“La autenticidad es el reflejo del coraje de ser diferente”.— Anónimo

El proyecto político es el mismo, al menos ese es el discurso de la 4T; no por menos se habla del segundo piso de la cuarta transformación, pero con dos personajes diferentes y con la situación del país muy distinta al 2018. Una de las estrategias torales del gobierno de López Obrador fue el empleo de las conferencias matutinas, las llamadas mañaneras, cuya continuidad se interrumpió en contadas ocasiones, y con el objetivo de tener informado al pueblo de todo lo que acontece y ser una vía directa de comunicación con el mandatario… Aunque en realidad la intención y el propósito han sido muy distintos.

Para muchos analistas la mañanera fue más bien un púlpito de adoctrinamiento y un modo muy efectivo de dictar la agenda del día: “¿De qué se va a hablar el día de hoy?, pues de lo que se diga en Palacio”, con algunas interrupciones “Trumpianas” el libreto era establecido de esta manera. Por otra parte, haciendo a un lado a cuatro o cinco reporteros profesionales, el gran número de inquisidores estaba conformado por seudo periodistas que lanzaban preguntas a modo o llegaban a casos extremos de franca lambisconería que, incluso incomodaban al mismo presidente, como es el caso del llamado Lord Molécula. Aun en los peores momentos de confrontación y con cuestionamientos incómodos, López Obrador tenía un auténtico impermeable, recurría a estrategias de levantar el pañuelito blanco y solo en muy contadas ocasiones con el rostro enrojecido soltaba un “eso sí calienta”. Discursos salpicados de echar la culpa al pasado, responsabilizar por todo a la oposición, a la prensa chayotera y a todo los que por pensar distinto los tildaba de adversarios y enemigos, llegando incluso a casos de un auténtico abuso de poder, cuando exponía propiedades o información privada de todos aquellos que no comulgaran con sus ideas. Y sin detenernos en temas aún vigentes sobre los cuestionables megaproyectos y lamentables pifias, sobre todo en temas de salud.

La mañanera pasó a ser parte de una estrategia de confrontación y polarización, que desde este punto de vista le fue útil al presidente anterior. Pero qué pasa con la actual mañanera, la llamada mañanera del pueblo; el panorama es distinto, sobre todo porque si bien hay claras muestras de golpes de timón, de giros de 180 grados, hay temas que se han agravado y en esta narrativa de tragedia hay golpes provenientes de las mismas filas morenistas. A la Presidenta en muchas ocasiones se le ve francamente incómoda, a comparación de su predecesor. La primera mandataria a pesar de ser una mujer con temple y carácter fuerte es por mucho más transparente y con un temperamento que tiene su propio estilo y, es por eso por lo que su semblante cambia y su mirada se torna vidriosa cuando tiene que utilizar la jerga lopezobradorista; luce acartonada cuando suelta los clásicos epítetos: comentócratas, enemigos del pueblo, carroñeros y un largo etc. que pareciera sacado de un manual cuyo remitente firma desde Palenque. En este sentido si hay algo que ha sido notable es que la titular del Ejecutivo ha utilizado un discurso de muy baja confrontación, mucho más amable con llamémosle sus opositores, y las conferencias mañaneras bajo su régimen han aportado mucho a disminuir el ambiente de polarización. Por otro lado, habría en verdad que valorar un cambio en la estrategia. Si partimos que la Presidenta acude al término de la reunión del gabinete de seguridad a eso de las siete de la mañana y directo a la conferencia, es claro que está muchas veces durante un lapso de dos horas expuesta a un interrogatorio que puede derivar en confrontación, sobre todo cuando la información a la que tiene acceso es reciente, incompleta o peor aún: tergiversada por su propio equipo de comunicación.

La mañanera debiera convertirse en un ejercicio semanal en donde se hiciera una selección de los temas relevantes sin que esto se traduzca en un alejamiento con la gente y, cuando exista una situación que lo amerite, hacer un pronunciamiento, algo que se hizo por años, aquellos mensajes presidenciales en cadena nacional. Hay que quitarle a la mañanera la fachada de ser una vocería oficial y peor aún, un medio propagandístico del partido oficial. Ya mejor ni averiguamos el costo al erario de este ejercicio. El lamentable suceso de Carlos Manzo, el alcalde de Uruapan, impactante y doloroso para todos los mexicanos, mostró en la mañanera una Presidenta con dos caras: la primera de injustificada victimización con una franca diatriba ofensiva dirigida a la oposición, a los medios de comunicación, la repartición de culpas al pasado, un discurso carente de empatía con el sello quiérase o no de ya saben quién y al día siguiente, el bajarle dos rayitas como se dice coloquialmente, la mesura en un discurso de reconciliación, un acercarse a las víctimas y en pocas palabras la Presidenta que es de todos los mexicanos. De meditar, la misma persona con discursos en cierto sentido opuestos, lo que ocurre cuando lo que se dice se piensa con la cabeza fría.

También es momento de cuestionar si no sería conveniente que Claudia Sheinbaum removiera a ciertos personajes heredados e incrustados en el área de comunicación que parecieran estar más a disposición de su antiguo jefe y no a sus intereses. Mi humilde opinión es que hay una excesiva exposición mediática que incluye tambien otra herencia lopezobradorista y hablo en concreto de las giras de los fines de semana, sobre todo a provincia, con el pretexto de inaugurar tal o cual obra, es más de lo mismo: actos que se convierten en proselitismo puro…, seamos realistas con gente adoctrinada y llevada exprofeso. Ya no se está en campaña, ya lo prioritario es gobernar. Algo que no se cuestiona: es popular y no se requieren de estos mal llamados baños de pueblo. Qué necesidad de exponerla a algún atentado. Lo ocurrido hace unos días con el deleznable sujeto que cometió un abuso contra ella, no solo fue indignante sino muy preocupante por la vulnerabilidad con la que fue víctima, mejor ni pensar lo que hubiera ocurrido si este tipejo hubiera estado armado y con otras intenciones. Hay que alejarla de este falso rollo de su antecesor que engañaba a la gente en sus discursos diciendo: “a mí el pueblo me cuida”…, cuando estaba rodeado de militares vestidos de civil y aquí con todo respeto, ella ha dicho recientemente, que no va a cambiar sus protocolos de seguridad, cuando por supuesto hay que reforzarlos y más que nunca protegerla; es claro que los enemigos de México están en todas partes. No me cabe duda: el mismo proyecto en dos tiempos y con personajes distintos.— Mérida, Yucatán

Médico y escritor

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