CARLOS R. MENÉNDEZ LOSA (*)

Democracia ejemplar, envidia de la buena. Suma de apertura al adversario, negociación, voluntad política y amplia participación ciudadana. En la segunda vuelta, con casi 60% de los votos y un éxito arrollador en las 16 regiones del país, José Antonio Kast logró el triunfo el domingo pasado, en su tercer intento por asumir la presidencia de Chile. Una nueva alternancia democrática.

El mismo día, a pocas horas de cerradas las urnas, el presidente en turno, Gabriel Boric, adversario ideológico de Kast, felicitó públicamente al triunfador en una llamada transmitida por la televisión oficial a todo el país. “Con la democracia, Chile se enorgullece, independientemente de quienes estén celebrando o estén tristes”, declaró Boric. Invitó a Kast a sumar esfuerzos.

Orgulloso del “valor profundo de las instituciones y, sobre todo, de su pueblo”, el presidente da un ejemplo de civilidad y respeto a la democracia chilena, que vive nuevamente una alternancia ininterrumpida desde hace décadas. Al día siguiente, recibe a su sucesor en el palacio presidencial y arrancan un proceso ordenado de transición. Las fuerzas políticas se alinean.

El triunfador reconoce que la democracia “no se construye solo con los partidarios; la oposición es importante”, y pide respeto para su contrincante ante los abucheos en el mitin de celebración. La derrotada Jeannette Jara, exministra de Boric, admite que “debemos respetar la decisión ciudadana, pues es en la derrota donde más se aprende” (bit.ly/459dq46). Una convicción democrática sólida.

Si algo sabe Chile es que la democracia se fortalece sumando esfuerzos con quien no piensa igual. José Antonio Kast lo entiende muy bien: pudo imponerse en la segunda vuelta gracias a las negociaciones con otras fuerzas políticas y tiene claro que para gobernar deberá seguir dialogando. Ganó con claridad la presidencia, pero en el Congreso compartirá fuerzas con la oposición.

El triunfo de Kast, identificado con “la derecha”, es significativo. Se suma a las sucesivas derrotas de “la izquierda” en Argentina, República Dominicana, Panamá, El Salvador, Ecuador, Bolivia y Honduras. El mapa político de la región muestra hoy a trece países gobernados por la derecha, cinco por la izquierda y tres dictaduras “izquierdistas”: Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Desgastes en el ejercicio del poder, crisis económica, escándalos de corrupción, pérdida de credibilidad, fragmentación interna, cambios generacionales en el electorado y, sobre todo, promesas incumplidas a una mayoría de votantes figuran entre las razones de ese retroceso. A ello se suman la incongruencia y la arrogancia de muchos líderes populistas latinoamericanos.

El populismo detesta la negociación, porque implica límites y responsabilidad compartida. Prefiere las decisiones unilaterales que presenta como “mandato del pueblo”. Para los regímenes populistas, la pluralidad es un estorbo y la incongruencia, la norma: hablan de honestidad, pero rechazan el escrutinio. La transparencia les incomoda porque desnuda el abuso de poder.

CONTRARIEDAD

En México, la presidenta Claudia Sheinbaum, soporte de las dictaduras de Cuba y Venezuela, no disimula su incomodidad con el triunfo de Kast. “No podemos aceptar a alguien que tiene una visión indulgente con la dictadura militar de Pinochet”, declara. Y remata con cinismo: “No se puede reivindicar a regímenes autoritarios que exterminan a quienes actúan o piensan distinto” (bit.ly/45bZ8Qd).

La respuesta en EE.UU. es inmediata. La republicana María Elvira Salazar, cercana a Trump, revira: “Basta ya de respaldar dictaduras en Venezuela y Cuba. México debe estar de nuestro lado en la defensa de la libertad”. La mexicana exige a la ONU intervenir para evitar más “derramamientos de sangre”, y le responden que primero atienda los que abundan en su propio país.

