Un mes ha transcurrido del atentado cobarde y ruin de Carlos Manzo, el alcalde de Uruapan, un hombre de bien que amó a su tierra y luchó por defender todo aquello en lo que el creyó hasta el final de su existencia.

Un mes, si, con sus días y sus noches donde las lágrimas de una mujer, su esposa, no cesan. Una mujer que ha sido amenazada por los mismos cobardes que eliminaron a su esposo, en un intento por frenar una lucha iniciada por el hombre del sombrero, como se le conocía a Carlos Manzo.

Poco más de un mes también de aquella marcha convocada con la Generación Z pero que reunió no solo a jóvenes sino a miles de manifestantes de todas las edades.

Una marcha que en origen era pacífica porque a todos los participantes los unía un sentimiento común, el rechazo a tanta violencia provocada por grupos de la delincuencia y la inacción de un gobierno solapador.

Fue una convocatoria lanzada quizás por quienes pertenecen a la llamada Generación Z, pero que hizo eco en todo aquel que está harto de una situación que va más allá de la tolerancia permitida en el país.

Porque a querer o no, todos los mexicanos hemos aguantado demasiado. Y esa violencia que hoy padecemos pudo evitarse si realmente desde el gobierno se hubieran organizado para actuar desde el principio.

Pero no, por el contrario, prefirieron pactar con criminales y ceder a las pretensiones de ellos, antes que defender con todos los medios a su alcance, cada centímetro de nuestro territorio.

Al pactar con criminales nos pusieron en riesgo a todos los mexicanos sin excepción, porque lo que ha estado ocurriendo en nuestro país —donde los hechos sangrientos se han tornado inaceptables— es consecuencia de las pésimas decisiones.

En el campo, en la ciudad, viajar por cualquier medio, salir a la calle o estar en nuestro lugar de trabajo o vivienda equivale a vivir con angustia. No existe certeza o seguridad para nadie.

Todos deseamos vivir en paz, pero la paz se construye uniendo esfuerzos, protestando y exigiendo a quienes gobiernan el derecho a la seguridad.

Cómo no indignarnos cuando observamos el derroche de recursos, de nuestros recursos, que realizan individuos que velan por sus propios intereses. Familias enteras que de la nada se convirtieron de la noche a la mañana en dueños de mansiones y riqueza acumulada cuyo origen SI TIENE EXPLICACION: robo descarado, negocios turbios, desvío de recursos que han servido para beneficio personal de funcionarios a los que no se castiga por la bajeza de sus acciones.

Y todos los abusos que han cometido en las instituciones tiene graves consecuencias para el país y para la economía nacional. No están trabajando por México mucho menos para el bienestar de los mexicanos. Nos están robando descaradamente y puesto en riesgo al país al hacer pactos inaceptables.

No solo son abusos cometidos desde el poder, sino acciones que deben ser consideradas como traición a la patria, a nuestro México querido.

Y la traición no debe ser premiada con cargos en el extranjero. Con embajadas por ejemplo porque significa burla y humillación. Para el traidor debería existir la opción de regresar lo robado y pasar el resto de sus días en una cárcel. Sin privilegios.

Y aun así, le quedarían debiendo y mucho a México. Porque el haber colocado a la patria en situación vulnerable y en situación de riesgo a todos, es algo imperdonable.

El sufrimiento que han causado a millones de mexicanos, empobrecidos, sin trabajo, pacientes sin medicamentos y atención médica. Por los desaparecidos, los asesinados, por todos los abusos cometidos desde el poder para beneficio personal, de amigos y familiares: no merece consideración alguna para traidores.

Traicionaron Nuestra Constitución Política, a nuestro México al convertirlo en un botín personal y de su partido político que ha sido en realidad un movimiento de degradación y destrucción.

Destrucción de instituciones y traición a la Patria ¿Hay algo que festejar? Vaya cinismo.

Periodista

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