Es evidente que en el mundo contemporáneo —caracterizado por las tendencias dominantes de la globalización económica, financiera, política, cultural, ambiental y comunicacional— la educación, la ciencia y la tecnología juegan un papel primordial en el desarrollo de todas las naciones.
En el rubro de la educación, los gobiernos nacionales tienen la responsabilidad de realizar ingentes esfuerzos en materia presupuestal y de política pública, con el propósito de fortalecerla, brindarla con equidad y garantizar una formación integral y de calidad para las nuevas generaciones.
La sociedad mexicana ha visto con expectativas, no exentas de sana polémica, la adopción e implementación de la Nueva Escuela Mexicana, sustentada en un paradigma educativo distinto al modelo que prevaleció durante el periodo neoliberal y que estaba fundado en el enfoque por competencias impuesto por los organismos supranacionales, mismos que pretenden seguir dictando las orientaciones de la política educativa en las naciones bajo su órbita.
Los comentarios anteriores vienen al caso con motivo de los resultados que arrojó la prueba PISA (siglas en inglés del Programa Internacional para la Evaluación de lo Estudiantes), la cual fue aplicada en 2022 en los 37 países integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Como se sabe, esta prueba es estandarizada, es decir, aplica las mismas preguntas a los educandos de 15 años, no toma en cuenta los contextos socioeconómicos y culturales de los diferentes países, y se concentra en 3 áreas del conocimiento: competencias matemáticas, comprensión lectora y ciencias.
Lo que distingue a PISA 2022 es que fue aplicada iniciando el periodo pospandemia, circunstancia que permitió apreciar el impacto negativo que tuvo el Covid 19 en los niveles de logro académico de las y los estudiantes evaluados, sin que esta enfermedad pueda ser considerada como la única causa del retroceso significativo que ha sufrido la educación a escala global.
De manera resumida, los resultados de PISA 2022 son los siguientes:
a) En el ámbito mundial, el desempeño estudiantil tuvo un drástico descenso: cayó 15 puntos en Matemáticas y 10 puntos en Comprensión Lectora, esto en comparación con los resultados de la prueba de 2018.
b) Los países mejor evaluados fueron: Japón (con 533 puntos), Corea del Sur (524), Estonia (516) y Canadá (506), en tanto que los países peor evaluados fueron: Chile (con 434 puntos), México (407), Costa Rica (404) y Colombia (401).
c) Nuestro país quedó en el lugar 35 entre los 37 países que fueron evaluados, al obtener un promedio de 407 puntos, 71 menos que el promedio global de la OCDE, que fue de 478 puntos.
e) Las desventajas de México con respecto a los promedios globales obtenidos en los campos evaluados fueron así: Matemáticas: -77 puntos; Ciencias: -75 puntos y Comprensión Lectora: -61 puntos.
f) De acuerdo con un análisis sobre PISA 2022 realizado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), 2 de cada 3 estudiantes de México no alcanzan el nivel básico de aprendizajes en Matemáticas.
g) En comparación con 2018, México cayó 14 puntos en Matemáticas, 9 en Ciencias y 5 en Comprensión Lectora.
Más allá de que se pueda no estar de acuerdo con una prueba estandarizada que hace tabla rasa de los contextos específicos de cada país, me parece inadecuado descalificarla con toda superficialidad, como lamentablemente lo ha hecho el Presidente AMLO, a quien, ni tarda ni perezosa, le siguió en la misma tesitura la titular de la SEP, Leticia Ramírez, al señalar ambos que dicha prueba “no tiene importancia porque es una herencia del periodo neoliberal”.
Contrariamente a lo que dijeron el Ejecutivo federal y la Secretaria de Educación, el máximo directivo de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), Luis González Placencia, señaló que la prueba PISA sí es importante, y que “los resultados los tiene preocupados, pues los estudiantes que tuvieron un retroceso en matemáticas, lectura y ciencias, llegarán a la universidad con rezago educativo”. (informador.mx, 7 de diciembre).
A reserva de profundizar un poco más sobre los resultados de PISA 2022, consideramos que sus resultados no pueden soslayarse mediante subterfugios ideológicos o voluntaristas, pues nos guste o no en buena medida reflejan la dura realidad prevaleciente en la educación mexicana.
Tratando de ser optimistas, creemos que las autoridades educativas nacionales y estatales tienen el enorme desafío de demostrar el potencial transformador de la Nueva Escuela Mexicana, el cual emerge de los principios filosóficos, sociológicos y pedagógicos que la sustentan. En modo alguno la NEM puede estar divorciada de una educación pertinente y de excelencia.
Lejos de desdeñar los resultados de PISA 2022, las autoridades educativas deben tomarlos como una suerte de alerta roja, verlos como escenarios de oportunidad y, en consecuencia, adoptar medidas audaces para comenzar a revertir estas tendencias negativas, que se vieron acentuadas por la emergencia sanitaria.
Tales medidas deberán estar relacionadas con aspectos esenciales como son: revisión y adecuación de la estructura curricular de la educación básica en proceso de implementación; revisión de la prueba diagnóstica que se aplica al inicio de cada ciclo escolar, volviéndola obligatoria para hacer que sus resultados contribuyan a mejorar los logros académicos de los alumnos; redefinir los procesos de evaluación del desempeño docente; apuntalar la formación y actualización del magisterio; mejora de la infraestructura y equipamiento de los planteles escolares, con particular énfasis en las zonas rurales e indígenas.
Como puede colegirse, PISA 2022 nos muestra que no puede taparse el Sol con un dedo y que las próximas autoridades educativas tendrán que atender con dedicación y profesionalismo las causas que propiciaron “la catástrofe silenciosa”, como atinadamente le llamó el investigador Gilberto Guevara Niebla a la persistente crisis educativa que padece nuestro país. Al tiempo.— Mérida, Yucatán.canek_1999@yahoo.com.mx
Doctor en Educación. Exdirector de la Universidad Pedagógica Nacional en Yucatán.