Un puesto de comida bajo un puente o a la vera de la carretera; un vendedor de diversos productos en un transitado cruce vial; un multi oficios que se anuncia en las redes sociales o quien comercializa artículos diversos en línea, hasta quienes hacen una actividad extra más allá de su trabajo formal, todos tiene en común algo: se ganan la vida en el comercio informal, ese que no se cuantifica en las estadísticas, que evade todo compromiso fiscal y que compite de manera desleal con lo establecido.
Si bien esa condición de informalidad hace muy difícil tener cifras o estadísticas claras del impacto económico que ésta tiene en Yucatán, es muy probable que en números conservadores poco más del 50% de todo lo que se genera en el estado provenga de ésta, lo cual no resulta aventurado de creer si se parte de la idea de que así como existe una oferta informal de bienes, productos y servicios también existe un mercado que requiere de esa misma informalidad para poder acceder a dicha oferta ante la precariedad de sus ingresos.
Pareciera que un universo económico paralelo se hiciera presente y contrastante contra las esperanzadoras cifras de inversión del estado en programas de desarrollo, alegres cifras de ocupación del 97%, mejor crecimiento económico y un mayor número de personas saliendo de la pobreza que en otros estados de la república; como si Yucatán y concretamente Mérida fuera la panacea de todos los males y la meca de oportunidades más accesible para quienes buscan un mejor porvenir. Nada más alejado de la realidad.
Para conocer un poco más del tema y profundizar en el ambulantaje como amortiguador del desempleo en Yucatán y el impacto económico que tiene en el entorno local, la doctora Raquel Alvarado Cabrera, directora del Programa Académico de la Escuela de Administración y Dirección de Empresas, Finanzas y Contaduría de la Universidad Anáhuac Mayab, comparte algunas consideraciones para tener una noción más exacta sobre el tema.
¿Qué tanto influye el comercio informal en la absorción de mano de obra no calificada?
“El comercio informal es para muchas personas su red de protección, la única forma de obtener un ingreso, les ofrece en cierta forma seguridad, de fácil acceso, sin tanto formalismo, trámite, sin mayores requisitos, conocimientos o capacitación”, dijo.
“Por otro lado tenemos el caso de aquellas personas que tienen un trabajo formal, cumplen su horario laboral y después realizan una actividad adicional para hacerse de un ingreso extra; esto de alguna manera es también una expresión de la informalidad, un ingreso no declarado del cual no hay registro. Se tienen las ventajas que otorga el empleo formal y al mismo tiempo se gana un ingreso extra que fiscalmente no es rastreable o contabilizado para efectos estadísticos”.
¿Qué impacto ha tenido la digitalización en la competitividad del comercio informal?
“Es de llamar la atención cómo la digitalización ha hecho posible que muchas personas ofrezcan en línea bienes, productos y servicios que no necesariamente están registrados ante las autoridades fiscales o están regulados, es otra expresión de la informalidad y al mismo tiempo una competencia desleal; el problema estriba en que estos bienes, productos y servicios, al no estar regulados, no están dentro de una normatividad y en consecuencia no tiene garantía alguna o forma de reclamar ante una situación no esperada”.
¿Qué factores estructurales empujan a las personas hacia el comercio informal?
“Yo me referiría tres muy evidentes: la pobreza, la falta de oportunidades y lo que el estado deja de hacer al respecto. Es de llamar la atención de cómo las autoridades ofrecen cifras optimistas en el papel pero que en el terreno de los hechos que en la realidad no cuadran. Se habla de 49 mil millones de inversión para Mérida, una tasa de ocupación laboral del 97%; que muchos de las 500 mil personas que salieron de la pobreza son de Yucatán, pero en los hechos la realidad es muy distinta: bajos ingresos, un constante comercio informal, carestía, falta de oportunidades y una migración de otras entidades tratando de encontrar mejores condiciones de vida en un entorno que no refleja la bonanza de las cifras oficiales. Falta normatividad, capacitación laboral y dinamismo.
¿Cuánto aporta el comercio informal al dinamismo económico de Yucatán?
“Es difícil cuantificar el impacto de la informalidad en la economía de Yucatán, es la propia condición de informalidad lo que hace difícil llevar una estadística al respecto, pero algunos sectores como el comercio, que monitorea la competencia desleal o el comercio informal, hablan de poco más del 50% de todo lo que representa ventas en la entidad proviene de la economía informal e incluso se habla de un crecimiento de 3% anual de ventas por parte de quienes comercializan al margen de la ley.
¿Qué políticas públicas podrían facilitar la transición hacia la formalidad?
“Tiene que ser políticas muy reales, muy apegadas a lo que hoy día está sucediendo en la economía de Yucatán; promover la formalidad es un acierto, lo que hay que eficientizar es la forma en que se estimula esta formalidad. Para quienes laboran en la informalidad los mecanismos hacia una eventual formalización de su actividad económica debe estar respaldada por una reducción de la carga administrativa, simplificación de trámites, coherencia entre las políticas públicas y lo que se hace en el terreno de los hechos, fomentar la capacitación, acceso a fuentes de financiamiento, etc.
“Combatir la informalidad o el ambulantaje no es solo hacerlo invisible a la vista a los turistas e inversionistas, hay que ofrecer verdaderas alternativas. Es aquí donde las ferias del empleo abren un camino muy importante porque es algo que no se hace en muchas partes del país pero que en Yucatán es una constante. Lo que hace especial a estos eventos en la entidad es que muchas de estas son ferias temáticas dirigidas a sectores sociales muy específicos: empleo para jóvenes, empleo para adultos mayores, para universitarios, primer empleo, empleo para grupos vulnerables; el que las autoridades y las empresas se coordinen abre la posibilidad de que muchas personas accedan a un empleo acorde a sus características, capacidades, conocimientos y habilidades.
“Fomentar el autoempleo y el emprendedurismo son también formas de combatir la informalidad cuando éstas vienen acompañadas de una adecuada capacitación para cumplir con las obligaciones fiscales que les corresponden”, finalizó.


