Para todos aquellos y aquellas que han dado su vida o se las han arrebatado en aras de la libertad de expresión
La violencia contra medios y periodistas impulsada por una violencia simbólica que aparece como fantasma, sin rostro, pero con tanta capacidad de incidir, aunada al crimen organizado y el protagonismo o complicidad de algunas autoridades, ha colocado al país como uno de los más peligrosos para ejercer esta profesión.
El tema de los derechos humanos y la libertad de expresión como nunca son fundamentales para toda sociedad que se dice democrática. Hoy por hoy, la lucha por garantizar y proteger estos derechos se ha convertido en una constante con la que cada vez nos es más difícil lidiar
Son innegables los avances en materia legislativa y de conciencia sobre la importancia de la libertad de expresión y sin embargo, como nunca nos enfrentamos a desafíos cada vez más complejos y retadores.
En todo este contexto hay quienes se siguen arriesgando haciendo de su profesión una vocación de vida. Gracias a todas las personas que informan de manera respetuosa, profesional y congruente.
A todas aquellas que no se dejan tentar por un “moche”.
A las que un día les llega la notificación de “cese de contrato” por contradecir la línea del medio.
A las que se arriesgan haciendo periodismo alternativo, invirtiendo tiempo y recursos.
A las que no piden o compran fotos humillantes para publicar de personas que han perdido la vida o han sido violentadas.
A todas aquellas que son voz y eco de los grupos menos favorecidos y vulnerables.
A quienes se desvelan cubriendo eventos y notas.
A quienes hacen investigación de fondo y arriesgan mucho más que su trabajo.
A quienes son respetuosos del lenguaje y la inclusión.
A los que tienen en su redacción una perspectiva desde los derechos humanos.
A ustedes, gracias por enaltecer la libertad de expresión.— Mérida, Yucatán
Activista por los derechos humanos