“El poder, una vez alcanzado, era algo que se mantenía con relativa facilidad. Hoy día, el poder es más fácil de obtener, más difícil de usar y más fácil de perder”.

Esta frase de Moisés Naim (2017) es mi punto de partida en un análisis sobre las últimas transiciones políticas locales que ha tenido Yucatán.

A partir de 2006, dentro del electorado yucateco emergió el fenómeno de la personalización política, con candidaturas que tienen como eje central un mensaje a través de su imagen, con una serie de rasgos específicos en su personalidad y aspectos ligados a su ámbito privado que les permiten una identificación simbólica; es decir, los votantes centran su interés en candidatos desde un plano individual y no confían en los partidos políticos.

Dentro de esta personalización, en 2007 se dió el triunfo de Ivonne Ortega Pacheco como gobernadora emanada del PRI. Durante su mandato hubo una serie de acusaciones y auditorías en su contra (“Proceso”, 2012) que pusieron en entredicho la gobernabilidad de los gobiernos priistas, lo que llevó posteriomente a sus sucesores ha intentar legitimarse mediáticamente.

En 2016, el priista Rolando Zapata Bello fue posicionado por varias encuestas como el gobernador mejor calificado del país (“El Universal”, 2016); sin embargo, aun con una supuesta alta aceptación, los votantes eligieron en 2018 a Mauricio Vila Dosal del Partido Acción Nacional (PAN).

En un plano similar, el trabajo de Vila fue reconocido por encuestadoras como Mitofsky (2023), y eso no fue relevante para el resultado obtenido el 2 de junio pasado, en donde Joaquín “Huacho” Díaz Mena, del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) ganó las elecciones con más del 50% de la votación yucateca (PREP-IEPAC, 2024).

Es momento de reconocer que las plataformas políticas partidistas han dejado de tener el poder y que los proyectos personalizados de candidatos están dominando en todo México.

Tenemos como pauta el efecto “López Obrador”, en donde su propia figura de dominación carismática ha puesto en caos a todos los partidos políticos, que hasta hoy no logran descifrar cómo poner de nuevo en marcha sus estructuras de poder.

El proceso electoral de 2024 da como resultado la predominancia de MORENA en en el país, incluyendo en los espacios políticos clave de Yucatán, dejando una oposición en franca crisis.

Los contrapesos en política siempre son imprescindibles porque las necesidades de los yucatecos deben ser atendidas en pluralidad.

No obstante, mientras los partidos políticos de oposición sigan sometidos a sus cúpulas y no atiendan a sus bases, seguirán obteniendo resultados electorales desfavorables, al no escuchar a “los de casa” y a los yucatecos.

La coalición PAN-PRI y Nueva Alianza es prueba fidedigna de que sumar partidos históricamente enemistados no representó una propuesta atractiva para el electorado, y que de hecho, con esta alianza se hicieron menos representantivos ante quienes tradicionalmente votaban por ellos.

Hablar desde nuestro privilegio da muestra de nuestra ignorancia, porque implica el desconocimiento de que en Yucatán necesitamos la equidad social, es decir, que allá afuera existen problemas públicos que requieren atenderse con más vehemencia, por lo que el reto que tendrá “Huacho” al gobernar no será menor.

Solo por mencionar algunas de las problematicas identificadas, está la falta de políticas laborales para mejorar las opciones de empleo, ya que el bombardeo mediatico a nivel nacional que oferta a Yucatán como “el mejor Estado para vivir” ha provocado una gran inversión privada a cambio de mano de obra barata que no produce derrama económica digna para el yucateco; en consecuencia, también son determinantes las políticas de urbanización que permitan regular el crecimiento migratorio acelerado de las zonas urbanas y alrededores del Estado, problema que nos ha llevado a la explotación irregular de nuestros recursos naturales; tampoco debemos dejar de lado las políticas educativas, que reflejen la calidad en la educación impartida en todos lo niveles; y por último, la inseguridad alimentaria, ya que arriba del 24% de los yucatecos (ENSANUT, 2021) aún no cuenta con alimentación digna.— Ciudad de México.

gorettiburgos@politicas.unam.mx

*Doctora en Ciencias Políticas y Sociales UNAM y profesora de la Faculta de Ciencias Políticas y Sociales UNAM y de la Universidad Iberoamericana

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