(Primera Columna publicada el 22 de febrero de 2001)
A la sombra del laurel, don César Pompeyo estaba enfrascado en la lectura de un libro. Al llegar el reportero a la banca de costumbre, no percibió, como siempre, el olor leve y discreto a Roger y Gallet, Extra Vielle.
-¿Ya no se pone usted agua de colonia, don César? -Lo prohibió Víctor anoche en su homilía de Montejo. Los únicos perfumados son los del Trife.
El reportero sacó su pañuelo, lo tiró con disimulo al bote de basura y preguntó al señor Pompeyo qué leía con tanta atención.
-Es una antología de éxodos, emigraciones, concentraciones y movilizaciones. Tomo sexto de “Grandes hazañas del transporte”. Este capítulo relata cómo Aníbal, con 75.000 cartagineses y 40 elefantes, que son el equivalente de 5.000 autobuses y taxis, llanta más o llanta menos, cruzó los Pirineos, los Alpes y los Apeninos para infligir espantosas derrotas al Imperio. Aníbal no tragaba a los romanos.
-¿Cuánto les pagó a los cartagineses? -Entonces se hacía gratis. Por amor a la camiseta. El siguiente capítulo cuenta cómo Napoleón cruzó el Mediterráneo para invadir Egipto y diezmar a los mamelucos. Hasta México figura en la antología, con aquella concentración de ferrocarrileros y maestros al principio del sexenio del presidente Ruiz Cortines.
-Tu periódico lo publicó también -prosiguió-. Uno o dos días antes de la toma de posesión, o de su primer informe, los manifestantes tomaron la calle y se quedaron allá. Invadieron locales. Paralizaron el tránsito. Que no aceptaban esto. Que demandaban aquello. Un desacato al señor Presidente.
-Le estaban midiendo el aceite a don Adolfo, ¿no? -Creo que sí, reportero. El caso es que Ruiz Cortines, sin hacerle caso al desacato, sin mencionarlo ni siquiera, pronunció su discurso de toma de posesión, o rindió su primer informe…
-¿Qué pasó después? -Al día siguiente salieron a la calle los granaderos y tranquilizaron a los ferrocarrileros ya los maestros.
-¿Es usted partidario de la tranca, don César, o de la tercera vía? -¿De dónde sacas eso, reportero? No se te vaya a ocurrir…
-De ninguna manera, don César. Usted sabe que yo soy incapaz de…
-No me metas en más enredos… En fin, que al día siguiente de la tranquilización salió en “Excélsior” una caricatura que se hizo famosa. Estoy casi seguro que de Freyre. Está Ruiz Cortines sentado a una mesa, vestido como don Juan Tenorio. Con una mano empuña la espada. Con la otra la pluma con que firma un documento, que se supone que es su discurso.
-¿Eso es todo? -No, aquí viene lo bueno: debajo de la caricatura está aquel verso inmortal de Zorrilla: ¡Cuán gritan esos malditos, pero mal rayo me parta si en terminando esta carta no pagan caros sus gritos! -¿Cuántos eran los malditos, don César? ¿75.000? -No: 75.000 son los que fueron al Paseo de Montejo, según números redondos que dio Víctor. En realidad fueron 74.817.
-¿Los contó Gobernación? -No era necesario. Víctor sabía desde el sábado cuántos iban a venir al mitin del martes. Esas cosas no se improvisan ni salen solas. Hay que avisar al presidente municipal, ir a buscar a la gente, exprimir las naranjas…
-Como sea, don César: fue una hazaña. ¡Llenar el Paseo de Montejo! Ni el Carnaval. ¿Qué vamos a llenar ahora con la tercera movilización? -No sé, tal vez el viaducto del Puerto de Altura.
-Yo creo que el desacato no va a llegar al mar, don César. Ya trascendió que México está impresionado con el mitin de Montejo. A la legua se vio el trabajo del profesional. Fue una obra maestra de la ingeniería motriz. Parece que Fox se va a llevar a Cervera al gabinete como Secretario de Comunicaciones y Transportes.
-Hay un antecedente, reportero. Cuando vino don Porfirio en 1906 quedó tan impresionado con la obra del gobernador don Olegario Molina, que se lo llevó como Ministro de Fomento. Y, fíjate qué coincidencia, la Arquidiócesis dice que Víctor es un porfirista hecho y derecho.
Ciento por ciento.
-¿Qué Arquidiócesis? -La de Guadalajara. Tú lo publicaste ayer en la primera plana, a cuatro columnas. Da a entender que en Yucatán estamos retrocediendo…
-Hace rato, don César. En Guadalajara están descubriendo el Mediterráneo. Ya casi retrocedimos a los años de 1840, cuando le pedimos a México que nos viniera a salvar, porque ni Londres ni Washington nos pelaban, como se dice ahora.
-Antes de que regresemos a la cueva de Loltún, hazme un favor, reportero: cruza al Olimpo y ve si me consigues un ejemplar de Don Juan Tenorio. No el de Tirso: el de Zorrilla. Envuelto para regalo.
-¿Es para Fox?
