El periodismo es un servicio a la comunidad muy importante, ya que mantiene informada a la sociedad acerca de lo que acontece en ella sobre los aspectos importantes en la vida social, religiosa, deportiva, y principalmente, de la vida política, y de lo que afecta directamente el día a día de las personas.

Por tanto, su contribución en el desarrollo de una sociedad es transcendental.

Una sociedad sana solo puede desarrollarse cuando sus ciudadanos logran alcanzar la madurez humana o como la llama San Juan Pablo II “Humanidad madura”, es decir, cuando éstos usan plenamente el don de la libertad (cfr. Encíclica Redemtoris Hominis, 1979, 21).

Esta libertad, dice el Papa, será un don grande “sólo cuando sepamos usarla responsablemente para todo lo que es el verdadero bien. Cristo nos enseña que el mejor uso de la libertad es la caridad que se realiza en la donación y en el servicio” (ibidem).

Por tanto, la libertad, responsablemente usada, es indispensable para la buena convivencia social y para la construcción y fortalecimiento de un verdadero Estado democrático.

Es a raíz de esta libertad que el hombre está llamado a vivir con fidelidad su vocación de servicio dentro de la comunidad. Para que exista una verdadera democracia debe existir la participación libre de todos sus ciudadanos en todo lo que concierne a la vida comunitaria, especialmente, en los derechos y obligaciones que éstos tienen para la construcción de una sociedad más plena.

Sobre los derechos de la ciudadanía, los Estados están llamados a respetarlos, siempre y cuando ésta actúe dentro del marco legal, es decir, cumpla con sus deberes y responsabilidades.

Para proteger los derechos de las personas de ciertos abusos de poder por parte de algunos ciudadanos sobre otros, sobre todo de aquellos que han sido elegidos democráticamente para administrar la res publica y para preservar la paz en las comunidades y de las naciones, la Organización de las Naciones Unidas redactó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esta Declaración fue firmada por todos los Estados miembros.

Entre estos derechos está el de la libre expresión y el de ser informado oportunamente. El artículo 19 de dicha Declaración enuncia que “todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

Esta garantía institucional sobre la libre imprenta es necesaria para asegurar al ciudadano información verosímil de los sucesos importantes que afectan la vida de la población. Es necesario señalar aquí que los principios emanados de la libertad arriba mencionados también aplican al periodismo y comunicadores. Ellos están comprometidos a difundir la verdad de los hechos responsablemente analizando con objetividad las situaciones y acontecimientos.

La información que ellos difunden debe de estar siempre enfocada al bien común. El respeto es una actitud fundamental en la difícil tarea del comunicador. Actualmente, a través de los distintos medios de comunicación y medios digitales la sociedad está continuamente bombardeada con diferentes tipos de información, entre estos están las llamadas fake news, que confunden a la ciudadanía al momento de la toma de decisiones ante alguna situación o acontecimiento.

Siguen vigentes las palabras del papa San Juan Pablo II cuando afirma que: “El sentido esencial del Estado como comunidad política consiste en el hecho de que la sociedad y quien la compone, el pueblo, es soberano de la propia suerte. Este sentido no llega a realizarse, si en vez del ejercicio del poder mediante la participación moral de la sociedad o del pueblo, asistimos a la imposición del poder por parte de un determinado grupo a todos los demás miembros de esta sociedad”. (Encíclica Redemtoris Hominis, 1979, 17).

De ahí recae la importancia de que la sociedad cuente con una prensa libre que no esté sujeta a influencias del gobierno o de algunos grupos de poder o ideologías y que pueda vigilar con libertad la administración de las autoridades de una entidad, siempre apegadas a los principios morales del periodismo.

Con un buen periodismo independiente, los ciudadanos pueden elaborar sus propias opiniones y entrar en un verdadero debate por el bien común, escuchando los diferentes puntos de vista que existen y exponiendo sus propias consideraciones.— Port Moresby, Papúa Nueva Guinea.

Monseñor, nuncio apostólico en Papúa Nueva Guinea y las Islas Salomón.

Noticias de Mérida, Yucatán, México y el Mundo, además de análisis y artículos editoriales, publicados en la edición impresa de Diario de Yucatán