“Mi madre está sentada en una silla de metal, justo debajo del cobertizo de su casa. No debería estar ahí, silbando con inocencia, canturreando sabe qué cosa, como si el universo no se hubiera plegado sobre ella. Pero ahí está, a pesar de que está muerta”.
Así comienza la novela “Lengua dormida” (Sexto Piso), del escritor sonorense Franco Félix, que se presenta hoy, en el marco de la Feria Internacional de la Lectura Yucatán (Filey), a las 5:15 de la tarde en el Salón Ek Balam, sala Eduardo Urzaiz, del Centro de Convenciones y Exposiciones Yucatán Siglo XXI. La presentación estará a cargo del autor y Elías Hernández Escalante.
Aunque el libro surge del dolor, el humor le permite a Franco Félix distanciarse de él y convertir a su madre muerta en un zombi que teme abrazar porque podría arrancarle el cuello a mordiscos.
“El absurdo tiene mucho que decirnos todavía, pero la sociedad ha asumido lo racional y no entiendo cómo, México es un país muy surreal y absurdo y lo permitimos como sociedad, por ahí va mi literatura pero esta novela es diferente, es sobre la muerte de mi madre, es muy íntima, natural y expositiva, me expone demasiado, me desnuda un montón, el narrador soy yo, es lo que pienso, y mi forma de distanciarme del dolor es mediante el humor, es como “olvidemos esto que es muy doloroso y riamos de esta tontería”.
En sus más recientes obras, “Kafka en traje de baño” y “Los gatos de Schrödinger”, existe una mezcla del psicoanálisis y teatro del absurdo.
“Toda este contenido de corte ‘cientificista’, porque no soy científico, se debe a mis lecturas, la escritura responde al consumo de lectura. Siempre he creído que la escritura es el ejercicio de llenar todos esos vacíos que nos deja lo que leímos, la escritura viene a tratar de seguir construyendo los relatos, aunque sean registros o voces distintas. Leo mucho ensayo y filosofía”.
Pero “Lengua dormida” no es la construcción de un libro que leyó, “sino la construcción sobre aquello que faltó en el gran relato de la vida de mi madre”, explica Franco Félix al Diario.
La novela, aclara, no era sobre la imagen de la muerte, porque “tenemos la mala fortuna de recordar a nuestros muertos tendidos en el ataúd, pero esa última imagen termina por borrarse y se sustituye por las memorias de esos momentos bellos o entrañables, eso es la novela, no quiero quedarme con la muerte de mi madre, su muerte detonó esta historia, es su vida, la que vida que vi de ella, sobre su maternidad disidente, sobre por qué decide escapar, es cruda y terrorífica”.
Orfandad compartida
Franco Félix asegura que “Lengua dormida” lo ayudó con su pérdida en el momento en el que plasmó su dolor.
“Los lectores agradecen que le haya puesto palabras al dolor, es como un oasis de palabras, porque todos tenemos un dolor, todos hemos perdido a alguien, hay universalidad en eso; cuando alguien me escribe, veo que los lectores se apropian de la historia, es lo que me ayuda a deslindarme o compartir el dolor, es una orfandad compartida, ya no me siento tan solo”.
“Cuando falleció mi madre tenía mucho rencor, pensé que podía haber hecho más, tampoco es que le haya faltado nada, pero uno se obsesiona con que pudo haber hecho mas, es la culpa judeocristiana”.
Las últimas palabras de su madre fueron “llévame a la casa”, pero Félix no quiso, la dejó en el hospital, donde pensó que estaba mejor atendida, porque temía que se pusiera grave en la casa, pero cuando falleció él se sintió mal porque pensó que a lo mejor su mamá quería morir en su hogar.
“Fue muy duro, el primer sueño que tuve sobre mi mamá, que es el que abre el libro (‘La gramática de los muertos’), significó que mi mamá me quería decir algo más, condonar algo, que no debía preocuparme; por ahí empiezan las conversaciones que tengo con ella en sueños, me va terapeando, me dice ‘guey, relájate, no pasa nada’, la novela trata de eso, trata de mantener una conversación que no tuvimos ella y yo, no trata de cerrar esa conversación porque eso sucederá hasta que yo me apague, pero busca llevarla a un nivel en el que la muerte no sea un camino hacia la depresión, eso es importante”.
El arte, dice, ha permitido a los creadores canalizar o representar todo lo que no podría ser representado por una lengua cotidiana, “nos permite entender lo que no podemos entender ni en terapia”, y eso le sucede con la escritura, en la que no subestima a los lectores, no paternaliza, los deja construir, apropiarse de lo que leen.
Franco Félix asegura que luego de presentar “Lengua dormida” en la Filey y en Coahuila hará una pausa, “es un tema tan personal que tengo que ser cuidadoso”.— Patricia Garma Montes de Oca
