Sobre estas líneas, el pianista Fernando Saint Martin interpreta el Divertimento para piano y orquesta de Joaquín Gutiérrez Heras con la Orquesta Sinfónica de Yucatán, bajo la dirección del maestro iraní Sohrab Kashef, el 22 de septiembre de 2023. A la izquierda, fachada de la Galería “José Luis Rodríguez de Armas” que se inauguró en febrero pasado en la Universidad de las Artes de Yucatán (UNAY)
El pianista Fernando Saint Martin interpreta el Divertimento para piano y orquesta de Joaquín Gutiérrez Heras con la Orquesta Sinfónica de Yucatán, bajo la dirección del maestro iraní Sohrab Kashef, el 22 de septiembre de 2023.

Un sexenio de carencias y precariedad en la cultura, con apenas pequeños guiños de cosas positivas, es como ven artistas y promotores locales del sector el desempeño realizado a lo largo de la administración estatal que está pronta a terminar.

Más pendientes y deudas a los artistas que aspectos positivos es lo que vislumbran del trabajo que hizo la Secretaría de la Cultura y las Artes (Sedeculta), que con un marcado recorte a su presupuesto poco pudo hacer para cubrir las demandas de los creadores en las distintas artes y disciplinas.

Algunas de las opiniones recabadas sobre este tema son las siguientes:

Jorge Iván Rubio, promotor cultural, considera que hubo una notable carencia de recursos económicos destinados a la cultura.

“A todas luces este rubro no era prioridad para el gobierno del Estado. Esto propició que muchos programas, festivales y apoyos se cancelaran”, recuerda.

Afirma que tampoco había un entendimiento y sensibilidad de parte del ejecutivo del Estado sobre la importancia del sector y las necesidades urgentes que tenía que atender.

“En cultura pudimos ver cómo cuantiosos recursos del Estado eran destinados a fines distintos a las necesidades apremiantes que tenían los diversos departamentos de Sedeculta, algunos de estos eventos incluían la presentación de artistas de diversas disciplinas”.

A su juicio, un evidente descuido provocó el incendio del Teatro José Peón Contreras, cerrado desde el 1 de noviembre de 2022, sin fecha certera de reapertura.

“El tradicional Festival Wilberto Cantón fue cancelado, al igual que la Muestra Estatal de Teatro. Tampoco hubo apoyo suficiente para la producción de obras nuevas, la realización de giras o viajes de artistas por invitaciones del extranjero. Todo muy limitado y pobre”.

Manifiesta que, si bien se terminó y abrió el teatro “José María Iturralde Traconis” en Valladolid, éste fue el único espacio nuevo que inició operaciones en seis años, en los que el Daniel Ayala estuvo cerrado casi todo el sexenio y el Armando Manzanero se consagró, casi, a obras comerciales.

Apunta que los funcionarios de Sedeculta hacían lo que podían con recursos ínfimos, el descontento de los artistas fue mayúsculo y el desarrollo cultural a nivel estatal se detuvo. “Este sexenio será recordado como el peor en materia de arte y cultura del que tengamos memoria”.

Tatiana Zugazagoitia, creadora, bailarina y maestra de danza, considera que fue un sexenio complicado, ya que durante dos años todo estuvo parado por la pandemia, “eso hizo que las cosas estuvieran lentas”.

“Los recursos económicos fueron menores que en otros momentos a nivel federal, no solo estatal, y se resintió fuertemente. Creo que uno de los grandes retrocesos es el que los festivales de la Sedeculta estén supeditados a un apoyo federal y que se tenga que concursar para estos apoyos me parece terrible”.

Por otro lado, apunta que el Peón Contreras se quemó y todavía no está listo para abrir, y hay toda una serie de acontecimientos desafortunados que no ayudaron en lo más mínimo a que hubiera logros o avances.

