(Primera Columna publicada el 19 de diciembre de 2006)
En los últimos nueve meses de su vida breve de 31 años, la poetisa estadounidense Silvia Plath compuso en 1963 “Tres mujeres”, poema publicado en 1971 en su libro póstumo “Arboles de invierno”. Hay en estos versos ciertas semejanzas con el invierno político de Yucatán en este fin de año.
Si adaptamos el argumento del poema a nuestra campaña electoral, veremos a “Tres mujeres”, la deseada, la rechazada y la imposible, que se quitan las máscaras para luchar contra los artificios, prejuicios e imposiciones en la lucha por el poder.
El tiempo dirá lo que haya de realidad o fantasía en esta comparación que busca ilustrar el peso específico que tienen o tendrán Ivonne Ortega Pacheco, Ana Rosa Payán Cervera y Dulce María Sauri Riancho en la contienda del PRI, el PAN y el PRD por la gubernatura.
Es preciso referirnos primero a un hombre para entender nuestra alegoría. Si son ciertas las impugnaciones de sus adversarios, Xavier Abreu Sierra representa, tal vez como ningún otro de sus funcionarios, el lado oscuro, los bordes desgastados de la administración de Patricio Patrón Laviada. Los inconformes juran que a la maquinaria del gobierno y su partido, bien lubricada con fondos públicos, se debe, a las buenas oa las malas, el triunfo del señor Abreu en la contienda interna panista sobre Luis Correa Mena y la señorita Payán Cervera. Se ha oído con frecuencia que Xavier fue el precandidato más fuerte, pero puede ser el candidato más vulnerable si la decisión de los 12.000 militantes panistas que lo elegido el domingo no coincide con la voluntad de la mayoría de los yucatecos.
Los tumultos intestinos, las discrepancias domésticas en casa de Acción Nacional permiten discutir los siguientes escenarios:
1. Fortalecida su débil presencia en Mérida por un candidato idóneo a la alcaldía capitalina, Ivonne Ortega instala de nuevo al PRI en Palacio apoyada en la superioridad que a ella se le reconoce en el interior del estado.
2. Dulce María sale del mutismo en que se ha encerrado desde su inesperada derrota en los comicios internos del PRI y acepta la candidatura que le ofrece el PRD. Los partidarios de la ex gobernadora interina defeccionan también y quitan a la señora Ortega Pacheco los votos priístas que necesitan para derrotar a Xavier Abreu.
3. En rebeldía contra el proceso “pervertido” que la está privando de la candidatura, Ana Rosa lleva su protesta hasta las últimas consecuencias, sean éstas cuales fueren, y abre en el PAN una grieta profunda por donde escaparan a otros partidos los votos que el señor Abreu necesita para compensar sus presuntas desventajas de candidato oficialista y personero del continuismo.
4. Correa Mena se solidariza con la insurgencia de la contadora Payán Cervera y propina un golpe que puede ser fatal a la estrategia que se atribuye al grupo de Patricio Patrón: a proteger y nutrir sus intereses con una victoria de Xavier Abreu. Este golpe de timón señalaría el comienzo de una batalla por el control del PAN entre dos nuevos aliados, Luis y Ana Rosa, que fueron antes rivales punto menos que irreconciliables.
5. Dos hombres se unen contra tres mujeres. Para no cancelar, con nueva rebeldía, su futuro dentro del PAN, Luis Correa acepta la candidatura a la presidencia municipal que Xavier Abreu le ofrece como premio de consolación.
6. Dos protagonistas de otro enfrentamiento individual que llegó al escándalo, Ana Rosa y Dulce María, en un giro de 180 grados asocian sus querellas y presentan, con candidaturas bajo una misma bandera, un frente común en busca de la gubernatura y la alcaldía. Un campanazo sin precedentes.
Seis escenarios que, insistimos, pueden tener más de ficción que de realidad. Las disidencias y discordancias que marcan el final de la precampaña pueden ser terremotos que cambien el paisaje. También concretarse a sacudidas que sean sólo el resultado de sismos como los que acomodan la corteza terrestre con más susto que daño.
Regresamos al poema de Silvia Plath. Más temprano que tarde sabremos quién de las tres mujeres es la deseada, cuál la rechazada. Si alguna es “imposible”. La poetisa, rebelde a los modos y maneras de su tiempo, tiró la toalla: su muerte, en 1963, fue un suicidio. ¿Un aviso a nuestros rebeldes?
Más allá de preguntas y respuestas está el suceso nunca visto de la influencia simultánea, indudable, decisiva quizás, que en este invierno están ejerciendo a Ivonne, Ana Rosa y Dulce María sobre nuestra cosa política.
Si consideramos que Beatriz Zavala Peniche ya juega en las Grandes Ligas, como secretaria de Desarrollo Social en el gabinete presidencial, y Carolina Cárdenas le sigue los pasos, como subsecretaria de Turismo, tenemos que admitir, como hace la columna con gusto, que la mujer yucateca se está poniendo al día en una tendencia mundial que tiene en Sudamérica, Estados Unidos y Europa, entre otros ejemplos, a la presidenta chilena Michelle Bachelet, la senadora Hillary Clinton, la primera ministra de Alemania —cuando no se habla el alemán mejor es no escribirlo— y Segolene Royal, la diva socialista que va al frente de los candidatos a la presidencia de Francia con el lema de :“¿Por qué tenemos que ser tristes, feas y aburridas para poder entrar en la política?”.
Hacemos votos porque las tres mujeres de nuestro invierno político estén todas presentes a las doce en punto de una campaña electoral alegre, bonita e interesante.
