La democracia es el destino de la humanidad futura; la libertad, su indestructible arma; la perfección posible, el fin donde se dirige —Benito Juárez

En el marco del 218 aniversario del natalicio de Benito Pablo Juárez García, comparto referencias históricas de la vida pública del ilustre oaxaqueño, hombre visionario, paladín que estableció las bases jurídicas, propuestas políticas, sociales y económicas, con el afán de impulsar la reconstrucción de la nación mexicana.

Juárez fue un estadista y un prominente liberal que luchó en una etapa álgida y de convulsión política, en las postrimerías del siglo XIX; la mira del indio zapoteca era concretar un proyecto de nación basado en la participación de todos los sectores sociales.

Juárez llegó al mundo investido con la aureola primaveral, su destino era emancipar a sus compatriotas. Nació el 21 de marzo de 1806, en cuna humilde, en la aldea de San Pablo Guelatao, en la sierra de Ixtlán, Oaxaca. Ahí donde las estrellas brillan con mayor intensidad, el ilustre oaxaqueño labró su carácter indomable y cinceló su voluntad inquebrantable; obtuvo del Instituto de Artes y Oficios de Oaxaca sólidos conocimientos. Combatió con tenacidad a los invasores extranjeros y a los que apoyaron el efímero imperio de Maximiliano de Habsburgo.

Muchos mexicanos siguen aferrados a las corrientes ideológicas del conservadurismo y avivan sus posturas contra las disposiciones que Juárez dictó en su tiempo, como la Ley Lerdo, que llevó a la desamortización de los bienes de la Iglesia, las comunidades y corporaciones. La primera Ley de Reforma fue la Nacionalización de los Bienes Eclesiásticos y la separación del Estado y la Iglesia, y la libertad de cultos, del 12 de julio de 1859.

Ciertas decisiones y obras públicas de los gobiernos tienden a recibir críticas de sus opositores. En el gobierno de Juárez se repartieron tierras de las comunidades originarias y se realizó el Tratado MacLane-Ocampo.

Con la Ley Lerdo, se destruyeron latifundios de los terratenientes, de la propia Iglesia, pero se atentó contra un valor ancestral: la propiedad comunal de las tierras.

En el presente, opositores al gobierno de Andrés Manuel López Obrador lanzan críticas al proyecto del Tren Maya, propalando que las obras dañaron supuestamente la selva maya, cuevas y cenotes.

Benito Juárez recibió con serenidad y ecuanimidad las críticas de sus opositores; gobernó convencido de haber cumplido la justicia social y atender las necesidades prioritarias de los mexicanos más pobres. Por su entrega a las causas nobles y la defensa de la soberanía de la nación, Juárez fue declarado: “Benemérito de las Américas”.

Justo Sierra Méndez, en comentario sobre discursos y la virtud de la elocuencia, señala: “Juárez habló; su elocuencia nunca estuvo en las palabras, estuvo en los actos y fue formidable”.

Hilarión Frías y Soto, en “Juárez glorificado. La Intervención y el Imperio”, refiere: “El general Juan Álvarez nombra a Juárez su ministro de Justicia, para que diera la fulminante Ley Juárez, que daba nuevas formas a la administración de justicia, implantando la igualdad ante la ley y extinguiendo los fueros y los tribunales especiales. Si Juárez no hubiera hecho en su vida pública más que expedir esa ley, esto bastaría para hacer inmortal su nombre”.

Héctor Pérez Martínez, en su obra: “Juárez el impasible”, cita un poema de Ignacio Mariscal: “En bronce o duro mármol esculpido, no admires, no, su refulgente nombre, ni con su pompa funeral te asombre la rica tumba en que lo vez dormido. Era Juárez muy humilde, muy dedicado al estudio, jamás se le veía ocioso, y en sus ratos desocupados estaba siempre con el libro en las manos. La vida de Juárez no podrá novelarse, lo impide la historia. Esta vida, día a día, es la historia de México; mejor dicho, es la historia trascendente de México”.

Pedro Salmerón, en su libro: Juárez. La rebelión interminable”, expuso: Juárez, a raíz del triunfo sobre el imperio, en un manifiesto frente a Palacio Nacional, el 15 de julio de 1867, proclamó: “Alcanzada la victoria, sonaba otra hora para México. Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos. Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.

En 2006, en pláticas con el maestro, historiador, declamador, literato, orador y poeta campechano Brígido A. Redondo, comentó que su meta era reunir todos los libros que se han escrito sobre Juárez; el autor del poema: “Señor de Guelatao” primer lugar en el Certamen Nacional de 1972, “Año de Juárez”, dedicó muchos años de su vida para lograr su noble propósito.

La vida y obra de Juárez, trascienden el tiempo y el espacio; asimismo, son un parteaguas para las nuevas generaciones de mexicanas y mexicanos.

En el presente, la República mexicana está ante el mayor desafío de su historia reciente y, los ideales de Juárez, el hombre impasible, el de las miradas serenas, el luchador social inquebrantable, el creador de las Leyes de Reforma, se mantienen incólumes en las brillantes páginas de la historia de México.— Mérida, Yucatán.

chilambalam945@hotmail.com

Maestro de la Universidad Pedagógica de Mérida

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