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Pastoral de la Salud

En este artículo reflexionaremos acerca de la preadolescencia (aproximadamente de los 9 a 11 años).

En esta edad los niños gustan de la camaradería con otros de su mismo sexo y tienen una enorme energía y capacidad de actividad, que resultan agotadoras para los adultos. Existe, además, un antagonismo entre sexos que alcanza su punto máximo alrededor de los 10 años.

Los niños “desprecian” y se ríen de las niñas y ellas los consideran “salvajes” e “incivilizados”. En general se mantienen separados por propia iniciativa y les desagradan las actividades en que los juntan, especialmente a los niños, que poseen más fuerza física, tienden a realizar juegos bruscos y se sienten oprimidos cuando se les pide más suavidad porque “hay niñas también”.

Algunos niños, y principalmente niñas, pueden llegar a la pubertad a los 11 años o antes. Es bueno que sepan lo que esto significa, aunque sin sobredimensionarlo.

Los niños tienen conciencia clara de lo que está mal, aunque a veces creen que son faltas graves cosas que ni remotamente lo son. Padres y educadores deben trabajar en la formación de la conciencia y voluntad de los niños, su generosidad y preocupación por los demás.

Es una excelente edad para interesarlos en actividades que los lleven a utilizar su enorme energía, siendo medios muy buenos para colaborar en la formación de la voluntad y de la capacidad de sacrificio: si deseas ser bueno en los deportes debes entrenar y sacrificarte.

Suelen presentarse períodos de ambivalencia. Los niños pasan de la mayor obediencia y docilidad a la rebelión absoluta. Comienzan a autoafirmarse y formar su propio carácter. La conciencia empieza a construir un sistema de valores personal. Es muy importante la compañía, proximidad y testimonio de los adultos alrededor de los niños. Si no hay coherencia o las palabras se no corresponden con las experiencias el niño estará confuso y no sabrá cómo reaccionar o creerá que todos son así y, por tanto, es posible decir una cosa y hacer otra; hacer una cosa un día y al siguiente algo distinto, según me convenga o “dé la gana”.

Los padres tienen la difícil tarea de encontrar el justo equilibrio entre libertad y autoridad, evitando los excesos de abandono, dejadez, afecto y sobreprotección. Los niños necesitan que se les marquen límites y les den pautas, pero también que se les permita responsabilizarse y elegir.— Presbítero Alejandro Álvarez Gallegos, coordinador diocesano para la Pastoral de la Salud

 

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