Bruno Hernández Levi
Bruno Hernández Levi

Hoy que conduzco el camino de un medio público universitario y que paterno a una niña de 7 años me pregunto: ¿Qué tenemos que hacer para formar a la siguiente generación de ciudadanas y ciudadanos que crearán y consumirán noticias en los años por venir?

Son incontables las ocasiones en las que he tenido que apagar la radio cuando está el noticiero porque el tipo de noticia y el lenguaje que se utiliza para reportarla no sólo no aportan a la formación de mi hija, sino que además, le genera más dudas que certezas. Así, imaginar un periodismo que pueda consumir la generación en formación parece una tarea compleja.

Por un lado, la realidad que vivimos es cruda y presenta desafíos constantes, no sólo por los graves temas que demuestran con crudeza los límites a los que son capaces los humanos de llegar por el poder.

Por otro, las condiciones de creación de contenidos noticiosos no da tiempo para darle un tratamiento más allá del entregar la noticia para adultos. No podemos imaginar del todo que haya tiempo para seleccionarlo, darle forma y presentarlo en lo relevante a las infancias que, dicho sea de paso, tienen derecho a estar informados también.

Reflexiono en mi propia experiencia. Cuando yo tenía 7 años, a mediados de los años ochenta, convivía con las notas periodísticas porque en casa había siempre alguna copia del periódico diario sobre la mesa del comedor, en la televisión se sintonizaban las noticias mientras desayunábamos antes de salir a la escuela. Una vez dentro del auto, camino a la escuela, escuchábamos en el sintonizador de AM del auto el reporte desde el helicóptero de cómo la policía había detendido a “un malandrín”.

Al buscar recuerdos de espacios noticiosos dirigidos a las infancias en los medios electrónicos o en la prensa, mi mente queda en blanco. Pienso entonces que la forma en la que yo me enteraba de las cosas era con la información diseñada para los adultos y con las interpretaciones que mis papás hacían en la sobremesa y en las conversaciones con otros adultos.

Viéndolo así, mi formación en consumo de noticias detonó inicialmente con el consumo de un periodismo que requirió, al menos, una decena adicional de años para comprenderlo en su dimensión y con sus hitos.

Compromiso con las nuevas audiencias

Desde el lado de la creación de contenidos, hoy afortunadamente existen iniciativas en video y en audio que buscan crear espacios informativos hechos por y para las infancias.

Sin embargo, es destacable que las temáticas que se presentan, si bien son relevantes en la difusión de la cultura y divulgación de la ciencia, rara vez se centran en la presentación de los hechos cotidianos de las comunidades seleccionadas y adaptadas para ellos. Pienso que, desde una perspectiva del derecho a la información que tienen las infancias, es importante que los medios abran espacios para proveer una selección de las noticias a las infancias con un lenguaje que les permita comprenderlas.

En este marco, el periodismo independiente, por su naturaleza de atención a las distintas comunidades, tiene el compromiso de formar a las y los jóvenes lectores, audiencias, “prosumidores” de noticias. Es este ejercicio periodístico el que puede traer a la mesa los temas poco vistos, aquellos que incomodan a los distintos poderes que afectan directamente a las infancias como por ejemplo, el de un modelo que busca el beneficio económico por encima de los derechos humanos.

Muchas personas que estamos involucradas de una u otra manera con los medios y con la actividad de informar, estamos pensando cómo hacer para que más gente se beneficie con la información que se les proporciona desde una prensa independiente; esa información que les sirve para tomar decisiones y mejorar su calidad de vida. Debe haber una forma de hacerlo también para las infancias ¿a ti, cómo se te ocurre que puede ser?— Cuernavaca, Morelos.

Coordinador de Radio de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Presidente del jurado del Premio Nacional de Periodismo 2022

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