Han pasado ya las fiestas decembrinas, las posadas, los preparativos para la cena, la compra de regalos y el ajetreo de las compras de última hora. Ese es diciembre, el mes más esperado por la mayoría de las personas, tal vez por todo lo que implica y en buena parte por las reuniones que nos permiten convivir con familia y amistades.

Un mes muy alegre y a la vez muy bendecido por tratarse de la celebración del Nacimiento del Niño Jesús.

Unos días más y estaremos despidiendo no solo el mes de diciembre al arrancar la última hoja del almanaque sino diremos adiós también al año 2025.

Un año más que hemos tenido la dicha y el privilegio de haber disfrutado muchas situaciones. Algunas quizás no tan agradables como hubiéramos deseado, pero aún así deberíamos estar agradecidos porque Dios nos concedió la oportunidad de vivir momentos buenos y felices; quizás algunos no tan buenos pero que afortunadamente tuvieron solución.

La vida no es perfecta para nadie porque los seres humanos no somos perfectos. Sin embargo, mientras tengamos vida cada instante será una oportunidad que tendremos para tratar de corregir los errores cometidos o mejor aún, evitar caer en las mismas faltas.

El año 2025 fue un año difícil para un buen número de familias; para el sector productivo del país que se vio asediado, lastimado. Un año en el que la confianza tuvo un gran deterioro.

La credibilidad en las acciones de gobierno, autoridades, funcionarios se vio mermada con absoluta justificación. No fueron errores los cometidos por parte de quienes hoy gobiernan el país, sino la premeditación, la alevosía y absoluta ventaja con que se han manejado todos los asuntos.

La agresividad hacia el causante y protección al verdadero delincuente es más que un insulto para quien trabaja y apoya la economía del país.

A las personas que le apuestan a invertir en el país siempre debería dárseles el reconocimiento a su esfuerzo. Abrir un negocio en estos tiempos donde el futuro se ve incierto por tanto derroche del gobierno es un verdadero reto.

Por tanto, aquel que invierte en nuestro país es porque cree en México. Invierte sus recursos y echa a andar su empresa con la esperanza de que resulte un éxito.

La esperanza, es lo que nos mueve a todos los mexicanos que mantenemos la ilusión por recuperar el país que merecemos todos.

Un país con oportunidades, un país donde la verdad se imponga a la mentira y a la traición. Un país en el que parte de su territorio debe ser recuperado para eliminar la violencia y permitir que sus habitantes vivan en paz.

No podemos ni debemos olvidar a quienes fueron perseguidos y sacrificados por haber tenido el valor de defender sus ideales. Gente de nuestro pueblo que ha perdido la vida de la manera más injusta y cruel.

Hombres que amaban la tierra y se vieron indefensos ante sus verdugos, porque las autoridades no han apoyado a los buenos mexicanos.

México, nuestra tierra, la que tanto dicen defender políticos que llegan al poder, lo han traicionado de la peor manera.

Siete años han servido para modificar su Constitución Política, acomodarla a sus propios intereses y destruir sus instituciones.

Cinco años fueron suficientes para sembrar la semilla de la ambición en aquellos que se prestaron al juego perverso de un individuo que nunca les tuvo aprecio. Individuos con muchas “estrellas” que cayeron en la tentación del manejo de recursos, sin importarles su reputación ni la de su propia institución. Una reputación bien ganada a través de muchos años sirviendo al país, con honor y lealtad.

Para todo hay un tiempo. Para nacer, para crecer, para morir. México merece ser la potencia que estaba predestinada a ser.

Nuestro país merece un gobierno que le tenga amor a la patria, no que lo utilice para imponer doctrinas absurdas que nada tienen que ver con nuestra cultura.

México merece ser defendido de aquellos que lo están invadiendo para esclavizar a su pueblo. Confío que ese día llegue y pronto.— Ciudad de México.

Periodista

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