Pese a ello, indica que uno de los logros fue la consolidación de la infraestructura de la Universidad de las Artes de Yucatán (UNAY) y que sus espacios estén todos juntos, “eso permite la profesionalización de una manera más sólida”.

En danza, afirma, no se llevaron al cabo proyectos de altos vuelos o interesantes desde la Sedeculta, “si no hay recurso es difícil hacer algo, por más que crean que los artistas vivimos del aplauso no es así, también comemos y las producciones cuestan, y si nos gustan las producciones bien hechas tenemos que asumir que cuestan”.

“Una de las cosas que nos han quedado a deber es la publicidad, todo está tan centralizado que a todo le tienen que dar el visto bueno a nivel federal en Ciudad de México, de manera que la publicidad para un Otoño Cultural acaba teniendo el visto bueno el mero día de la inauguración o al día siguiente, y para quienes nos hemos presentado en los primeros días del festival esto se traduce en que nadie supo del evento. Estas cosas, si no se trabajan en conjunto, no se entiende nada de cómo debe funcionar la cultura. Ha sido un sexenio muy difícil a nivel federal, que pusieron ciertas pautas y afectó a nivel estatal, fallaron mucho esas estrategias”.

“No sé si porque se siga viendo como algo menos importante, pero no se le ha dado la importancia que sí tiene a la cultura y en danza vimos pocas cosas. Yo misma acabé alejándome porque las posibilidades de producir con tan pocos recursos no son viables, para hacer algo mal hecho prefiero no hacerlo”.

“A ver qué pasa en esta administración, creo que es importante retomar a nivel de Secretaría de Cultura las riendas, tener un presupuesto autónomo de la Federación con el que realmente se pueda trabajar y valorar a los artistas y que no nada más el recurso se vaya en la nómina de una institución, porque así no tiene sentido existir”.

Resalta que hay que volver a valorar la cultura, y se necesita una inversión muy fuerte para que los teatros vuelvan a estar a tope, y no nada más parchados, “hay que recuperar más espacios, tener mucha mejor publicidad, una estrategia real y sólida, y no pensar que con hacer un flyer o un programa de mano digital va a funcionar o al subir cosas a las redes, no están gastando en publicidad y eso se está viendo en los lugares de los eventos”.

Subraya que el equipo que está trabajando en Sedeculta lo forma “gente que lo da todo, no son improvisados o que no trabaja, son increíbles, tenemos a gente de primera, pero están maniatados por la falta de recursos y eso es muy frustrante”.

Rosely Quijano León, escritora e investigadora especialista en lingüística, opina que la administración de Mauricio Vila no deja ningún avance ni contribución en el ámbito cultural y artístico, “de hecho todo lo contrario, todo su sexenio mostró un completo desdén por ella, no dando un presupuesto estatal adecuado para al menos la continuidad de algunos eventos ni logros que tuvo la administración anterior, como por ejemplo las bienales de arte, los Otoños Culturales con una presencia importante de artistas locales, nacionales e internacionales, mantener infraestructura de teatros, centros culturales, museos y bibliotecas”.

“Bajo su administración se cumplió por petición del Congreso local la publicación de la Ley de Cultura y Arte y se instaló incluso un comité que sesiona, pero sin ninguna aportación real. De esa ley derivaron proyectos o programas que solo se hicieron en papel pero jamás se operaron por falta de presupuesto e interés, como por ejemplo el Programa Estatal de Fomento de la Lectura, Libro y las Bibliotecas y el Depósito Legal, cosas que jamás se implementaron, pero están por escrito y publicadas”.

“Las condiciones lamentables en que dejan los espacios culturales del Estado, especialmente el Peón Contreras, son una gran metáfora del trabajo cultural de Vila: en ruinas”.

