Emocionados, contentos y sorprendidos, así se sienten Claudia Patricia González Gómez, Andy Alejandro Morales Bates y Karen Noemy Rosado López, quienes obtuvieron los mejores promedios de sus disciplinas en la Universidad Marista.
Claudia es egresada de la Licenciatura en Diseño de Interiores con 89.66 puntos de promedio; Andy, de la Licenciatura en Diseño Gráfico con 97.69, y Karen, de la Maestría en Psicoterapia Psicoanalítica con 96.84.
“Estoy contenta con mi calificación”, dice Claudia, quien desde el inicio de su formación mantuvo un alto promedio, aunque confiesa que a la mitad bajó.
“En la recta final intenté subir lo más posible para nivelar mi promedio”, señala la joven, que considera que la cifra asignada a su desempeño sin duda le abrirá algunas puertas, aunque también está convencida de que uno no tiene que tener un alto promedio para destacar en el ámbito laboral.
Sobre la licenciatura, señala que fue una experiencia agradable estudiar Diseño de Interiores, a pesar de que en un principio pensaba cursar Arquitectura. Piensa que por tratarse de una disciplina relativamente nueva hay suficiente campo de trabajo, además de que hay más interés en estos servicios.
“Muchos ponen sus propias empresas y otros trabajan de la mano de arquitectos y veo que a todos les va bien”, manifiesta.
Andy Alejandro también está contento, sobre todo porque ve que sus esfuerzos a lo largo de la carrera rindieron frutos. “Me siento bien por mis padres, a quienes les brindo este logro”.
“En todas las áreas y proyectos que se marcaban había que cumplir. Soy de las personas que siempre le dedican el cien por ciento a cada proyecto, independientemente si es de la escuela o no. El hecho de que te esfuerces habla mucho de ti como persona”, puntualiza.
Obtener el mejor promedio de su generación no fue siempre su meta, aunque reconoce que desde niño le gustaba hacer sus tareas.
“Siento que es más por uno mismo. Me gusta dar todo de mí y el hecho de obtener el mejor promedio fue un extra que se dio sin planear. Buscaba desarrollar habilidades, adquirir conocimientos, conseguir lo mejor y obtener los mejores resultados”.
Karen Noemy está igualmente contenta con sus resultados en la Maestría en Psicoterapia Psicoanalítica, sobre todo porque cuando empezó el posgrado no sabía a qué se enfrentaría. “Creo que estuvo muy bien porque fue formativa. No podemos ser profesionales sin dejar de ser personas, entonces nos han hecho tomar terapia”.
“Llevo tres años en el área del análisis, tengo mi consultorio y ha sido excelente, pues, así como creces como profesional, también creces como persona”.
Karen reconoce que tener la calificación más alta de su grupo implicó mucho esfuerzo y horas de lectura.
“La carga de lectura en la maestría era bastante pesada… implicaba mucho tiempo y muchas renuncias, porque la maestría era los fines de semana, en viernes y sábado. Renunciamos a salidas a fiestas para cumplir”.
Sin embargo, cuando echa una mirada al pasado, se da cuenta que todo valió la pena, tanto que ya planea cursar un doctorado. “La formación, al menos en esta área de terapia, es continua, algo que no se acaba”.— Iván Canul Ek
