Armando Fuentes Aguirre Catón De política y cosas peores

Grande fue la sorpresa de la azafata del jet cuando al recorrer la cabina en penumbra observó que una pareja estaba haciendo el amor en el asiento trasero del avión. El jadeante pasajero advirtió la presencia de la sobrecargo y le dijo: “La señal lo único que prohíbe es fumar”…

Ya conocemos a Jactancio. Es un tipo pagado de sí mismo, presuntuoso y narcisista. En plática con una chica ésta comentó: “En realidad la diferencia entre el hombre y la mujer no es tan grande”. Acotó al punto Jactancio: “Puedo asegurarte que en mi caso esa diferencia es bastante grande”. (En cierta ocasión, al llenar una solicitud de empleo, en el renglón correspondiente a sexo escribió: “Enorme”)…

Mil veces he manifestado aquí la gratitud y afecto que siento por Nuevo León y Monterrey. Si mil veces más los declarara aún me quedaría corto. Ese gran Estado y esa noble ciudad han sido parte de mi vida, y la han enriquecido con generosos dones. Durante más de 40 años el periódico “El Norte” ha publicado mis textos —ni un solo día en ese largo tiempo he dejado de escribirlos—, y de sus directivos he recibido siempre aliento y solidaridad.

Tengo amigos regios que son regios amigos. Su amistad ha puesto luz en mis oscuridades. Guardo recuerdos cuya memoria disipa toda soledad. Por eso me entristece ver los males que la politiquería está haciendo a la comunidad nuevoleonesa. Es penoso en extremo el bajuno espectáculo de las pugnas entre el Congreso local y Samuel García, quien en muchos y muy diversos modos ha mostrado su incapacidad, su incompetencia, su frivolidad.

Samuel García se ha convertido en motivo de vergüenza para Nuevo León. El abandono que ha hecho de su cargo, el cual juró solemnemente no dejar, supera en lo aberrante al que hizo el Bronco. Éste actuó por tonto —uso un eufemismo—, pero García lo está haciendo movido por oscuros arreglos cupulares que en el fondo no pueden tener otra explicación que la del dinero. Con mengua de su dignidad personal y daño para quienes en mala hora lo eligieron, se ha prestado a servir de instrumento a fin de quitarle votos a la oposición y hacer que el régimen actual siga atentando contra el bien de México y de los mexicanos. Traiciona así a sus conciudadanos y perjudica gravemente a la Nación, pues ayuda a que siga en manos de los que tanto la han lastimado.

Alguna vez Samuel García y quienes cerca de él se encuentran habrán de avergonzarse por lo que en estos días están haciendo y en los próximos harán. Ni la ignorancia ni la vanidad podrán evitar que alguna vez se alce ante ellos el clamor de la gente y esa voz interior, más rigurosa aún, que es la de su conciencia.

Duras han sido tus palabras, escribiente, que bien podrían ser llamadas catonianas

Atempera su severidad con el relato de alguna historietilla con la cual te despojes de la solemne toga del dómine o magister. “En la oscuridad de la sala de mi casa, mi novio me abrazó y me besó apasionadamente”. Eso le dijo la linda chica al curita joven con quien se estaba confesando. “¿Y luego? ¿Y luego?” —preguntó, ansioso, el novel sacerdote. Contestó, apenada, la muchacha: “Luego me acarició todo”. “¿Todo?” —inquirió el confesor respirando con agitación. “Todo” -confirmó la bella penitente. “¿Y luego? ¿Y luego?” -insistió el presbítero. “Luego -prosiguió la chica-, me tendió sobre el sillón grande; me levantó la falda y él se desabrochó el pantalón”. “¿Y luego? ¿Y luego?” -repitió con acezante voz el cura. Dijo la muchacha: “Luego tuvimos que sentarnos y componernos rápidamente la ropa, porque en eso llegó mi mamá”. Exclamó furioso el confesor: “¡Vieja metiche!”.— Saltillo, Coahuila.

*Armando Fuentes Aguirre es Catón

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