De nueva cuenta la relación complicada y llena de altibajos entre México y Estados Unidos volvió a tensarse y a enredarse en días recientes.​

En esta ocasión el motivo no fueron los aranceles excesivos de Donald Trump sobre los productos mexicanos ni tampoco por el trasiego de fentanilo a Estados Unidos que según los vecinos del norte ocasiona varios miles de muertes al año.​

Vaya, ni siquiera la violencia e inseguridad que prevalecen en México y que afecta a Norteamérica, especialmente en la frontera norte, ha provocado la nueva rigidez en las relaciones de las dos naciones.​

Ahora fueron las relaciones amistosas que mantiene el gobierno de Claudia Sheinbaum con los regímenes de Venezuela y Cuba lo que ha molestado a Trump, al grado de solicitar a México un cambio en este rubro.​

De manera extraoficial trascendió que en el breve encuentro de Sheinbaum y Trump durante el evento de la FIFA en Washington, la mandataria mexicana solicitó a su homólogo un mejor trato a Venezuela y buscar una solución pacífica al conflicto diplomático y militar.

Para nada le gustó el gesto al inquilino de la Casa Blanca, quien prefirió mantener silencio y evitar una riña innecesaria en un evento deportivo.​

Pero Trump ha seguido en sus políticas de presionar al gobierno de Nicolás Maduro a través de tácticas militares en las costas cercanas a Venezuela que en cualquier momento podrían desatar un enfrentamiento armado de dimensiones mayúsculas.

Mientras la presión subía entre ambos países, la presidenta Sheinbaum volvió a encender la higuera al demandar la intervención de la Organización de las Naciones Unidas y de paso proponerse ella misma como mediadora, es decir, como una especie de negociadora.​

Lo cierto es que nadie le pidió el favor a Sheinbaum —al menos de manera oficial— ni se tienen antecedentes sobre la intervención de un presidente mexicano en un conflicto internacional de tal naturaleza.​

Desde luego la ingenua propuesta de Sheinbaum volvió a calentar pasiones allende del Bravo y en una especie de revancha el gobierno del republicano Trump se fue con todo contra el gobierno mexicano, pero en esta ocasión por el trato amistoso y altamente preferencial de México a favor de Cuba.​

Estados Unidos pidió esta semana a México reconsiderar su apoyo al régimen cubano por no estar alineada a los valores que comparten, criticaron entre otras cosas el convenio para llevar brigadas de médicos cubanos a suelo mexicano por tratarse de “trabajo forzado”.

Según un estudio de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, en el segundo cuatrimestre de 2025 el gobierno mexicano envió a Cuba más de 3 mil millones de dólares en hidrocarburos a Cuba, es decir más del triple de los energéticos enviados en los dos años previos a cargo de López Obrador.​

Katherine Dueholm, secretaria adjunta del Departamento de Estado, censuró estos apoyos “al régimen cubano brutal, corrupto y económicamente disfuncional”. Mientras la congresista republicana María Salazar reprocho a la presidenta Sheinbaum con esta frase: “la historia está mirando, basta ya de respaldar dictaduras en Venezuela y Cuba”.​

El respaldo de México a Cuba ha sido una constante desde los tiempos del presidente Adolfo López Mateos a raíz de la llegada al poder de Fidel Castro, quien derrocó al dictador Fulgencio Batista en un movimiento que aparentaba ser democrático y popular.

Pero al paso del tiempo es de todos sabido que Cuba se convirtió en una dictadura socialista que fue apoyada en su tiempo por el bloque comunista de la Unión Soviética.​

Hoy día en Cuba no hay respeto a los derechos humanos, tampoco existe libertad de expresión, derecho al voto ni un sistema económico de libre mercado al tiempo que la pobreza se eterniza entre la población cubana.​

La situación en Venezuela es aún peor porque los gobiernos de Chávez y Maduro se dedicaron a enriquecerse y a consolidar una camarilla que controla toda la economía incluyendo las actividades del crimen organizado.​

Hoy, cuando vemos que el péndulo político en América Latina se inclina paulatinamente a la derecha, y cuando un mandatario norteamericano aborrece todo lo que huela a socialismo, sería prudente considerar cuáles son realmente los compromisos y prioridades internacionales de México.​

Nadie desea una intervención armada en Venezuela, vaya, ni siquiera un golpe de estado auspiciado por Estados Unidos, pero tampoco es razonable consentir que países amigos se vayan a pique por gobernantes dictatoriales e inútiles. ​

Por lo pronto las relaciones con Norteamérica se enredan por temas que muy poco interesan al pueblo mexicano. Si deveras se busca la transformación habría que empezar por la política exterior que no ayuda a México en estos tiempos.

Aranceles por doquier

Pues nada, que la onda Trump de aranceles que tanto fue criticada terminó por ser adoptada por México en contra de países con los que no existen tratados comerciales, en especial China. La realidad es que los chinos se han convertido en los grandes enemigos porque producen barato, con buena calidad y a gran escala. Con todo y aranceles no será fácil derrotar al gigante asiático.— Ciudad de México.

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Periodista

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