La creciente del río Cazones inundó Poza Rica, que quedó enterrada en fango, entre muebles hinchados, excremento, cadáveres de animales y manchas de aceite (Foto de El Universal)
La creciente del río Cazones inundó Poza Rica, que quedó enterrada en fango, entre muebles hinchados, excremento, cadáveres de animales y manchas de aceite (Foto de El Universal)

Los días pasan y las escenas siguen siendo terribles en algunas zonas del país donde se registraron inundaciones por las recientes lluvias y desbordamiento de ríos, incluso algunos de los afectados señalan que “está peor”.

En Poza Rica, Veracruz, una de las comunidades más afectadas, el olor a podrido se extendía este miércoles varios kilómetros alrededor.

En el centro de la ciudad, una persistente nube de polvo flotaba sobre la avenida principal donde los militares trabajan sin parar.

Calles con gran cantidad de agua y lodo en Poza Rica

Más al Este, cerca del río Cazones que se desbordó el viernes, varias calles tienen todavía un metro de agua y lodo sobre el que se acumulan otros dos metros de basura, muebles y escombros.

“Una semana después esto se ve horrible, peor, no hay paso”, lamenta Ana Luz Saucedo, quien huyó como pudo con sus hijos, uno de ellos ciego, cuando les llegó el agua “como mar”. La mujer señaló que “pareciera que fue un tsunami”.

Ahora le preocupan las infecciones porque, según denuncia, además de la basura y el lodo, cerca de su casa hay un cadáver que todavía no ha sido recogido.

“El difunto ya se reventó y no han venido por él”, advierte.

Detectan más daños por las inundaciones y lluvias

Los daños causados por las lluvias de la semana pasada no dejan de aumentar. El gobierno contabiliza 66 muertos por ahora, pero la cifra de desaparecidos siguió subiendo y ya llega a 75 personas.

Además, 191 localidades siguen todavía incomunicadas, la mayoría en Hidalgo, en una zona montañosa del centro del país donde los helicópteros tienen problemas para llegar debido a la nubosidad constante.

Las autoridades han atribuido lo ocurrido a la confluencia de varias situaciones atmosféricas —dos sistemas tropicales y un frente frío y uno cálido— justo al final de una fuerte temporada de lluvias que dejó ríos a toda su capacidad, los mantos freáticos totalmente cargados y cerros debilitados.

Opinan que la alerta por lluvias llegó tarde

Pero hay vecinos, como Ana Saucedo, que creen que las alertas llegaron tarde, al menos en Poza Rica.

“Hay mucha gente que falleció porque no avisaron, la verdad no avisaron”, se quejó la mujer.

“Vinieron cuando ya el río ya se estaba saliendo… pero no fue antes como para que la gente se fuera”

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha insistido esta semana en que en estos casos no funcionan las alertas como las que se pueden poner en marcha cuando hay huracanes.

Sin embargo, reconoció que, una vez concluida la fase de emergencia, tendrán que revisarse los protocolos “para ver qué funcionó, qué es lo que necesitamos mejorar y… saber si hay mejores mecanismos todavía de alertamiento”.

Deficiente mantenimiento de los ríos

La falta de mantenimiento de los cauces de los ríos también se ha convertido en motivo de polémica.

La Comisión Nacional del Agua (Conagua) indicó el martes que hay un “programa integral y permanente de desazolve de ríos, canales y la conformación de bordos de protección en las entidades del país con mayor vulnerabilidad”.

Sin embargo, entre las obras realizadas no se habla del río Cazones, que llegó a cubrir algunas zonas de Poza Rica con hasta cuatro metros de agua, una situación que la presidenta se comprometió a revisar.

Despliegue de militares y civiles en zonas afectadas por lluvias

El despliegue de emergencia de soldados, marinos y equipos civiles continuaba en los estados más perjudicados, así como la ayuda de cientos de voluntarios.

En Poza Rica, por ejemplo, con un grupo de mujeres llegadas del Puerto de Veracruz que repartían ropa y mil tamales que habían preparado para los damnificados.

Mientras, las autoridades trabajan en el restablecimiento del paso por las decenas de carreteras que siguen cortadas, así como de la electricidad, mientras controlan el estado de las presas, muchas de ellas al máximo de su capacidad.