Tremenda postal para empezar el año. De izquierda a derecha

Muchos rejoneadores han dicho que torear la tarde de Año Nuevo en la Plaza Mérida es algo especial. Lo dicen igual sus aficionados.

Y ayer, al iniciar 2018 se vio esa magia que envuelve el coso de Reforma. En el ruedo, y en el tendido.

Andy Cartagena perdió la puerta grande por fallos con el rejón de muerte, y su caballo “Humano” causó sensación por su impresionante clase. Pudo tener un triunfo enorme, como el 29 de octubre pasado, y todo quedó en una oreja y un grato sabor.

Fue espectacular verle a él y a su cuadra. En otra dimensión en su monta, su toreo.

Jorge Hernández Gárate se llevó un apéndice y Horacio Casas cumplió con lo que pudo. Pero Hernández Gárate y Casas se toparon con los dos mejores toros de un encierro de San Martín (cinco) y Begoña. El segundo y tercer toro pedían lidia, tenían gas, fondo y bravura de la que escasea en el ganado bravo mexicano. Una pena. Y vaya que hay que ponerse de pie ante los Forcados Queretanos, que realizaron tres pegas sensacionales dos de ellas ante toros casi crudos, los que fueron mejores.

La Mérida vibró con los valientes queretanos que dieron vueltas al ruedo triunfales.Y de eso de trata en una tarde como nuestra tradicional de Año Nuevo.

La Fiesta es bella, pero ver una corrida de rejones así es algo que le da una poderosa razón de ser a este día.

Me decía Cartagena tras la muerte de su primer toro que “no tiene comparación estar cobijado por esta afición”. Y eso que no había salido “Humano” a la arena.

Tras una gran labor de inicio, se fue por él y enloqueció a la afición con su desplante, llevando al caballo patas arriba de extremo a extremo. La gente le pidió hacerlo y repitió, no una sino dos veces. “Este animal es… no sé, una bestialidad. No tengo palabras. Existe algo en él que le permite manifestarse de esa forma”, dijo Andy sobre una de las estrellas de su cuadra.

De la misma forma como fue una pena que sus dos alternantes hayan dejado ir a segundo y tercero, mucho más fue penoso que Cartagena falle con el acero porque la afición estaba en un cúmulo de felicidad.

Gerardo Alcocer, Luis Antonio Suárez e Ismael Rodríguez hicieron las pegas, pero, me decía el primero, fue en labor de equipo, “y así todo es mejor”.

Ciertamente. Como cuando hablas de que haya un poco de todo en una tarde para que sea redonda. Los toros fueron de alta nota.

San Martín, la vacada que Pepe Chafic amó como a su misma vida mientras vivió (hoy es propiedad de Alberto Bailleres), regresó en grande a la Mérida.

Cartagena está en un momento en que levanta la mano entre los tres mejores del mundo. Cabalgando y toreando. Porque dirigir una cuadra de caballos como hace él es de privilegio.

Y vimos a Gárate bien, pero todo apresurado. Lo que pudo darle algo importante lo perdió él mismo.

Al final me topé con Roberto Gómez “El Zorrillo”, un chaval meridano que quiere ser novillero profesional. En el sexto toro, de Casas, tuvo permiso para hacer un quite y realizó dos. No podríamos hablar de un dechado de pureza, pero sí de un ímpetu de esos que, de verlos, te hacen pensar en que mientras siga habiendo quienes sueñan, la historia puede seguir escondiéndose.

No fue tal vez la más espectacular de todas, ni la más triunfal. Fue una tarde que hizo grande nuestra tradición de ir a los toros en Año Nuevo. Y remato con una frase de Alex Aguilar, fotógrafo de Under Armour, la famosa firma deportiva que tiene en su portafolio a figuras como Michael Phelps y Tom Brady: “Es algo grandioso ver una corrida”. Estadounidense con ganas de conocer, se fue como otros que salieron felices de la Mérida. Esa es la idea de una tarde como nuestra corrida de Año Nuevo.— GASPAR SILVEIRA MALAVER