Los candidatos se limitan a repetir sus ofrecimientos
La exhortación de la autoridad electoral a los candidatos a comportarse con “respeto y civilidad”, a dejar a un lado “las acusaciones personales fuera de contexto y las calumnias al adversario” rindió los frutos esperados, pero convirtió el segundo y último debate de los aspirantes a la gubernatura en un ejercicio sin emoción, poco útil.
No hubo un debate de ideas, un intercambio de palabras, una confrontación de argumentos. Todo fue una larga sucesión de monólogos. Por no atacarse, Mauricio Sahuí, Mauricio Vila, Joaquín Díaz y Jorge Zavala ni se atrevieron a verse a la cara. En la mayoría de los temas, los cuatro coincidieron más que disintieron y discreparon apenas en cuestiones procedimentales, pero no de fondo.
Gastaron todo su tiempo en confirmar lo que han venido ofreciendo a lo largo de casi medio año de precampaña, intercampaña y campaña: gobiernos austeros, 100,000 empleos, desarrollo integral, honestidad y transparencia…
Los candidatos, encorsetados en un formato poco dinámico, se comportaron serios en exceso. Lo más parecido a un momento relajado surgió por una distracción del moderador, que cerró el primer segmento de preguntas cuando aún no había participado Vila Dosal. El candidato del PAN le reclamó divertido: “Esperamos que no te olvides de mí el 1 de julio”.
Los moderadores —Wendy Aguayo Romero, Roberto Ruz y Carlos Mena Baduy— adoptaron un perfil bajo y contribuyeron al ritmo semilento del evento. Pese a que tenían la facultad de reconvenir a los participantes en caso de que entraran al terreno de las divagaciones, no intervinieron más que para hacer las preguntas.
Abrió el debate el tema de Economía, salarios y generación de empleos y se prolongó durante más de 40 minutos. Vila ofreció en este punto un gobierno austero… “Vamos a ahorrar más de 1,000 millones de pesos cada año eliminando los gastos innecesarios y los lujos de los servidores públicos. Ese dinero se lo vamos a dar a la gente que más lo necesita”.
El exalcalde también presumió “el resultado de las buenas finanzas del Ayuntamiento de Mérida”, que le permitieron, dijo, sanear sus finanzas. “Y para que comparen: la deuda pública del Ayuntamiento de Mérida es de cero pesos, la del gobierno del Estado es de 4,000 millones de pesos”.
En el tema del crecimiento económico, Huacho Díaz, aspirante de Morena, quiso aprovechar, aunque con limitada convicción, la coyuntura de la desaceleración que registró Yucatán en 2017 y mostró tres láminas comparando el desarrollo del PIB de la entidad con el de sus estados vecinos. Luego enseñó una nota periodística sobre un presunto fraude en el campo yucateco. Tuvo poco éxito en sus tímidos intentos de embarrar el terreno de juego porque nadie lo secundó.
Sahuí Rivero, representante del PRI, defendió el avance económico logrado por la entidad en los últimos cinco años, por encima de la media nacional y señaló, convencido, que “se vale mirar el futuro del Estado con optimismo porque tenemos hoy bases reales para poderlo alcanzar”.
Tras reiterar el ofrecimiento de mejorar la capacidad energética y la infraestructura del Estado en caso de resultar electo, avisó: “Hoy tenemos la buena noticia de que tendremos gas natural a partir del primer trimestre de 2019”.
En términos generales los cuatro candidatos hicieron la tarea, nunca se apartaron del guión, con excepción del perredista Zavala, quien, como en el primer debate, mostró una actitud hasta cierto punto retadora, desafiante, buscando contrastar su mensaje con los de sus rivales.
Puede decirse que el encuentro fue una simple continuación de las campañas. Los cuatro dijeron que sí a todos los compromisos que les pusieron enfrente y repartieron ofrecimientos y promesas a manos llenas. A partir de septiembre Yucatán será el sitio ideal para las mujeres, las madres y padres de familia, los maestros, los estudiantes, los jóvenes, los empresarios, los pobres, los discapacitados…
Por mucha participación ciudadana en la elaboración de las preguntas, que se planteara un tema y cada uno tuviera sus dos o tres minutos para dar su mensaje sin tener que responder al otro, le quitó viveza al encuentro.
¿Quién ganó?
Al final de los 90 minutos no hubo ni vencedor ni vencidos. Nadie ganó porque nadie pudo sacar ventaja de un formato que permitió poco lucimiento. No hubo contrastes.— Megamedia
