El trabajo infantil es una lacra que azota y amenaza la supervivencia de los niños en familias donde abunda la extrema miseria y la constante escasez.
De hecho, a mayor número de hijos, más posibilidad de ingresos. Yucatán no escapa a esta denigrante situación. Ocupamos el lugar número 14 de la tabla nacional con 15% de la población de niños trabajadores de 5 a 17 años de edad.
Uno de los primeros motivos programados por “Accionnar”, por la gravedad del trabajo infantil en el estado, que pertenece a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “es incrementar la capacidad de las instituciones gubernamentales mexicanas para prevenir y combatir el trabajo infantil, el trabajo forzado y la trata de personas con la elaboración de un protocolo de atención de niñas, niños y adolescentes en situación de calle que trabajan en la vía pública.”
Yucatán se ha adherido al “Pacto del Mayab”, que compromete a todas las secretarías del trabajo u homólogas a realizar una labor frontal en el combate al trabajo infantil.
El artículo 123 de la Constitución Política lo describe con claridad: “Toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil; al efecto, se promoverán la creación de empleos y la organización social de trabajo, conforme a la ley”.
¿Qué significa trabajo infantil prohibido?: “Toda actividad económica y/o estrategia de supervivencia, remunerada o no, realizada por niñas y niños, por debajo de la edad mínima de admisión al empleo o trabajo (16 años).
El trabajo infantil afecta al desarrollo físico y emocional de los niños y niñas. Los menores pueden llegar a desarrollar enfermedades y dolencias crónicas o desnutrición por estar expuestos a largas jornadas, cargas pesadas, sustancias peligrosas o a ser víctimas de abuso por parte de los adultos”.
En la explotación infantil privan a los niños de tener una infancia normal, les roban potencial y dignidad. Las consecuencias de estos abusos en sus frágiles cuerpos y mentes apenas en formación, les perjudican sobremanera para un desarrollo normal físico y psicológico.
En el año 2020 se habían registrado 150 millones de niños trabajando en el mundo: 63 millones son niñas, 97 millones, son niños. Según la OIT, 1 de cada 10 niños trabaja alrededor del planeta. Sobresale África Subsahariana: 86,6 millones de niños entre 5 y 17 años.
Estos son los ocho tipos de explotación infantil existentes:
La trata infantil. La explotación sexual. Niños soldados. Matrimonio infantil. Trabajo infantil forzoso por endeudamiento. Trabajo forzoso en la mina y en la agricultura. Esclavitud doméstica. Explotación infantil actual y consuetudinaria, todas ella consideradas un tipo de esclavitud en pleno siglo XXI.
Estos niños constituyen una población infantil que carece de los derechos a ser alimentados, educados, tener acceso a la atención de su salud. Las necesidades mas básicas no existen en su diario acontecer. En consecuencia, estas condiciones que les impiden satisfacer las necesidades mas básicas, eleva gravemente la tasa de mortalidad para todos ellos.
Mientras este grupo tan vulnerable siga viviendo en el margen de la pobreza extrema, el problema no tendrá remedio, ya que son convertidos en fuente de ingresos por explotadores profesionales, y mas triste aun por sus propios padres.
Viene a mi memoria para cerrar este comentario, aquel poema de Victor Hugo dedicado a la explotación infantil y que por desgracia sigue tan vigente desdel siglo XIX hasta el día de hoy, con problemas de circunstancias agravadas por las drogas y el alcohol.
A dónde van todos estos chiquillos/ de los cuales ni uno solo ríe/ y esos dulces seres pensativos, enflaquecidos por la fiebre/ esas niñas de ocho años que vemos andar solas? / …
Van a trabajar quince horas en las fábricas/ van a hacer eternamente, /desde el alba hasta la noche/ en la misma prisión, el mismo movimiento./ Jamás pueden detenerse,/ jamás podrán jugar./ Y qué palidez!
La ceniza está en sus mejillas:/ Apenas apunta el día ya están fatigados…/ Maldito sea el trabajo odiado por las madres!/ Oh Dios! Maldito sea,/en nombre del mismo trabajo./ En nombre del mismo trabajo,/ santo, fecundo, generoso/ que hace libre al pueblo y feliz al hombre.— Mérida, Yucatán.
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Abogada y escritora