El retroceso de la izquierda inquieta a doña Claudia, y su arrogancia la delata: “Esto no se dará en México, porque hay mucho apoyo popular al gobierno, estamos cumpliendo”. Presume índices de popularidad del 70%, pero omite convenientemente los nuevos resultados de Morning Consult —la encuestadora favorita de AMLO—, que la colocan con apenas 45% de aprobación.

Es evidente el nerviosismo en Palacio Nacional. La farsa populista se intensifica esta semana: no se puede perder el apoyo del “pueblo”. En medio del reclamo persistente por el desabasto de medicamentos, se refuerzan los “montajes del bienestar”. En una visita “sorpresa” a una nueva farmacia, la presidenta termina exhibiendo la manipulación que caracteriza al obradorato (bit.ly/44GBRpn).

La prensa libre demuestra que el reciente anuncio presidencial de 500 nuevas “farmacias del bienestar” no es más que otra promesa incumplida, y se recrudece la persecución contra los adversarios en la persona de la activista María Amparo Casar, acusada de supuesta corrupción que el régimen no logra probar. Todo el poder oficial contra quien se atreva a disentir.

ENSEÑANZAS

Se profundiza la desaceleración. La Cepal informa que México se mantendrá en 2026 por debajo del crecimiento económico promedio de América Latina —1.3% frente a 2.4%—, y el Inegi reporta que la informalidad sigue al alza, con 54.4% de la población ocupada en esa condición. El sector formal, que representa apenas el 45.6%, genera, sin embargo, el 74.6% del PIB.

En Yucatán, donde la informalidad laboral es del 58.8%, el IMEF alerta que el pobre dinamismo obliga a ajustar las previsiones. Señala como causas la incertidumbre mundial, los efectos de la reforma judicial y la desaparición de organismos autónomos. La Canacintra vislumbra un futuro “nada halagüeño”, mientras el gobierno estatal fantasea con un “panorama optimista”.

¿Qué enseñanzas nos deja el caso chileno? ¿Se repetirá en México la debacle izquierdista? La combinación de crisis económica, derroche clientelista, desdén por el desarrollo sustentable y mayor autoritarismo indica que al régimen no le espera un camino sencillo, pero también que no cederá el poder sin resistencia. Los comicios de 2027 pueden marcar un punto de inflexión.

El futuro de la democracia mexicana depende de factores diversos, y la experiencia chilena puede ayudarnos a identificar los más decisivos. El triunfo de Kast y la derrota de la izquierda subrayan la relevancia del respeto al adversario, la coherencia del gobernante, el cumplimiento de las promesas y la participación ciudadana. Vale la pena recordarlo.— Mérida, Yucatán

direcciongeneral@grupomegamedia.mx / Apartado especial en el sitio web del Diario: yucatan.com.mx(https://bit.ly/4diiiFP)
(*) Director general de Grupo Megamedia

¿Cuál es el mensaje del escrito?

El mensaje central del texto es que la fortaleza de una democracia depende de la civilidad política, el respeto al adversario, la coherencia del gobernante, el cumplimiento de promesas y la participación ciudadana. A partir del ejemplo chileno, donde José Antonio Kast ganó la presidencia y se produjo una transición ordenada con respeto institucional, el texto señala las lecciones que México y otros países latinoamericanos deberían considerar para evitar los retrocesos asociados al populismo, la corrupción y la falta de responsabilidad política.

En otras palabras, el escrito advierte que la democracia se protege y se fortalece cuando hay diálogo, transparencia y respeto mutuo, y que ignorar estos principios —como ocurre con líderes populistas autoritarios— lleva al debilitamiento del sistema político, la desconfianza ciudadana y crisis económicas y sociales.

También hay un mensaje implícito de alerta: los próximos comicios en México podrían ser un punto de inflexión, y los ciudadanos y gobernantes deben aprender de los éxitos y fracasos de otros países para preservar la estabilidad democrática.

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