Nota del día
Una sociedad sólida suele ir hermanada del buen periodismo. Cuando éste se ejerce con veracidad, objetividad y valentía, y con independencia de los intereses de los poderosos, con la sola intención de atender a la sociedad, se logra una simbiosis que fortalece el civismo y vigoriza a la comunidad. En tales casos, ésta asume su papel de rector social y no renuncia a su liderazgo a manos de los poderes políticos o fácticos.
Cuando la sociedad ejerce el poder y comprende que las autoridades son sólo sus administradores, se construyen pueblos cívicamente sólidos y poderes responsables con su papel de garantes del buen ejercicio de los recursos y ordenamientos para la vida en sociedad.
Por el contrario, si los vehículos para que la ciudadanía ejerza el poder se prostituyen y atienden a sus propios intereses antes que a la comunidad, los espacios de difusión se cierran y las voces del pueblo se silencian, en especial si son discordantes. Muchos son los ejemplos que confirman que, para consolidarse, todo poder carente de legitimidad busca silenciar las voces libres. De ahí la importancia del periodismo independiente, serio y constructivo. Los medios de comunicación libres son la única vía para que la ciudadanía se haga escuchar cuando la representación popular se desvanece.
Cumplida su misión de informar, los medios tienen el deber de ejercer como contrapeso a la autoridad depositada en un grupo de personas que la ejercen a través de los poderes de la unión.
Diario de Yucatán ha asumido desde su fundación la responsabilidad de ser contrapeso del poder sin importar quién lo ocupe. Es una vía de comunicación que, a pesar de los embates recibidos por más de 92 años, ha permanecido abierta a todas las voces, sin cerrarse a ninguna línea de pensamiento crítico y constructivo.
En México se comprueba con preocupante frecuencia que en las entidades donde los contrapesos ceden a los poderes, factores como la seguridad, la tranquilidad y los valores cívicos y familiares se diluyen dejando espacios que ocupan la corrupción, la intolerancia, la tiranía y el crimen organizado.
Por lo general, la sociedad yucateca es cívicamente sólida, exige a sus autoridades y no guarda silencios perniciosos para el ejercicio democrático. No es casualidad que Yucatán haya tenido la mayor participación del padrón electoral en las elecciones de 2012, con 76%, cuando hubo estados donde ni siquiera se llegó al 50%. Tampoco es fortuito que uno de los primeros triunfos de la oposición en nuestro país haya sucedido en estas tierras, en 1967, hace exactamente cincuenta años.
Estos ejemplos son muestra de que el pueblo yucateco por lo general no comulga con aquellos cuyo credo es “no meterse en política”. La política es cosa de todos, no sólo de los políticos. No dejarla exclusivamente en manos de ellos es un deber cívico que se ejerce de manera más abierta cuando se cuenta con una prensa libre.
Al cierre de un año más, agradecemos a los amigos lectores y anunciantes por confiar en Diario de Yucatán y sus empresas hermanas en el seno de Grupo Megamedia. Su confianza fortalece el ejercicio del periodismo libre y nos permite, nos motiva a seguir siendo el contrapeso necesario en un estado seguro, con bases sólidas para una economía creciente.
Los retos de 2018
El que está por comenzar será un año importante en la historia del Estado, principalmente por la carga política y económica que nos trae. Confiamos que, con el renovado apoyo de lectores, audiencias y anunciantes, sigamos siendo el medio de referencia informativa y vía para la construcción de un Yucatán bien informado, con sólidos valores cívicos.
En papel y por internet, en portales y redes sociales, el Diario llega día a día a cientos de miles de personas, ubicadas a lo largo del planeta. En todas sus plataformas, “El periódico de la vida peninsular” busca mantener vigente el faro encerrado en una frase escrita por el tercer director de Diario de Yucatán, don Carlos R. Menéndez Navarrete, en editorial del 7 de junio de 2009, tras recibir el Premio Nacional de Periodismo a la trayectoria, frase plasmada como insignia en los muros centrales de nuestra redacción:
“Si se calla cuando se debe hablar, se propicia que el verbo imponer desplace al convencer en la conjugación de la vida diaria”.
Muchas gracias a nuestros lectores, audiencias y anunciantes, a la comunidad en general, por permitirnos ser, un año más, el vehículo para que la sociedad no guarde silencio.