“La calistenia no fue algo que busqué, fue algo que me encontró”, asegura Ángel Ruiz Sosa, quien descubrió en esta disciplina no solo un pasatiempo, sino también su negocio y, sobre todo, su propósito.
Este deporte, basado en el entrenamiento físico con el propio peso corporal, desarrolla fuerza, resistencia, flexibilidad y coordinación, sin necesidad de máquinas ni gimnasio.
“Desde ese primer entrenamiento supe que había encontrado algo más que ejercicio: había descubierto un propósito”, afirma con convicción.
Ruiz Sosa comenzó entrenando todos los días junto a sus amigos hasta que, tras la pandemia, decidió instalar una barra para practicar “freestyle” (estilo libre).
Ese gesto marcó el inicio de Kukulcán Sanctuary, una comunidad que hoy reúne entre 35 y 40 personas de todas las edades, unidas por la pasión de moverse, superarse y compartir su proceso de crecimiento personal.
Actualmente Ruiz Sosa imparte clases a jóvenes y adultos, creando un espacio donde chicos y chicas practican maniobras de “freestyle”, entrenan con disciplina y conviven con representantes de este deporte que incluso compiten en eventos nacionales como Desert Battles o Metropolitan Battles.
Para el entrevistado, la calistenia es mucho más que ejercicio físico: es cuerpo, estética y técnica. Es el dominio del propio peso por medio de movimientos que van desde lo básico —como dominadas y lagartijas— hasta rutinas aéreas de alto impacto que impresionan por su dificultad.
Además de esculpir el cuerpo, la calistenia tiene efectos positivos en la salud mental: libera la mente, genera bienestar y fomenta la disciplina.
Sin embargo, Ruiz Sosa advierte que practicarla sin el debido calentamiento o sin técnica puede provocar lesiones, ya que exige un alto nivel de fuerza y control.
“Hoy entreno a jóvenes que ya crean sus propias rutinas. Se nota su avance y su motivación por prepararse para competencias nacionales”, contó. “Aquí han entrenado atletas de élite como Tony Gastélum, campeón mundial, y hemos aprendido que lo más importante no es competir, sino compartir”.
Con una visión clara, disciplina y el deseo de impactar positivamente a otros, invita a la gente a que pruebe este deporte.
“Con o sin experiencia, no se necesita ser atleta, solo tener el deseo de comenzar. Porque la verdadera fuerza no está en los músculos, sino en la decisión de levantarte y empezar”, concluye.


