Los teóricos del liberalismo consideraban que el hombre, para enfrentar al Leviatán del Estado, necesitaba dos cosas: libertad de expresión y la propiedad privada.
La oposición sin libertad de prensa no prospera. No puede haber pluralidad sin una prensa que la haga posible.
Los yucatecos hemos tenido al Diario que nos ha dado la posibilidad de enfrentar al monstruo del Estado y a su administrador: el gobierno.
Son incontables las batallas valerosas que libró el Diario en nombre de todos. Las mismas destrucciones del Diario a manos de gobiernos cavernícolas, nos concedieron a todos el privilegio de cuestionarlos.
Las luchas del Diario hicieron más fuerte a la sociedad yucateca y mejoraron nuestro nivel de vida. Hablaron en nombre de un pueblo corriendo los peligros que desde siempre han enfrentado los que dicen la verdad. El arrojo y el valor de los que han hecho el Diario han cumplido con la función que se espera de un medio libre.
Pero hay que decir más: la calidad de las ediciones permitía aprender en sus páginas el correcto uso de la lengua castellana.
Cuando visité España me sentí profundamente orgulloso del Diario. Leí el ABC de Madrid, el de los Luca de Tena y de don Luis María Anson. Similar afirmación se puede hacer de otros periódicos nacionales y del mundo hispano.
La pulcritud de la edición, el manejo del español, y, con frecuencia, la elegancia de una prosa que acertaba en el alma de un pueblo, hacían del Diario un producto destacado en el mundo de habla hispana.
El Diario de Yucatán, a lo largo de su historia, consecuente con la de sus antecesoras, se ha convertido en un siglo de nuestro pueblo, es de los activos más valiosos de nuestra historia independiente. Felicidades a todos los que han hecho y hacen este símbolo de Yucatán.— Mérida, Yucatán
Correo: gnavarretem@msn.com
*Cronista de la ciudad de Mérida
