De origen humilde, derivado de un uso práctico en la cotidianeidad del campo cubano, la guayabera tomó carta de naturalización en Yucatán hacia finales del siglo XIX, y se expandió en buena parte del golfo de México, pero fue en las tierras del mayab donde trascendió de lo ordinario a lo extraordinario, convirtiéndose en una prenda tradicional, distinguida y muy a tono a las características climatológicas de la región cuyos habitantes la acogieron con gran alegría y orgullo.
La guayabera es una prenda de vestir cuya prestancia la vuelve idónea para ocasiones muy formales, sin embargo esta condición ha cambiado en los últimos años; sin dejar de ser una prenda de distinción y elegancia, ha cambiado la forma en que se presenta, adaptándose a las nuevas tendencias de la moda sin perder las características que le han dado fama.
Alforzados, bolsas y color blanco que antaño fueron características singulares de la prenda, ya no son privativas de la misma, el desarrollo de nuevos materiales ha hecho más versátil el colorido de la guayabera; el albo sello que por más de un siglo le distinguió ha cedido a tendencias cromáticas innovadoras, diferentes, originales y de fuerte carga estética.

Carlos Arguelles Miranda, catedrático de la licenciatura en diseño de modas e innovación, habla de los cambios que ha experimentado su diseño en los últimos años y señala que “con el paso del tiempo algunos diseños fueron cambiando, por ejemplo el cuello mao es más cerrado con respecto al tradicional, cambiaron la disposición de las alforzas y el número de bolsillos disminuyó o las mangas se acortaron”.

“La guayabera es una prenda distintiva y elegante, presente en las grandes ocasiones y eventos, perfecta para el tipo de clima por los materiales frescos con que se confecciona”, señala.
Las guayaberas de manga larga son más bien utilizadas en ocasiones formales por su elegancia y distinción; las de manga corta son más versátiles lo mismo pueden ser elegantes que casuales.

La incorporación de elementos tradicionales del textil yucateco, los afamados bordados polícromos de flores en punto de cruz, puestos de manifiesto en el terno de la mestiza, fue una primera aproximación del diseño de las guayaberas hacia una tendencia diferente, sin embargo este no ha sido el único diseño que ha trascendido.
El elemento orgánico monocromático, casi siempre en un tono neutro pero contrastante, le da un aire de masculinidad a las guayaberas.

“Sin perder su elegancia y distinción, la guayabera se ha adaptado a las necesidades de nuestro tiempo, hoy día es más común encontrarnos con empresas de diversos giros cuyo personal porta con garbo la prenda” explicó.
Diversas tonalidades de verdes y toda la gama de azules, los explosivos rojos, naranjas, guinda y amarillo, las amplias posibilidades del beig y el gris hasta la totalidad del negro, son tan sólo el lienzo sobre los cuales se confecciona la magia mediante la incorporación de elementos alforzados o bordados ya sean orgánicos o geométricos.

De igual modo el uso de grecas y elementos geométricos ubicados principalmente de forma vertical, genera múltiples posibilidades estéticas que realzan la prenda sin restarle elegancia.

En aras de una estética más reveladora, el número de bolsas se ha hecho menor ó desaparecido. Mejor suerte han corrido los alforzados cuyo uso prevalece.

La apertura en el diseño de la guayabera se ha flexibilizado tanto, que hoy día la constante búsqueda de nuevos destellos de creatividad y explosivas tendencias multicolores abren nuevos mercados a ésta prenda apreciada entre los turistas y locales, pero que también goza de la predilección de políticos, empresarios, invitados a ceremonias sacramentales y/o escolares. .— Emanuel Rincón Becerra
