Prometí no hablar de Diario de Yucatán.

Me pidieron no decir nada sobre sus 98 años a la cabeza del periodismo independiente. Tampoco sobre algunas de sus coberturas clave, dignas de mencionar, como la que hicieron de las elecciones de los años 60, cuando jugaron un papel fundamental para romper el sistema de partido (casi) único. O la ya recordada cobertura del motín carcelario de 1979.

Que el aniversario del Diario se preste a una reflexión sobre el periodismo y su utilidad, sobre su papel para generar comunidad, más que para hablar de nosotros mismos, me explicó Luis Alberto. Pero escribir de eso también significa hablar de Diario de Yucatán.

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El periodismo se enfrenta hoy —imposible no usar ese lugar común— a una tormenta perfecta.

Redes sociales y usuarios que buscan sustituir su función y que ya cambiaron la forma de consumir noticias; políticos que han vuelto a los medios su “enemigo favorito”; crisis de credibilidad y de modelo de negocios, nuevos lectores que buscan otros formatos…

Retos nuevos que, sin embargo, no pueden hacernos olvidar uno más, que quizá significa ya uno de los mayores riesgos para la libertad y la democracia: la desinformación.

Hoy la mentira es una herramienta de uso común por parte de candidatos, funcionarios, partidos y hasta empresas, que buscan así mover la aguja de la opinión pública con intereses muy específicos: ganar dinero o ganar poder.

No hablamos de la ocurrencia de algún usuario de redes, de un meme o de alguien con sentido del humor. Hablamos de estrategias diseñadas y pagadas para lograr que una mentira se considere verdad.

Hay muchos ejemplos: el periodismo probó, en 2018, que una empresa publicitaria —Heurística— fue contratada por Morena para invertir millones en redes sociales para difamar a opositores. Lo mismo ocurrió en el PRI, que contrató a su propia empresa —Sicre, Yepiz, Celaya y Asociados A. C— con el mismo objetivo.

Ambas empresas “pautaron” en Facebook la difusión de videos donde calumniaban a sus opositores.

Solo en marzo de 2018, Morena produjo dos videos con información falsa y pagó para difundirlos en redes sociales. Y estos videos fueron reproducidos 15 millones de veces y se les compartió 412 mil veces.

Y obviamente no solo ocurre en campañas.

Después de mil 200 conferencias de prensa matutinas del presidente López Obrador, se pueden contar por cientos los datos falsos que ha difundido. Aprovecha su foro y su popularidad para hacer propaganda, no para rendir cuentas, y busca hacer que estas mentiras queden como verdad.

Ocurre todos los días. Usa la calumnia con frecuencia.

Ante este escenario, el periodismo se vuelve todavía más necesario.

Ya no se trata solo de “revelar lo que alguien no quiere que se sepa” o de “contar lo que pasa”, funciones esenciales del periodismo, sino además de enfrentarse a la mentira y revelar quiénes son sus autores, quiénes las financian y cuáles son sus objetivos.

Nos toca darle certeza al lector de que lo que publicamos está verificado.

Y también nos toca documentar el daño de la propaganda.

La desinformación, por ejemplo, ha servido para polarizar a la opinión pública. Hoy, más de la mitad de la población se ubica en los extremos de debate público: 53% de la población, según la encuesta de “El Financiero”, odia profundamente o ama sin freno al presidente.

¿Cómo apostar por el diálogo con un país dividido? ¿Cómo buscar acuerdos para la construcción de un espacio común en el que debemos caber todos, cuando “el otro” odia a quien tú amas?

La desinformación también limita nuestra libertad, porque cada decisión que tomamos puede tener su origen en una mentira. ¿Cómo votar por quien creo corrupto, aun cuando no esté probado y sea solo propaganda?

Por eso, con el pretexto del aniversario de Diario de Yucatán, toca insistir que el periodismo sea útil para los lectores, que tenemos además un compromiso con la democracia y con nuestra comunidad.

Le toca al Diario, y a quienes hemos aprendido de su trabajo, insistir en su vocación de servicio y sus principios éticos, como lo ha hecho por tanto tiempo. En defender la democracia, en evitar la fractura de una comunidad. Y tienen suficiente trabajo para otros 98 años.— Ciudad de México.

daniel.moreno@animalpolitico.com

Director general y fundador de Animal Político

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