Fernando Ojeda Llanes (*)
El cierre de este año encuentra a las empresas operando en un contexto adverso, caracterizado por un bajo dinamismo económico, alta incertidumbre y presiones externas que han limitado de manera significativa el crecimiento. No ha sido un año de expansión ni de bonanza, sino de contención, disciplina y ajustes profundos orientados a sostener la operación y preservar la estabilidad financiera en un entorno complejo y cambiante.
A lo largo del año, las organizaciones enfrentaron un incremento sostenido en costos y gastos operativos. Las materias primas, la energía, la logística, el financiamiento y la nómina registraron alzas constantes, todo ello en un contexto donde los ingresos no avanzaron al mismo ritmo.
Esta brecha entre costos crecientes y márgenes presionados obligó a replantear estrategias, priorizar recursos y redefinir objetivos, dejando en evidencia la fragilidad de muchos modelos de negocio y procesos ante escenarios adversos.
La volatilidad de los mercados, los cambios en el entorno internacional y las tensiones persistentes en las cadenas de suministro exigieron una gestión más cautelosa y flexible. Fue necesario renegociar compromisos, revisar contratos, ajustar planes de inversión y mantener una vigilancia permanente sobre la liquidez.
La administración financiera dejó de ser un ejercicio de supervisión para convertirse en una herramienta indispensable de ejecución inmediata y de control, coordinada con los demás departamentos operativos para dar seguimiento a los recursos.
Superar este periodo ha sido posible gracias a decisiones difíciles pero necesarias. La austeridad, el control estricto del gasto, la optimización de procesos y el compromiso del capital humano permitieron a muchas empresas mantenerse firmes.
En un entorno de presión constante, la eficiencia operativa dejó de ser una opción para convertirse en una condición indispensable para la continuidad del negocio. Las organizaciones que lograron adaptarse fueron aquellas capaces de actuar con rapidez, disciplina y claridad estratégica.
Toma de decisiones
Este año también puso a prueba la capacidad de liderazgo de la alta dirección. La toma de decisiones en contextos de incertidumbre requirió no solo experiencia técnica, sino visión, comunicación efectiva y sensibilidad frente al impacto humano de cada ajuste. La gestión del talento, la motivación de los equipos y la preservación de una cultura organizacional sólida fueron elementos determinantes para sostener la operación en momentos críticos.
Como gobierno corporativo, el consejo de administración jugó un papel importante apoyando en forma firme y constante el desarrollo de las estrategias y dando seguimiento a la gestión no solo de la dirección, sino a los altos ejecutivos inmersos en las operaciones, emitiendo acuerdos importantes para cumplir el mandato de los accionistas.
Ni descanso ni complacencia
No obstante, el cierre del año no representa un punto de descanso ni de complacencia. Las perspectivas para 2026 anticipan un escenario aún más desafiante que el vivido en 2025. A las presiones ya existentes se sumarán alzas en el salario mínimo, que impactarán directamente la estructura laboral y los costos de operación; incrementos en la carga impositiva derivados de una legislación fiscal cada vez más agresiva; y una mayor fiscalización que exigirá niveles superiores de cumplimiento, control y transparencia por parte de las empresas. Todo esto unido a la gran competencia que se vislumbra que tendrá mayor seguimiento de sus programas de mercadotecnia para conquistar porciones del mercado al que aún no han llegado.
Ante este panorama, la preparación será determinante. Las organizaciones deberán fortalecer una administración más efectiva, basada en una planeación financiera rigurosa, un control interno sólido y una toma de decisiones oportuna sustentada en información confiable.Será imprescindible revisar los modelos de negocio, optimizar la carga fiscal dentro del marco legal, proteger la liquidez y priorizar inversiones que generen eficiencia operativa y valor sostenible de largo plazo. Ni qué decir del área de comercialización que tendrá que romper paradigmas y dar pasos más acelerados y contundentes en los mercados respectivos.
Riesgos críticos
La improvisación, el rezago administrativo y la falta de información financiera oportuna pueden convertirse en riesgos críticos en el nuevo entorno. Por el contrario, aquellas empresas que inviertan en profesionalizar su gestión, fortalecer sus procesos y anticiparse a los cambios regulatorios estarán mejor posicionadas para enfrentar los retos que se avecinan.
El liderazgo empresarial enfrentará el reto de equilibrar responsabilidad social, cumplimiento normativo y viabilidad financiera. La profesionalización de la gestión, el uso estratégico de la información, la digitalización de procesos y el fortalecimiento del gobierno corporativo serán factores clave para navegar un 2026 que exigirá mayor disciplina, anticipación y capacidad de adaptación.
El entorno externo no es nada favorable para el próximo año debido a un bajo crecimiento económico, inflación difícil de controlar, probables variaciones en el tipo de cambio del dólar por una falta de incentivos para la inversión extranjera y disminución en el importe de las remesas de los mexicanos que laboran en los Estados Unidos, probables aranceles tanto a importaciones como a exportaciones, incremento de impuestos y cambios muy agresivos en la legislación fiscal.
Existe la probabilidad de una guerra de precios entre empresas competidoras, tratando de captar el poco dinero de los compradores, quienes efectuarán una mayor selección en sus adquisiciones de productos buscando el mejor precio, servicio y calidad, lo que llevará a las empresas a tener que hacer reingeniería a sus procesos de compra y distribución.
Cerrar este año con realismo, autocrítica y visión estratégica permitirá a las empresas sentar bases más sólidas para enfrentar un futuro inmediato complejo. En un entorno que demandará más de todos, solo aquellas organizaciones que actúen con orden, eficiencia, responsabilidad y liderazgo estarán en condiciones no solo de sostenerse, sino de construir un crecimiento más sólido y resiliente en el mediano y largo plazo.— Mérida, Yucatán
Doctor en investigación científica. Consultor de empresas
