TIZIMÍN.- En las comisarías de Tizimín, la muerte conserva un rostro antiguo, pues aún hay familias que, al perder a un ser querido, lo despiden como lo hacían sus abuelos.
Envuelto en una sábana blanca y depositado directamente en la tierra, sin caja, sin velorio lujoso, sólo con rezos, flores silvestres.
Aunque también hay familias con mejores condiciones económicas que se esmeran por construir fosas, decoran, invierten para hasta realizar pequeñas casas rusticas o enlosadas.
Elevados costos por servicios funerarios
La comisaria de Sucopo ubicada a unos 10 kilómetros de Tizimín es el reflejo de muchas otras del municipio.
Los costos de un servicio funerario formal superan los siete mil pesos, una cantidad inalcanzable para muchas familias que apenas sobreviven con trabajos del campo.
No hay para tanto gasto, reconocen los pobladores, pues ellos mismos pagan para que se haga la fosa en la tierra y con sábanas blancas envuelven a su difunto.
Sin embargo, en el mismo cementerio, que es un pequeño predio ubicado en la periferia de la localidad también se observa el contraste.
Hay quienes tienen mayores recursos que levantan tumbas con losas modernas, adornadas con mosaicos y cruces de mármol.
La pobreza se refleja en las tumbas
En cambio, otras sepulturas apenas se distinguen por una cruz de madera o un montículo de tierra cubierto de maleza.
El camposanto incluso desde hace años opera al límite de su capacidad y refleja la desigualdad de las comunidades.
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En algunos puntos se observan pequeñas bóvedas que parecen casitas, mientras que en otros sólo quedan ruinas y nombres que ya casi ni se distinguen por el tiempo.
Según los vecinos de la comunidad no hay exhumaciones y los restos permanecen donde fueron sepultados, aunque el espacio ya es insuficiente.
Reportan saqueos por falta de vigilancia
Además, hay un descuido durante todo el año pues no hay vigilancia. Cuando entierran a alguien con prendas de oro, no falta quien saquee el cuerpo y extraiga dichas piezas del fallecido.
Pero eso no es todo, en las comisarías más apartadas, las tumbas de los olvidados abundan.
Lo anterior debido a que muchos hijos y nietos emigraron a otros estados en busca de trabajo y nunca volvieron.
En dichos lugares sólo quedan cruces viejas y el silencio de un lugar donde el tiempo parece detenido.
Sólo es en estas fechas cuando es limpiado, pintado, y hasta uno que otro familiar regresa a encender alguna veladora o dejar un ramito de flores de la región.



