“¿Puedo recibir este premio?”, con esa inesperada pregunta abrió Erica Millet Corona su discurso de aceptación del premio nacional de cuento Beatriz Espejo, ayer, en la biblioteca central estatal “Manuel Cepeda Peraza”, una pregunta que anticipó la honestidad y elocuencia que vendrían después.
Desde que se supo que había ganado el citado premio, que hace años no ganaba ningún yucateco, pese a que se entrega aquí, comenzaron las críticas, que ella misma recordó en su discurso:
“¿Es ahora literata? Creí que sólo era modelo de pasarela”. “Dicen por ahí que le escribieron el cuento”. “Seguro se lo escribiste tú, Carlos (Martín)”. “Tanta escritora con talento que ha trabajado por años y de pronto ¡zaz! llega y ¿a la primera? Resulta sospechoso”.
“En Yucatán, triunfar es un pecado, especialmente si eres mujer. No hay manera más franca de abrir la puerta a la mofa y a los cuestionamientos que obtener un logro. Al conseguir algo, una fuerte dosis de trabajo y la correspondiente cuota de talento no son la primera explicación. Es demasiado obvia, tiene siempre que haber sido algo más. Una trampa, un favor a cambio de otro , una confabulación. Para las mujeres, la osadía de ganar se convierte muchas veces en una maldición”, dijo Erica.
Agregó que haber sido servidora pública (secretaria de la Cultura y las Artes de Yucatán) tampoco le favoreció. “Pareciera que algunos no entienden la vida sin un motivo político, sin el anhelo de un puesto y luego otro. Por ridículo que suene, ciertas personas creen que necesito escribir, cantar y dedicarme a la gestión del arte como un medio para conseguir lo que ya tuve o para ir a donde ya fui; para obtener lo que ya no quiero. Otros consideran que fui capaz de corromperme y corromper para acceder a este foro, a punta de sobornos. Piensan que invisibilizar mis logros al no nombrarlos abona a alguna causa. No me queda claro a cuál”.
Destacó que fue capaz de soportar la violencia de la duda y la descalificación gracias a las personas que la alientan, que se alegran de sus logros “y se interesan en leer la obra, la cual debe ser el objeto primordial del juicio y la opinión”, como Rosely Quijano León, los escritores Adolfo Calderón, Ricardo Guerra y David Loría Araujo, su editor, entre otras personas que le prodigaron aliento.
Y casi al final de su mensaje, volvió a preguntar: “’¿Puedo recibir este premio?’, escribió el poeta David Huerta en su discurso de aceptación del galardón de Literatura en Lenguas Romances que entrega la FIL de Guadalajara. Y citando a Borges, se respondió: ‘mi vanidad y mi nostalgia han armado una escena imposible’. Hoy, yo hago mía esta pregunta. ¿Puedo recibir este premio? Sí”.
Una lluvia de aplausos premió el aplomo de la escritora, que anunció que seguirá escribiendo.
El discurso de Erica Millet se puede leer, íntegro, en la página Editorial.
