Entre el murmullo de las familias, el aroma de los antojitos y el inconfundible sonido del trenecito, el Parque Zoológico del Centenario volvió a confirmar ayer por qué es uno de los espacios más entrañables de Mérida.



Durante el último fin de semana del año registró una alta afluencia de visitantes locales, nacionales y extranjeros, muchos de ellos atraídos no solo por los animales y las actividades recreativas, sino por el valor emocional que este sitio representa para generaciones enteras.
Para Aldair de la Rosa Castillo, la visita tuvo un significado especial. Ahí celebró su cumpleaños número 27 acompañado de sus padres, hermano y cuñada, regresando a un lugar que marcó su niñez.
En su infancia, recordó, sus papás lo llevaban al Centenario después de consultas médicas para animarlo.
Aunque llevaba años que no acudía, compartió que estaba sorprendido por el buen estado del parque, el mantenimiento del tradicional trenecito y el mayor número de animales.
Historias como la de Aldair se repiten una y otra vez. José Diego Ávila, originario de Mérida y residente en Cancún, acudió con su esposa y sus tres hijos para pasar las fiestas decembrinas en la ciudad.
Desde el mediodía recorrieron el sitio, reviviendo recuerdos del Centenario de su niñez. Aunque reconoció que Mérida ha cambiado y que hoy hay más gente y turismo, destacó la modernización del zoológico y el cuidado de áreas como el serpentario y los espacios de grandes especies.
En 2025 el Parque Zoológico del Centenario no solo fue escenario de paseos familiares y celebraciones personales: conmemoró 115 años de historia, desde su inauguración en 1910 como parte de los festejos por el centenario de la Independencia de México.
Lo que inició como un jardín botánico se transformó con el paso del tiempo en un zoológico emblemático, sin perder su esencia como espacio público accesible y punto de encuentro para las familias meridanas.
Con precios accesibles y simbólicos —como el trenecito cuyo boleto cuesta $1—, espectáculos infantiles, venta de globos y botanas, el Centenario mantiene viva una tradición que se transmite de generación en generación. A lo largo de más de un siglo, el parque ha sido testigo de cumpleaños, regresos al hogar, primeras citas y memorias que hoy se renuevan con cada recorrido.
Así, entre recuerdos del pasado y un presente lleno de vida, el Centenario reafirmó su lugar como un símbolo de identidad para Mérida: un espacio donde la historia no se queda en los libros, sino que camina, ríe y celebra junto a quienes lo visitan, las familias yucatecas que cada año lo visitan, caminan y contemplan a sus animales. Un zoológico único en su tipo que quedará para seguir contando historias que aún faltan por escribirse.— DANIEL BAUTISTA SILVA