En el área de literatura, señala, su percepción está permeada por el hecho de haber sido parte durante tres años de la dirección de ese departamento. “Antes de que yo estuviera se eliminaron dos proyectos fundamentales: el Consejo Editorial y la Escuela de Escritores. Como consecuencia desaparecieron concursos literarios, solo se conservaron los que se ejecutan con presupuesto federal como el Certamen de Cuento ‘Beatriz Espejo’”.

Puntualiza que las publicaciones que se realizaron se hicieron a través de presupuesto federal, como el de Apoyo a Instituciones Estatales de Cultura (AIEC), pero no fueron suficientes en comparación con el número de publicaciones que se hacían anualmente en administraciones pasadas.

“Las condiciones del Centro de Apoyo a la Investigación Histórica y Literaria de Yucatán (CAIHLY), que sufrió severos daños por su cierre en pandemia y las lluvias, con deterioro de sus instalaciones, ocasionó su cierre casi definitivo, que se justificó con la pandemia, hasta que se metió un proyecto en 2022 a través del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, que autorizó por ese proyecto tres millones de pesos con los que se pudo salvaguardar parte del material hemerográfico y las condiciones del CAIHLY, que volvió a abrir sus puertas, al igual que publicaciones de libros que fueron presentados en 2023”.

Un retroceso

“De todas las artes, tal vez la literatura es la que menos importó, no obstante lo poco que pudo hacerse con presupuesto federal y el usar el influyentismo para acomodar a la hermana del director de Comunicación Eduardo Cabrera, razón por la cual en 2023 soy removida de ese lugar”.

“El departamento sigue operando con la nueva persona a cargo, que da curso a los proyectos que ya habían gestionado su presupuesto desde 2022. El ámbito de literatura incluye apoyo a escritores y publicaciones, pero también bibliotecas, CAIHLY y el programa nacional Salas de Lectura, que continuó operando únicamente con el presupuesto federal”.

“Los pendientes son muchos, este sexenio fue un retroceso para lo cultural y artístico en todo sentido, habrá que analizar para hacer un balance de los daños que se dejan, y partir de una nueva visión que refresque el ámbito cultural, porque lo poco que se dio fue para los mismos artistas de siempre, sin impulsar a nuevos talentos, nuevos géneros y nuevas dinámicas de fomento de públicos. Una gran deuda es el manejo de comunicación y de su directora, que jamás se preocupó por difundir con objetividad e igualdad los eventos, actuando con total incongruencia e incluso censurando artistas solo por capricho o según sus intereses personales”, lamenta.

Manifiesta que hizo falta trabajar en el fomento de nuevos públicos, de vinculación con otros estados en arte. Declara que desde la llegada de Loreto Villanueva Trujillo la Sedeculta se volvió una extensión cultural de la Segey, la mejor muestra fue “Mi escuela tiene talento”, que no era competencia de Sedeculta pero que operó desde ahí, dejando de apoyar a los artistas con trayectoria o nuevos talentos que se están formando en ello.

“La cultura y el arte a lo largo de todo el sexenio subsistió por el trabajo, el empeño y el amor por el arte y la cultura que tiene mucha gente que lleva años ahí trabajando, y los artistas que muchas veces ponen incluso de su dinero para sacar adelante un proyecto y la Sedeculta pone su nombre, pero no apoyó o no lo suficiente para su realización. No se generaron políticas públicas que hoy queden como emblemáticas o como sello característico de esta gestión, porque simplemente no fue una prioridad para el gobernador”, denuncia.

“La Sedeculta cierra este sexenio con opacidad, desdén hacia el talento artístico, y dejando una dependencia peor que como la recibió”.

Javier Barrera, artista visual, al ser cuestionado sobre los logros del gobierno estatal en este sexenio en torno al arte y la cultura, señala que “no identifico un proyecto que se destaque en esta administración en el tema cultural, dadas las circunstancias que vivimos de pandemia y de retos económicos, yo creo que mantener algunos proyectos, como los del Museo del Mundo Maya, el Palacio de la Música, la Sinfónica y algunos otros, fue lo rescatable”.

