y viento.
Por la estrella sin número y sin dueño que hiciste porque yo la contemplara.
Por la cintura azul de la muchacha, y por la frente blanca de los viejos, y por el sueño con que a veces sueño, y por mi cuerpo, gracias, y por mi alma.
Mucho me has dado a mí, que soy tan poco. Hasta te diste Tú, nieve en el lodo.
¿Qué para ti, Señor, no dejas nada?
Gracias, pues, por mi mundo, niño y loco. Y gracias por mi vida. Sobre todo, gracias porque he aprendido a decir: “Gracias”.