Enrique Serna —en la imagen

“Me gusta mucho la cultura yucateca”

Cinco años después de publicar “La doble vida de Jesús” Enrique Serna está listo para dar a conocer su siguiente novela. Pero no, no puede hablar aún de ella ni decir mucho más que la editará Alfaguara.

Al cabo que ni queríamos. Porque ante el creador de los mundos de “Uno soñaba que era rey”, “El seductor de la patria”, “Ángeles del abismo”, “El miedo a los animales” y “Señorita México” lo que apremia es hallar el aliento que insufla vida a personajes indelebles.

Si algo hay difícil de hacer con la obra de Serna es definirla en un enunciado. Entre sus narraciones las hay históricas, autobiográficas y futuristas lo mismo que sentimentales, eróticas, políticas y humorísticas. “Me ha gustado incursionar en diferentes géneros porque eso me obliga a ampliar mis horizontes, a utilizar diferentes lenguajes y compenetrarme con personajes que a veces son muy diferentes a mí”, explica el escritor.

“Eso me sirve para viajar en el tiempo cuando escribo novelas históricas o cuentos futuristas, por ejemplo”.

Invitado

Serna acepta las preguntas del Diario una vez que deja de firmar los ejemplares que le presentan asistentes a su conferencia “Los libros que me cambiaron la vida”, el último día de la Feria Internacional de la Lectura Yucatán (Filey).

No viajaba al Estado desde hacía 19 años, a pesar de que “me gusta mucho la cocina, la cultura yucateca, la trova; es una región de gran riqueza cultural y me encanta esa paz que han logrado conservar, es una región segura donde se vive con calma”.

La hora de duración de su charla se fue entre el recuerdo de la huella que dejaron en él obras como “Corazón: diario de un niño” de Edmundo de Amicis, los poemas de Omar Khayyam y “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado” de Federico Engels, y reflexiones sobre la literatura y la vida contemporáneas, redes sociales incluidas.

“A mí las redes sociales no me han dado popularidad, más bien probablemente me la hayan quitado”, ríe el escritor en la conversación con el Diario. “Porque cuando uno pone una opinión, política sobre todo, levanta ámpula, entonces salen muchos detractores a injuriarme. Eso me ha pasado últimamente. Pero tampoco tengo la piel tan delgada, hay que tomar en cuenta que ése es un espacio de tribuna pública, abierta a cualquier gente”.

“Desgraciadamente no se pueden hacer debates muy profundos en redes sociales porque más bien se prestan para el ataque directo”.

Las considera medios viables de difusión literaria si quien las procura “es un escritor de géneros breves, minicuentos, aforismos; pero un novelista no”.

Lector de poetas, como confesó serlo en su charla en la Filey, él ha centrado su producción en la novela, el cuento y el ensayo. “La poca poesía que me ha tocado escribir la he entreverado en mis cuentos y novelas”, señala.

Ingredientes

Novelas y cuentos con dos ingredientes infaltables: erotismo y humor. “La vida amorosa y sexual es una parte muy importante de la experiencia humana que un escritor no puede soslayar, pero probablemente en el pasado por cuestiones de censura los escritores no eran muy explícitos. Ahora que ya no existe esa censura es uno de los territorios en que podemos incursionar”, dice.

“Esto es muy difícil porque un escritor de literatura erótica tiene que saber dosificar la poesía y la prosa, no puede caer en ninguno de los dos extremos: la obscenidad, el exceso de crudeza, y el preciosismo, porque ambos falsean los placeres de la carne. Lograr ese equilibrio es algo bastante difícil en términos estilísticos para cualquier escritor”.

“Absurdamente, hay críticos que piensan que la literatura erótica es un subgénero, pero yo creo que es porque nunca la han tratado de escribir”.

Ahora el humor: “Al introducir un punto de vista irónico en un relato o novela puedes gozarlo más y compartir ese gozo con el lector, porque la ironía relativiza la narración y vuelve más ambiguo el significado”.

“Cuanto más polisémico es un texto literario, más riqueza tiene. Creo que ésa es una de las grandes virtudes del humor en la literatura”.— Valentina Boeta Madera

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