Rodada de las Ánimas en Mérida con los Cicloturixes pasada por agua; se vivió con cientos de participantes a pesar de la lluvia
Rodada de las Ánimas en Mérida con los Cicloturixes pasada por agua; se vivió con cientos de participantes a pesar de la lluvia

Mérida, Yucatán.― En una noche marcada por la lluvia y el misterio, el Parque de La Ermita de Santa Isabel se transformó en el punto de encuentro de cientos de participantes que esperaban participar en una rodada especial hacia el cementerio general de manera conjunta con los Cicloturixes A. C. (que promueve el uso de la bicicleta como medio de transporte económico, ecológico y social).

Con carpas instaladas para ofrecer maquillajes que evocaban la tradición del Día de Muertos, la atmósfera se llenó de emoción y un toque festivo.

A las 8 de la noche, cuando la lluvia dio una tregua, los ciclistas comenzaron a llegar, ansiosos por iniciar su recorrido.

Con precaución y alegría, cerca de 500 personas se reunieron para compartir esta experiencia única.

Rodada de las Ánimas en Mérida con los Cicloturixes pasada por agua; así se vivió

Un ciclista, que prefirió ser llamado como un ánima feliz por pronto comer pib; con una sonrisa en el rostro, compartió su sentir:

“¿El destino? No creo, pero hoy nunca se nos va a olvidar.” Su comentario, lleno de humor, resonó entre los asistentes, reflejando el espíritu festivo que predominaba.

Los vecinos del barrio también se sumaron a la celebración, saliendo de sus casas para observar y ser parte de esta tradición que conecta generaciones.

Relatos de historias ocultas del cementerio

A las 9 de la noche, el grupo comenzó la “Rodada Silenciosa”, un viaje simbólico que los llevaría a explorar las historias ocultas del cementerio.

Al llegar, los ciclistas fueron recibidos por el antropólogo Yavé Jesús Alonzo Godoy, quien los guió a través de un recorrido lleno de relatos que desvelaban el misticismo y las leyendas que rodean el lugar.

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Las historias contadas por Godoy aportaron un aire de reverencia y conexión con los que han partido, enriqueciendo la experiencia de todos los presentes.

Con el reloj marcando las diez de la noche, el grupo inició su camino de regreso hacia el parque de la Ermita, guiados por elementos de seguridad que aseguraron el trayecto.

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Aunque la noche avanzaba, la alegría y la emoción permanecieron en el ambiente, dejando en cada ciclista un recuerdo imborrable de la noche.

Este evento no solo celebró la vida y la muerte, sino que también fortaleció la comunidad, uniendo a personas de todas las edades en una experiencia que trasciende el tiempo.

Sin duda, la rodada nocturna se consolidó como una tradición que, a pesar de las inclemencias del tiempo, siempre será recordada y apreciada por quienes participan.