Ambientada a principios de los años noventa, “La educación física” (Seix Barral) aborda la historia de una adolescente en conflicto con su propio cuerpo.

La novela, de Rosario Villajos, Premio Biblioteca Breve 2023, “recoge el sentir de una generación y lo convierte en una experiencia a la vez única y universal”, según el jurado del premio.

Precisamente esa universalidad es la que persigue Villajos cuando evita mencionar ciertos casos muy mediáticos que exponen situaciones que a las jóvenes de hoy les siguen ocurriendo.

“Ha sido una experiencia difícil y dura recordar cosas a las que no les di importancia en su momento. La historia de Catalina no es la mía, la ficción; pero la no ficción tiene que ver con tocones, mirones, lo que nos ha pasado a casi todas las mujeres; fue revelador ver que me reía de ello antes y ahora, con casi 45 años, me digo ‘pero ¿qué pasó?’”, confiesa al Diario.

“Chicas que tienen hoy 20 años han vivido lo mismo que en la novela, yo me pregunto, ¿todavía estamos así?”.

Para la escritora española fue un reto esta novela.

“Estoy acostumbrada a escribir desde el humor y en este caso fue mucho más serio y aun así usé un lenguaje muy sencillo porque tengo la esperanza de que este libro se lea en los colegios, para que llegue a los adolescentes”.

La cordobesa cree que así como en su juventud les obligaron a ciertas lecturas, las jóvenes de hoy puedan leer la historia de alguien como ellas, una adolescente, “¿por qué no?”, pregunta.

“Yo tuve que leer libros de mujeres protagonistas que acababan muertas, como los libros de Lorca o el Diario de Ana Frank, ¿por qué no puede ser que las chicas cuenten algo cotidiano?”.

Rosario se ha topado su libro en blogs de profesores que han llevado su libro a clases de debate, por pasajes como uno donde un chico quiere salir con Catalina y ella lo rechaza, y entonces todos le dejan de hablar.

“El maestro eligió ese fragmento porque sucede todavía hoy, en clases, que una chica rechaza a un chico y el chico y toda su pandilla le hacen bullying a la chica; ¿no pueden entender que alguien no quiera ser novia pero sí amiga, por ejemplo?”.

En otra parte del libro Catalina ya tiene novio, Juan, y como ya llevan cuatro meses saliendo, él ya quiere tener intimidad, pero ella no. “Está con ese chico porque todos tienen pareja; yo creo que ese fragmento es importante para ver si ellos entienden que no hay que presionar”.

Como anécdota, después de leer el libro todos los “Juanes” con los que la autora salió, le escribieron para saber si hablaba de ellos.

“Quiero dejar en evidencia un sistema que no ha cambiado tanto, estaba segura de que las chicas jóvenes me lo iban a decir; dicen que hay igualdad y no, no la hay”.

En el libro también se abordan los problemas madre e hija y las mentiras, entre otros temas, “hay muchas cosas qué debatir”.

Acerca de por qué decidió ambientar la novela en los años 90, dice que es porque conoce bien esa época, de la que añora sobre todo la música y el cine…

Aunque es un libro sobre las mujeres, confiesa que también usó un poco de juego, de thriller, para enganchar al público masculino.

En un libro que explora la propia identidad a través del cuerpo, Rosario Villajos confiesa que cuando era joven quería pasar desapercibida, y se “empequeñecía”, “y ahora siento agradecimiento y respeto por mi cuerpo”.

La escritora lamenta que todo tenga qué ver con cómo te ves, con la apariencia física, con cómo hueles…

“¿Por qué no podemos ser más abiertos? Antes, cuando éramos más animales que ahora, a lo mejor nos fijábamos en otro tipo de atributos. Nos han educado, por ejemplo, a que a los hombres les sientan bien las canas pero a nosotras no, y también nos pueden quedar bien”.

“Me pasé toda la adolescencia intentando alisarme el pelo, porque en mi casa no les gusta, te hace ver sucia o agitanada, y soy la única con el pelo rizado. Mi madre me peinaba y repeinaba, tuve que aprender a peinarme y ahora me gusta más el pelo rizado”.

Dice que cuando terminó de escribir este libro, se sintió aliviada, saciada, “porque a diferencia de mis otras novelas, que salieron muy rápido, ésta me costó muchísimo trabajo, muchas correcciones y pulir hasta que el libro quedara como quería; tenía muy claro qué quería contar, pero no sabía cómo, qué tiempo, qué persona usar, la protagonista no tenía nombre, al final decidí ponerle uno”.

“Escogí catalina porque solo conozco dos señoras que se llaman así, una portera a la que nadie le pagaba, le gustaba saber quién era quien en el edificio, y la otra es una compañera de trabajo con la que había perdido el contacto, averigüé su dirección para regalarle mi libro, y que llego y me dice ‘ya tengo tu libro y ya lo regalé veinte veces’”, ríe.

Dice que escribir “La educación física” y volver a ser adolescente se parece mucho a como está ahora.

“Con los cambios hormonales de la premenopausia, cambios de humor… ¡se parece muchísimo! en ese sentido fue bastante fácil ponerme en los zapatos de Catalina”.— Patricia Garma Montes de Oca