Sobre las artes visuales, apunta que fue bastante pobre el desempeño.

“Hay que mencionar que los espacios destinados para las exposiciones son muy limitados y están en muy malas condiciones, como el Centro de Artes Visuales que está frente al parque de Santa Ana, con instalaciones que requieren una intervención de inmediato, o las galerías del Teatro Peón Contreras y la del Callejón que están cerradas”, advierte.

“Muy contadas exposiciones se realizaron en este sexenio, muchas de ellas carecieron de un rigor curatorial”, subraya.

Auge desaprovechado

“Pienso que se ha desaprovechado el auge de las artes visuales que ha tenido nuestro Estado a partir de más de una década de contar con dos licenciaturas en Artes Visuales (en la Uady y la UNAY) y de la inversión y fomento que han realizado desde la iniciativa privada”.

“Recuerdo uno de sus proyectos más emblemáticos fue hacer un catálogo de artistas yucatecos, en el que se llevaron más de cuatro años en realizarlo y que no se sabe qué impacto ha tenido, se ha difundido muy poco”.

Considera que uno de los pendientes más importantes en el área cultural es que se restablezca el dinamismo que se tenía antes, con muchos festivales de teatro, música, artes plásticas y danza, que fueron cancelados y no se han podido retomar.

“Entiendo que la mayoría de los recursos están destinados al pago de la deuda que tenemos con la infraestructura: Gran Museo del Mundo Maya, Palacio de la Música y otros, y también a la nómina de la Secretaría de Cultura”, admite.

El artista visual espera que el gobernador electo Joaquín Díaz Mena sea mucho más sensible a este tema y que se pueda aprovechar todo el potencial que tiene la cultura para la sociedad.

En cuanto al futuro de las artes visuales, señala que es urgente activar los espacios con los que se cuenta, remozarlos, dotarlos de condiciones adecuadas para las exhibiciones, fomentar la creación de nuevos espacios, sobre todo en el interior del Estado, para aprovechar todo el talento que existe en Yucatán. Y ya con esta infraestructura sólida, generar programas de formación de públicos, profesionalización de artistas y productos culturales que aporten valor a la sociedad, como son identidad, cohesión y difusión del conocimiento.

María Eugenia Guerrero Rada, maestra de canto y fundadora del Taller de Ópera de Yucatán, manifiesta que para ella el gran logro en la parte cultural, después de años de gestiones del doctor Javier Álvarez y su equipo, fue el paso de la Escuela Superior de Artes de Yucatán a Universidad de las Artes de Yucatán, y la conclusión del edificio que reúne a todas las disciplinas en la antigua estación de trenes.

En materia de canto lírico y ópera, siente que hubo merma, lo cual cree que fue debido al poco interés o desconocimiento que se tiene sobre estas disciplinas.

Casi desaparece

“Creo que fue un sexenio difícil para la música académica, en el que casi nos quedamos sin Sinfónica; afortunadamente salió a flote por la gestión de mucha gente que impidió que el proyecto naufragara”.

“El proyecto de Ópera Universitaria se inaugura en este sexenio siempre por iniciativa de la UNAY y con un pequeño apoyo de la iniciativa privada. Esto es un logro, porque hoy más que nunca la iniciativa privada debe involucrarse en la cultura junto al sector público”.

Apunta que la gran tarea del gobierno entrante es lograr que la diversidad y la inclusión se vean reflejados en su plan de trabajo en materia de cultura, “todos los géneros musicales y artísticos deben ser programados y apoyados, los artistas locales con trayectoria deben ser convocados para asesorar a los jóvenes involucrados en la programación de los eventos, y el trabajo en las comunidades debe fortalecerse involucrándolos en la creación de sus centros culturales comunitarios”.

También señala que hay otra tarea pendiente, que tiene que ver con el aspecto laboral de los maestros de artes.— IRIS CEBALLOS ALVARADO