En esta cuarta entrega de la serie especial por los 100 años de Diario de Yucatán, se continúa visibilizando las historias de quienes han sido esenciales en su distribución de la noticia en Yucatán: las y los voceadores.
Desde las madrugadas hasta el sol del mediodía han recorrido calles, enfrentado tormentas y transformado un oficio en una pasión, una forma de vida y, en muchos casos, una tradición familiar.
Ya hemos conocido a 13 voceadores en las tres entregas anteriores.
Hoy, cuatro testimonios más —Lourdes del Rosario Nah Suárez, Margarita Villegas Samos, Mariano Tejero Arceo y Marilin de los Ángeles Larrocha Villegas— nos muestran el rostro humano de una labor que, más allá del periódico, habla de amor, esfuerzo y comunidad.
Ser voceadora, un legado familiar
Lourdes del Rosario Nah Suárez lleva 30 años vendiendo el Diario. Hija y nieta de voceadores, encontró en este trabajo un camino para continuar el legado familiar tras la muerte de su padre.
En Itzimná, donde atiende su punto de venta, es más que una vendedora, es “parte del inventario”, como dice entre risas.
Sus clientes confían en ella no solo para comprar el periódico, sino para estar al tanto de lo que sucede. Su palabra para describir este oficio es clara: amor.

Toda una línea de mujeres voceadoras
Margarita Villegas Samos, con 35 años de trayectoria, también representa una línea heredada de mujeres voceadoras. Inició junto a su tía y asumió su propio punto de venta cuando la vida la enfrentó a la adversidad.
“Al principio era divertido”, recuerda, pero hoy el trabajo se ha transformado en un motivo de orgullo.
Ella asegura que su constancia, incluso en los momentos difíciles como los ciclones o enfermedades, se debe al amor que siente por lo que hace.
“Es algo bonito”, dice con sinceridad al hablar del vínculo con el Diario y con sus clientes.

Más de seis décadas dedicadas al voceo: “Soy un comunicador”
Mariano Tejero Arceo, el más veterano de esta entrega, ha dedicado 62 años de su vida al Diario.
Desde los días en que repartía a pie o en bicicleta por calles sin pavimentar, hasta el frenesí de venta por promociones o grandes noticias, su historia refleja una vida entregada al oficio.
Tras un accidente grave en 1972, continuó su labor, fiel a su compromiso con la información y con su comunidad.
“Soy un comunicador, un agente de noticias”, afirma. Para él, ser parte del centenario del Diario es una fuente de orgullo profundo.

La nueva generación de voceadores
Marilin de los Ángeles Larrocha Villegas, con apenas cinco años en el oficio, representa a la nueva generación, aunque sus raíces en el voceo se remontan varias décadas atrás.
Su madre trabajó 27 años en el mismo punto que hoy ella ocupa.
Marilin tomó el relevo tras su fallecimiento, encontrando en esta labor no solo sustento, sino cercanía con sus hijas y un contacto humano valioso.
“La gente todavía pregunta por mi mamá”, dice con emoción. Para ella, ser voceadora es mucha alegría.

El voceo, una herencia viva
Con cada entrega, Diario de Yucatán no solo celebra su historia centenaria, sino que reconoce la dignidad y entrega de quienes han sido la voz en las calles.
Estas historias hablan de herencia, de mujeres que se sobrepusieron a la adversidad, de hombres que hallaron identidad en el trabajo y de nuevas generaciones que conservan una tradición viva.

Le invitamos a leer las últimas dos entregas para completar este recorrido por la historia de uno de los oficios más agotadores, pero satisfactorios.
Pero desde ya, cada testimonio refleja lo que significa verdaderamente ser voceador: salir cada día con un periódico bajo el brazo y el corazón en alto.
