Religiosas de la congregación Oblatas de Jesús Sacerdote, en la primera banca durante la misa de ayer
Religiosas de la congregación Oblatas de Jesús Sacerdote, en la primera banca durante la misa de ayer

La familia del Seminario Conciliar de Yucatán bendijo y agradeció a las Madres Oblatas por su servicio a lo largo de 73 años, en la misa de acción de gracias celebrada anoche en la capilla de la casa formadora de Itzimná.

Las Oblatas de Jesús Sacerdote, encabezadas por la superiora local, la religiosa María Esther Pinto Canul, acudieron a esta celebración en medio de jubileo por el centenario de la congregación, que se conmemorará el 9 de febrero de 2024.

En la misa pidieron para que las Madres del Seminario continúen presentes en el sacerdocio de Jesucristo.

También se rezó por el eterno descanso de José Enrique Tadeo Solís Zavala, quien fue director de la Preparatoria Yucatán, donde estudian los seminaristas, y el presbítero Miguel Ángel Castillo Castillo.

El arzobispo emérito, monseñor Emilio Carlos Berlie Belaunzarán, ofició la ceremonia eucarística acompañado de los padres del equipo formador, encabezados por el sacerdote rector Ricardo Atoche Enseñat, quien indicó que la celebración se ofrecía de manera especial por la presencia durante 73 años de las Madres Oblatas en el Seminario. “Han llenado de fecundidad espiritual esta casa”, dijo.

El arzobispo emérito Berlie expresó que “73 años no es poca cosa; así que estamos sumamente agradecidos”.

La religiosa Sofía Benavides Ramírez leyó la primera lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos; el seminarista Luis Jorge Espadas Herrera, el salmo responsorial, y el padre Atoche, el Evangelio según San Lucas.

En la homilía, se recordó que el Señor Jesús es el príncipe de la paz y el fruto de la paz es la unidad; mientras que el demonio es el príncipe de la mentira y de la guerra, la destrucción.

El padre rector recordó las palabras de Jesús en las que decía que dentro de él había un fuego ardiente: “Es el amor divino, el amor a su Padre Dios y a nosotros”.

Con el bautizo, ese fuego es una pequeña llama que debe crecer, “arder con intensidad; hay que echar leña”.

Precisó que la obediencia “hace incendiar la fe y la transforma en caridad, y las Madres Oblatas han obedecido a su superiora por 73 años viniendo y acompañándonos en esta casa y han incendiado tantos corazones con su maternidad espiritual, con su obediencia”.

Al tomar la palabra, el Arzobispo emérito dio las gracias a las Madres Oblatas por su servicio y su presencia insustituible en el Seminario. “Cuántas ordenaciones sacerdotales han visto; es muy bonito el ejemplo testimonial que dan”.

La casa local está integrada por las religiosas María Esther Pinto Canul, María Luisa Sánchez, Enriqueta Antonio García, Silvia Acereto Campos, Olga Hernández González, Sofía Benavides Ramírez y Míriam Gladys Vázquez Canto; en los próximos días llegará la religiosa María Luisa Sánchez.

Luego de la celebración se realizó una convivencia.— CLAUDIA SIERRA MEDINA

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