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Hablemos de Bioética

De repente vamos por la vida llenos de salud, de energía, trabajamos, nos divertimos, vamos a la Iglesia, vienen los tiempos de las grandes decisiones y creemos que esto es para siempre.

Pero de repente el tiempo empieza a pasar, cae, nos sorprende como un ladrón en la noche y empiezan las fatigas, el dolor por allá, y solemos decir que antes no me dolía la rodilla, o que me cansaba menos y que hacía más actividades.

La enfermedad nos suele sorprender “cuando menos lo esperamos”, y es que la fragilidad de la vida humana se hace presente a cualquier edad. La enfermedad no respeta condición social, cultura, religión o edad. Ahora, esta pandemia del Covid-19 ha sorprendido al mundo entero y podemos decir con toda seguridad, que nos sentimos vulnerables ante esta situación.

¿Cómo debemos prepararnos ante la posible llegada de una enfermedad? ¿Qué actitud debemos tomar?

Propongo cinco sencillos pasos para prepararse:

1.—Ser consciente

2.—Prevención

3.—Aceptación

4.—Cuidados

5.—Actitud

1.— Ser consciente de la finitud de la vida humana, yo no soy inmortal, no viviré eternamente, la vida es prestada y está sujeta a la caducidad del tiempo. Es necesario tener esta preparación mental, existen algunas personas que viven más de 100 años, pero son muy pocas, incluso suelen ser noticia. Pero aún así igual mueren.

2.— La prevención. Formar hábitos saludables durante la vida ayudan a retrasar la aparición de las enfermedades. Comer saludablemente, es decir, de una manera balanceada, hacer ejercicio regularmente, dormir para descansar, fomentar relaciones sociales sanas y verdaderamente humanas, tener una vida espiritual equilibrada y, mentalmente buscar momentos de relajación, de descanso, poner orden en tus ideas y consultarlas combatiendo así el estrés. Esto ayuda, son medios. La vida debe procurarse vivir en un estado de equilibrio constante.

3.—Aceptación. Cuando llega la enfermedad es necesario encontrarnos serenos, en este momento suelen presentarse las etapas que la Dra. E. Kubler Ross dice acerca del duelo (la enfermedad debe vivirse como un proceso de duelo, pues es una pérdida, la de la salud): Negación, ira, pacto o negociación, depresión y finalmente la aceptación. No hay que confundirse y creer que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista de sentimientos.

Dentro de la aceptación podemos añadir la virtud cristiana de la esperanza, pues es la que sostiene y da fortaleza al pensar que se puede estar mejor y se puede promover el deseo de que todo este dolor tenga algún sentido.

4.— Cuidados. Aquí hablamos de los cuidados básicos para sanar la enfermedad, la alimentación, la administración a tiempo de los medicamentos, la atención debida al enfermo.

5.— Actitud. La mejor actitud es la de la esperanza cristiana. Como decíamos hace un momento si el enfermo es creyente, debemos hacer hincapié de la posibilidad de unir sus padecimientos a los de Cristo Sufriente. Unir los propios sufrimientos a la Pasión de Cristo, así en una unión profunda la fe del enfermo se fortalecerá convirtiéndose así en una imagen viva del rostro de Cristo en la cruz.

Pero si el enfermo no fuera creyente, entonces es necesario insistir en que esta enfermedad puede ser una posibilidad para repensar en su propia vida, sus proyectos, su actitud ante su familia y amigos, etcétera.

Que no nos tome por sorpresa la enfermedad, asumamos con serenidad la finitud de la vida, nuestra limitación humana elevando a Dios nuestra oración constante y así, seremos plenamente humanos respondiendo a Dios como verdaderos cristianos.

Ante este momento de contingencia sanitaria, acatemos las indicaciones que se nos vayan dando, para que así podamos avanzar en una adecuada educación de la salud.— Presbítero Alejandro de J. Álvarez Gallegos, profesor de Bioética en el Seminario Conciliar de Yucatán

 

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