(Primera Columna publicada el 4 de noviembre de 2011)
Con motivo del bautizo de la “Glorieta 4 de julio”, dispuesto para hoy, el túnel que la atraviesa fue el tema de la plática de Vittorio Zerbbera y César Pompeyo en el parque de San Juan.
—¿Qué hay, César, en el fondo del túnel? —preguntó el mafiólogo italiano.
—El túnel, Vittorio, y las imprevistas calamidades que lo rodean son la consecuencia de una idea repentina concebida con fines políticos que…
—Dispensa la interrupción, César, pero mi español todavía es limitado. ¿Qué quiere decir “engendro”?
—“Engendro” tiene dos significados —instruyó Pompeyo—. El primero es persona muy fea. No le va mal al túnel: nos dejó una glorieta que deprime.
—¿Y el segundo significado, César?
—Ese le queda al túnel como anillo al dedo, Vittorio. “Engendro” también significa “plan absurdo o mal concebido”.
—La obra del túnel, como te explicaba cuando me interrumpiste, tuvo claro propósito político. Su inopinada concepción…
—Perdona otra vez: ¿Qué significa “inopinada”?
—Inopinada quiere decir “inesperada, que sucede sin haber pensado en ello”. La prueba de que el Ayuntamiento no sabía que iba a construir un túnel es que el 18 de abril inició una serie de trabajos para remozar la glorieta, con su fuente, y los concluyó en tres semanas a un costo que hasta hoy ignoramos y nos da miedo averiguar.
—Remozaron el mosaico veneciano, sustituyeron los cables eléctricos para mejorar la iluminación e instalaron nuevo sistema de riego. No voy a acabar si te describo lo que dicen que hicieron en albañilería, plomería y limpieza del sistema hidráulico. Se adornaron.
—Toda la obra, Vittorio, se hizo para rescatar de su deterioro a la glorieta y la fuente, para conservarlas e impulsarlas como parte que eran del Patrimonio Artístico del Siglo XX en Mérida. Eso dijeron.
—Y resulta, querido amigo, que el 10 de mayo la Comuna anunció que destruiría todo lo construido en la glorieta. Lo haría pedazos para hacer el túnel.
—¿Por orden de quién, César?
—Por orden de una persona con autoridad para hacer lo que le da la gana, en el momento en que quiera hacerlo, sin consultar con nadie y sin medir las consecuencias, porque no está acostumbrada a reflexionar. O por orden de una persona que está habituada a obedecer sin chistar.
—¿Se refiere usted, César, a madame Ivonne Ortega y su clonación Angélica Araujo?
—Eso lo dices tú, Vittorio. Yo me concreto a mencionar los pecados, sin nombrar a las pecadoras. Lo que es evidente es que al gobierno se le ocurrió dar un campanazo para maquillar la mala fama que arrastra: en vez de rescatar la glorieta, vamos a rescatar a Angélica y su estropeada candidatura a gobernadora. No pensaron, porque no suelen pensar, que podrían destruir a ambas: la glorieta y la alcaldesa.
—Y así se les antojó, Vittorio, de buenas a primeras, excavar un túnel para detener la circulación de los escándalos en que se han metido las dos señoras. No les importó un pito, por miedo a un desastre en las elecciones de 2012, mandar al basurero de la historia una glorieta que se acababa de reconstruir porque era parte del Patrimonio Artístico de la capital yucateca y uno de los gratos paisajes urbanos que la embellecían e identificaban.
—A la idea descabellada se opusieron, es natural, los que usan la cabeza. Pero esta vez si fue planeada la acción oficial. En burdeles y otros antros de perdición reclutaron hordas…
—¿Qué es una horda, César?
—Un conjunto de individuos sin civilizar, de costumbres primitivas, que dado el caso pueden actuar de manera sanguinaria. Pues bien, el gobierno reclutó hordas de cafres de uno y otro sexo… Antes de que me preguntes, cafre es una persona bruta, violenta y grosera.
—Prosigo: los cafres, custodiados por la policía, molieron a palos a hombres, mujeres y niños que se habían reunido en la glorieta, el 4 de julio, en una protesta pacífica.
—En memoria de esa agresión inhumana es el bautizo de hoy en la glorieta del túnel. Un túnel que fue concebido como rescate político y puede resultar un mausoleo electoral. Un túnel que es ya un monumento indestructible a la ignominia.
—Ignominia, Vittorio, es la situación o estado de quien ha perdido el respeto de los demás, generalmente por su conducta o por sus actos vergonzosos.— Mérida, Yucatán, 4 de noviembre de 2011.
